Segunda oleada - José Ignacio Rasso

Segunda oleada – José Ignacio Rasso

Morena ha demostrado ser una oleada que destruye lo que está en su camino, lo bueno, lo malo y el futuro.

Publicado en: La Lista

Por: José Ignacio Rasso

Una marea revuelta, una tormenta que fue mezclando voluntades honestas con oportunistas hambrientos, demandas sociales legítimas con intereses pragmáticos, plumas críticas con feligreses ciegos, ideales en papel con discursos viejos y mentes brillantes con incompetentes leales. Un torrente descontrolado con sed de venganza.

Con el paso de la corriente, el desencanto de muchos se fue decantando con el tiempo, las aguas regresaron mar adentro y los resultados quedaron a la vista. Donde se pensaba que el agua daría vida, quedó la destrucción. Donde existía un sistema de salud perfectible dejó el desamparo, arrasó con las Estancias Infantiles y desmanteló el abasto de medicinas. No se pudieron contener.

Las aguas de la incompetencia siguieron su camino, el tsunami dejó muertes y desapariciones al por mayor. El río de votos en el dos mil dieciocho ahogó el futuro de muchos en el camino. Más de ciento treinta mil homicidios dolosos, más de ciento trece mil personas desaparecidas y no localizadas, feminicidios, crímenes de odio y más de ochocientas mil muertes por Covid-19 después de la criminal estrategia durante la pandemia. Miles de muertos quedarán como testigos y las familias rotas tendrán su veredicto con el tiempo.

Las causas ambientalistas, progresistas y antimilitaristas quedaron hundidas; las voces de las mujeres, las voces de las víctimas y de muchas demandas de colectivos que apoyaron el movimiento se han encontrado con la espalda de hierro de Palacio Nacional, con un dique que ignora los reclamos de quienes esperaban justicia. Donde muchos depositaron años de lucha se levantaron muros de soberbia, desdén y falta de empatía.

Sobre el ataque a la corrupción es muy poco lo que se puede hablar, ha sido selectivo e ineficiente. Los contratos por asignación directa aumentaron, los señalamientos de la Auditoría Superior de la Federación son ignorados, al Ejército se le protege bajo el argumento de seguridad nacional, al plagio se le premia con un asiento en la Suprema Corte de Justicia, a los corruptos y a los cómplices del pasado se les otorgan embajadas, a las delincuentes electorales se les entrega una gubernatura y a Segalmex se le trata de dar carpetazo. La corrupción sigue su paso como la humedad entre los muros.

Y es que son muy pocas las áreas verdes que sobresalen conforme las aguas se alejan y la segunda ola amenaza las costas del 2024. Viene un tsunami arrastrando los escombros. Una marea guinda que no puede ser inesperada, ya existen pruebas de su devastación y el aviso de alarma no puede ser ignorado.

El mapa nacional mantiene zonas inundadas sin saber qué hay en lo profundo, quizás cuando se vaya la marea queden esqueletos o quizás los cuerpos floten antes.

Así, con un río de odios que divide al país, con una población polarizada, en la otra orilla, en la resaca, parece despertar la oposición que, si bien no se ha desdibujado del todo, son una huella en la arena que fácilmente puede desaparecer si no se mantiene unida con un proyecto compartido.

Porque se necesita un frente unido que no se venda para resistir el oleaje. Un bloque de ciudadanos que toque las campanas y busque una verdadera alternativa para que todas las voces encuentren cauce y para que todos salgamos a flote. Necesitamos remar para el mismo sentido, aunque parezca que hoy remamos contracorriente. La segunda oleada viene en camino, es momento de levantar los diques.

 

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