Jean Maninat

Chivo que se devuelve, no se desnuca – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Mire usted que los hay irreductibles, testarudos, impenitentes, programados para repetir una y otra vez la misma gansada, sin rodeo alguno. En los destellos que dejan escapar los ojos enfebrecidos, inflamaditos de tanto verse en el azogue de la Historia, no se percibe signo de discernimiento alguno, de distinción entre opciones, de validación de las decisiones tomadas. Es gente de convicciones lineales. Hemos sido perseverantes, ni cambiamos ni nos rendimos, arguyen con sonsa altivez.

¿Cuántas veces irá el Coyote, salivando su pretendida viveza, directo a hundirse en la enésima trampa que le tiende el Correcaminos, con una risita burlona, mientras la carrera que pega luego no deja polvo manso en el camino? ¿Cuántas veces el ofuscado Coyote abrirá el paquete recomendado de ACME, provisto de toda suerte de artilugios explosivos tan solo para que le exploten en el rostro y le chamusquen la desmirriada figura a la hora de querer armarlos? ¿Cuántas veces esperará con una bomba en la mano a la puerta del túnel atraído por un familiar y promisorio Bip-Bip tan solo para que una rauda y furiosa gandola desemboque del boquerón, se lo lleve por delante y no le deje hueso sano?

Ciertamente, es la prerrogativa de los guionistas de Looney Tunes, es una ficción para el divertimento. Pero que unos políticos que se hicieron adultos en la profesión se empeñen en reproducir la empeñosa torpeza del Coyote, su infatigable capacidad de autoengaño, debería llamar poderosamente la atención de los expertos comunicacionales acerca del efecto indeleble de los dibujos animados en psiques inconsistentes, incapaces de discernir luego entre la autoficción y la realidad.

Afortunadamente, las corrientes marinas subyacen esquivas para que quien quiera descubrirlas, leerlas y navegarlas, lo pueda intentar. Y por estos lares ya hay quienes han encontrado el Tornaviajes (¿Cortesía del fantasma de Andrés de Urdaneta?) y están de regreso de cinco años de inexplicable desvarío, de ofuscación política, de desmantelamiento de la opción  electoral, y ambivalencia frente al  diálogo. (Es cierto, todavía quedan los Todo me vale madre, ni elecciones, ni conversas en Mexicalpan, con güeros noruegos o sin ellos, lo nuestro es que se vaya el Gobierno, que renuncie ya y sanseacabó. Pero, entendamos, es un oficio de vivir, una franquicia).

Va a requerir de mucho valor e integridad asumir los yerros cometidos, enderezar el rumbo, reconvencer a los descreídos. Sin mayores aspavientos, sin actos de fe en público, sin procesiones de expiación. Tan solo el hecho político fundamental de rectificar y actuar en consecuencia.

Valdrá la pena, chivo que se devuelve no se desnuca.

Lea también: «Las venas abiertas del Vaticano«, de Jean Maninat

 

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