Publicado en: RunRunes
Por: Pedro Pablo Peñaloza
Votar o no votar, esa no es la cuestión. Aquí el tema de fondo es la unidad. En principio, cualquier opción era válida, pero ambas estaban condicionadas por un hecho: la necesidad de que la oposición marchara cohesionada por el mismo camino y apuntando claramente hacia un solo objetivo. En el marco del debate, se planteó la posibilidad de participar con un candidato unitario que desarrollara una campaña vigorosa para denunciar la ausencia de garantías con el fin de movilizar al país y convertir la elección en una especie de punto de quiebre, el detonante para convocar a los ciudadanos a luchar por la recuperación de la democracia. Con el respaldo de los partidos y de las organizaciones de la sociedad civil, el aspirante tendría el músculo suficiente para alertar sobre las desviaciones del proceso, enfrentar una amenaza de fraude y relanzar a las fuerzas del cambio. En dos platos: todos juntos podrían “cobrar” el triunfo o pelearlo si el gobierno pretendía escamotearlo.
Al final, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) desechó esta alternativa y resolvió jugar la carta de la no participación, argumentando que no convalidará una farsa que solo persigue legitimar a un gobierno repudiado por la comunidad internacional. Por su parte, Henri Falcón tampoco se apura en tensar la cuerda. El candidato evita referirse al tema de las condiciones electorales, salvo para decir que son mejores que las de 2017 y muy similares a las de 2015, cuando la oposición arrasó en las parlamentarias. ¿Tiene Falcón la capacidad y –especialmente- la voluntad para defender los votos y levantarse ante la posibilidad de un fraude? Pregunta para el abanderado de Avanzada Progresista. En las elecciones regionales, tras señalar una serie de irregularidades y exigir una respuesta del ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, el exgobernador reconoció la derrota sin chistar, pasó la página y ahora se presenta como la opción para desactivar la misma bomba que le estalló en la cara hace apenas siete meses.
Al margen de la falta de garantías electorales, las condiciones políticas también conspiran contra la salida electoral. Sin cohesión, muy difícil. El proceso se reduce a un terreno para la lucha fratricida. En esta esquina, el colaboracionista y legitimador. Y en esta otra, los abstencionistas sin estrategia ni rumbo claro. Triste combate por el subcampeonato. El ex secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, llama a castigar al régimen chavista y también… a la MUD. La alianza opositora y el Frente Amplio todavía le deben al país una hoja de ruta clara. El futuro es una incógnita. Lo único seguro es que después del lunes 21 viene el martes 22. Desde la óptica personal, cada quien actuará según dicte su conciencia y criterio político. Pero en este escenario, el voto parece que ha dejado de ser el instrumento para el cambio anhelado por las mayorías.