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Dice el viejo refrán que hablando se entiende la gente. Hablar es privativo de los seres humanos. Es nuestro privilegio. Y, en efecto, si hablamos nos entendemos. Las personas civilizadas se sientan y conversan, solo los animales se van a la violencia de buenas a primeras.
Cómo estará de mala la situación política del país, cómo estará de enrarecido el ambiente, que la mera posibilidad de sentarse a hablar enciende las alarmas. Así habremos llegado al colmo de la tensión y la violencia, que la eventualidad de un diálogo revuelve demonios en ambas partes. En el gobierno hay gente que cree que hay que sentarse a hablar. Otros, como Diosdado Cabello y Elías Jaua lo consideran inviable, imposible. Algo parecido ocurre en el terreno opositor. Leo en Elpitazo.com: “Comisión delegada de la AN culmina con tensión por el tema del diálogo gobierno–oposición. Versiones contradictorias se evidenciaron horas antes de que se confirmara que el gobierno y la oposición reanudaron el diálogo”. Nueva Prensa, en Ciudad Guayana, va más allá: “Empieza a salir humo blanco entre la oposición y el oficialismo”. Jorge Rodríguez confirmó que se han reunido: “Se han realizado dos reuniones preparatorias para establecer un posible proceso de diálogo”. Suficiente para que estalle el escándalo. El Informador, en Barquisimeto: “El gobierno confirma reunión para diálogo con la oposición”.
El ambiente está tan enrarecido, decía, que cuando Jorge Rodríguez hace el anuncio pareciera estar buscando perturbar el ambiente dentro de la oposición. Sin embargo, como dice el comunicado de la MUD, es el gobierno que, por sus propias fracturas, no tiene la manera de sentarse a dialogar. En el comunicado la Mesa informa que solo se van a reunir para exigir el referéndum revocatorio. Lo que ya había advertido reiteradamente Henry Ramos Allup.
“No tiene sentido “dialogar” para dar más tiempo a quien ha derrochado 17 años, ni para darle más dinero a quien ya despilfarró un millón de millones de dólares. Dialogar tiene sentido si y solo si es para devolverle al pueblo su poder, el ejercicio pleno de su Soberanía, su capacidad de decidir el camino para resolver la crisis y salir adelante. Por eso hemos acudido a las reuniones del llamado pre-diálogo, esas mismas que hoy las intrigas internas del oficialismo han intentado dinamitar.
“EL DIÁLOGO VERDADERO NO ES UN “TRUCO” DEL GOBIERNO, NI UNA ESTRATEGIA DE LA OPOSICIÓN: ¡ES UNA NECESIDAD DEL PAÍS! En Venezuela viene un cambio, al cambio no lo para nadie, y para que ese cambio sea en paz y para bien es necesario que los venezolanos nos pongamos de acuerdo. Quienes hoy son gobierno mañana serán oposición. Quienes hoy somos oposición mañana indudablemente seremos gobierno. TODOS los actores deben tener seguridad de que esos roles podrán ser ejercidos con las garantías, derechos y responsabilidades que establece nuestro pacto de convivencia, que es la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela. Para eso es que vale la pena dialogar.”
Un comunicado suficientemente claro y preciso. Pero, lo sabido, hay gente que no quiere que se hable nada de nada con nadie. ¿Cómo se va a dialogar con alguien que nos miente, que nos engaña y que no tiene palabra?, dicen las voces más radicales de la oposición, y no les falta razón. ¿Cuánto crédito puede tener la palabra de Jorge Rodríguez, por ejemplo? Seguramente ninguno. Pero igual hay que sentarse a hablar porque lo contrario a hablar es violencia. Y en el terreno de la violencia perdemos todos. Sabemos cuando comienza, pero no sabemos cuándo ni cómo termina.
Ojalá el mentado pre-diálogo conduzca al diálogo verdadero. En todo caso, lo que se pretende es que en este año 2016 pueda -¡por fin!- llevarse adelante el Referéndum Revocatorio, ni más ni menos.