El acuerdo que no fue – Editorial de Analítica

Publicado en Analítica

Lo sucedido con las conversaciones llevadas a cabo en Santo Domingo, entrará en los anales de lo que no debe ser un proceso de negociación.

La labor de los cancilleres fue concreta y específica, y presentaron un documento que podía ser la base para iniciar el camino de la solución de la crisis venezolana y el restablecimiento progresivo de las instituciones del Estado y la democratización del país.

Ese documento, que venía a ser la continuación de lo presentado el año pasado por el Cardenal Parolin, fue esencialmente obstaculizado por el gobierno, que no aceptaba ponerle término final a la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y se empeñaba, contra marea, en adelantar las elecciones, sin otorgar las garantías necesarias para que ese proceso fuera transparente.

La oposición, por su lado, estaba de acuerdo en aceptar la propuesta de los cancilleres que recogía lo esencial de sus requerimientos, pero no estaba dispuesta a aceptar ni el adelanto precipitado de las elecciones, ni que se continuará deslegitimando la participación de partidos políticos y mantener el mecanismo de las inhabilitaciones políticas para que sus principales líderes no pudiesen participar en la elección.

La pregunta es si las reuniones en Santo Domingo fueron o no positivas. La respuesta a la conclusión del proceso tuvo respuesta inmediata del Parlamento Europeo, quien exige a Bruselas sanciones más extensas y duras contra los funcionarios del gobierno y sus familias por haber, entre otras cosas, dado al traste con las negociaciones.

La oposición reiteró su disposición democrática a negociar, mientras que el gobierno creyó, erróneamente, que podía ganar tiempo dando largas, sin un propósito de acuerdo que no fuera el que querían imponer.

Hoy la situación no es mejor para el Gobierno, ya que está cada día más aislado del resto del mundo, y no tiene cómo financiarse por mucho tiempo más. Algún día entenderán que han desaprovechado una oportunidad que mañana no será igual, pero que les guste o no, los representantes del régimen terminarán un día en alguna mesa de negociación, que será menos provechosa para ellos de lo que pudo haber sido la de la República Dominicana. Pero tampoco es bueno para el país seguir manteniéndolo en vilo mientras todas las condiciones de vida se siguen deteriorando de manera vertiginosa.

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