Por: Carlos Raúl Hernández
Por presiones internacionales el gobierno parece -solo parece- abandonar su consabida actitud y acepta dar los primeros pasos en un intercambio de opiniones.
Una tragedia terrible es cuando en una sociedad cualquiera se rompe el diálogo, porque es síntoma que avanza la maldición totalitaria o alguna forma dura de autoritarismo. En Venezuela se quebró con la llamada revolución bolivariana, a partir del momento cuando el sumo sacerdote dictaminó que las diferencias eran un crimen y que por lo tanto se abolían, y solo tenía validez la voz de la revolución. Por presiones internacionales el gobierno parece -solo parece- abandonar su consabida actitud y acepta dar los primeros pasos en un intercambio de opiniones con la MUD.
Es consecuencia de que Lula le volvió a halar los pelitos de la patilla a Maduro. Para Brasil es muy importante mantener viva la gallinita de lo huevos de oro y se sabe que la llamada «burguesía paulista» bajó la presión sobre aquel sospechoso Lula recién electo a cambio de que le entregara Venezuela como una fazenda. Para el resto de los países de UNASUR, todos prósperos,»neoliberales», llenos de inversiones y con democracias estables, es una vergüenza frente al mundo tener que defender este adefesio maloliente del régimen venezolano.
UNASUR cuida la finquita
Están compelidos a buscar una salida para mantener su burro amarrado. Pero no está fácil el diálogo, principalmente porque el gobierno va arriado, contra su voluntad, y la MUD, que realizó un encomiable acto de valor al asistir, está asediada por dos tipos de chantaje interno. Una es la de los que se dicen resistencia, que se limitan a martirizar los vecinos de las zonas acomodadas de Caracas (y otras ciudades) y dedican su ocio en tuiter a encanallar cualquier cosa que no se parezca a sus absurdas elucubraciones (350, constituyente, renuncia ya, etc.) Otra, la de los tradicionales cazadores de güire, los tío conejos que juegan en todos los tableros.
Dentro de la MUD aprueban el diálogo, pero en los medios lo critican y le apuestan a los dos caballos en una carrera de dos, seguros que no pueden perder. Quienes lanzaron la finada «salida», deberían tener la responsabilidad de interrogarse a dónde va la oposición después de tan terrible derrota y el oscuro cuadro para el país de que todo fracase. Por obra de ese sombrío error, hoy el país se consume en el debate sobre la presencia de Aveledo, Falcón y Barboza en La Casa Amarilla, y no sobre 400% de devaluación. Hay varias maneras de intentar el sabotaje de esta frágil plantita del diálogo. Uno es pedir que las deliberaciones sean una suerte de convención con asistencia universal de todos los afectados por cualquier cosa mala.
Jaua y Weber
Tal vez sueñan con los Estados Generales en la Francia pre revolucionaria. La otra es imponer condiciones tales como que Maduro se afeite el bigote, Jaua lea las obras completas de Max Weber, Ramírez haga voto de pobreza y Roque Valero Cante la Traviata en las Termas de Caracalla. Hay algunos que solo piensan en las cámaras aunque solo sean de Internet y, se ha dicho que cuando los ilumina la nevera abierta, comienzan su eterna declaración, que consiste en relatar cuán valientes e íntegros son. Tal vez un siquiatra podría ayudarlos a pensar menos en las tablas y más en un país que se precipita en el caos, la anarquía, la muerte, el dolor extremo. Ojalá la posibilidad de un diálogo para regresar a la vida constitucional no fracase también.
El diálogo es el punto de partida de la civilización, porque ésta y el pensamiento racional se desarrollan a partir de que los sujetos crearon el lenguaje, que contiene proposiciones distintas y contradictorias que se cruzan. Para los demócratas no existen otra concepción del mundo que no sea el pluralismo y la convivencia dialógica. Antes la conexión entre los individuos era de palos y gruñidos, como describe Kubrick en aquella remota 2001 Odisea del espacio. Con el paso de los siglos se hizo el modo de vida normal, pero eso costó miles de años de guerras. Los medios de comunicación libres son el vehículo ideal para que las diferentes posiciones de la sociedad se mantengan y ventilen, en un diálogo holístico, como diría aquél filósofo chavista. Los parlamentos y demás instituciones políticas son instancias para ejercerlo y para que escuchen la voz de los ciudadanos.
@carlosraulher