Duelo al amanecer

Por: Carlos Raúl Hernández

  Desde hace más de una década, la oposición se enfrenta agónicamente al Leviatán totalitario que devora la libertad y la vida civilizada. Protestas, grandes marchas desmañadas, errores, aciertos, procesos electorales, artículos, declaraciones de prensa, radio y televisión, recorridos al país. Una pasión con uñas y dientes mantuvo a distancia, hasta ahora, al país del destino cubano.

Las bases de la lucha han sido el coraje y la desigualdad, en una refriega de grupos «armados más de valor que de acero» como decía Zorrilla, contra el dragón del Estado revolucionario amoral e inconstitucional. Ha sido igual en todas las luchas contra autocracias y dictaduras a lo largo de la historia. El ventajismo y el abuso es el punto de partida, el cuadro de condiciones. No la conclusión genial de supuestos analistas y «expertos electorales» frauduleros.

Su irresponsabilidad parece percibir lo que ocurre en Venezuela como un duelo al amanecer, con padrinos, pistolas calibradas y paltó levita. Una esgrima olímpica en la que una falla técnica hace ganar o perder la condecoración. La lucha contra las dictaduras es existencial. Quienes han dado las batallas se entregaron a fondo, en renuncia de comodidades o privilegios. Otros se han cambiado roñosamente, como vimos hace poco. Y muchos comen y callan. Chilenos, argentinos, brasileños, cubanos han desafiado con el físico regímenes atroces sin contar previamente con «garantías» de Pinochet o Castro.

Es defender la familia de un atraco o secuestro sin poder valerse más que de lo que se tenga a mano. A nadie se le ocurrirá reclamar al padre o la madre que se enfrentaron «que no obtuvo condiciones justas» en la refriega, que no se plantó y dijo «¡iguáleme señor secuestrador. Si no lo hace me voy a mi cuarto y lléveselos a todos!» ¿Es que el flaquito David debió negarse a defender su tribu a menos que le pusieran «uno de su tamaño» y un árbitro imparcial?

Hay que entender el despecho y la amargura de muchos por la derrota e incluso de gente que lo único que ha hecho de vez en cuando es votar o ir a alguna marcha. Uno que anuncia «no voto más. Perdí la esperanza». Pero es traición en «expertos» opinantes que hablan de política como niños, llenando la cabeza de los electores de inseguridad y obviedades rotundas.

Sugerir entregas o trapicheos de Capriles, Aveledo, Ismael García y tantos otros que se juegan el físico en esto, es más que canalla en boca de «conocedores», que preparaban la calumnia con el mísero axioma de «Capriles sólo pierde con fraude». Perdió con votos de muchos convencidos, y también de empleados públicos aterrados porque su voto no sería secreto, -gracias, entre otros, a «expertos» de la oposición-, mujeres que alimentan sus hijos de la mano del gobierno, gente presionada y engañada.

Es luchar con una mano amarrada o entregarse. That is the question. Como Spencer, Pompeyo Márquez dijo que esta lucha es «el Estado contra el hombre». El Estado bellaco seguirá usando la monumental renta petrolera para arrasar la democracia. No valen plañideras. ¿Tiene un átomo de cerebro pedir que se «denuncie el fraude» y debilitar el prestigio de los candidatos opositores en la antesala de las elecciones regionales de diciembre?

Su tonta prédica estimula abstención de votantes democráticos en diciembre y facilita que el gobierno gane las gobernaciones por forfeit, como ocurrió en 2005, cuando con apenas 20 por ciento obtuvo todas las curules. Los hoy reivindicadores de la «verdad» cristalina frente a la «turbidez» de los que ponen las manos en el yunque, aplaudieron la abstención de entonces. De haber participado la oposición, otra sería la historia. No habría un CNE hegemónico, para comenzar.

Seguiremos en desventaja. El CNE no va a ser independiente. Habrá cadenas, atropellos a los medios de comunicación críticos y compra de politicuchos. La alternativa no ha dejado de enfrentar eso ni un minuto y no es ninguna «verdad oculta» sacada a flote en su resplandor por clowns de piñata. Cada minuto el candidato denunciaba las trapisondas del gobierno y pedía «una horita» de cadena. Varias el comando reclamó al organismo electoral.

En desventaja ganó la oposición en 2007, 2008 y 2010. La refriega continúa a fondo, sin descanso, para mantener las gobernaciones que la autocracia quiere desmantelar. Ojalá el abstencionismo y el radicalismo no continúen su ayuda insensata a esos fines. No hay cansancio ni desmoralización en los que luchan todos los días, porque nadie puede cansarse de respirar. Venezuela no será Cuba.

@carlosraulher

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