Publicado en: El Universal
Aunque fue jefe de comando de campaña de Capriles y varias veces gobernador de la Unidad, Falcón no tendría el pedigrí necesario, porque así lo decidió el este de Caracas.
Latinoamérica, EEUU y la Unión Europea acechan al gobierno, con amenazas de embargo si “gana” las elecciones. Su apoyo popular apenas llega a 25%, 90% de la gente lo cuestiona y 75% está contra él. Hiperinflación, hiperdevaluación, desabastecimiento y demás jinetes del Apocalipsis convierten Venezuela en Haití. Pero para eclipse de cualquier mente normal, grupos urbanos acomodados, decidieron abstenerse de votar. Algo tan incomprensible como un boxeador que no sale en el último asalto cuando su contrincante está groggy.
Pero la clave es la siguiente: como los aspirantes de estos sectores quedaron anulados, prefirieron sacrificar todo, incluso sus propios partidos, con tal de que el único de la MUD que podía y quería, no fuera candidato. Esta es la auténtica razón para abstenerse (me-abstengo-pero-no soy-abstencionista) y pido-condiciones, una excusa abigarrada para incautos, una carnada de colores brillantes que engaña a los peces. Aunque fue jefe de comando de campaña de Capriles y varias veces gobernador de la Unidad, Falcón no tendría el pedigrí necesario, porque así lo decidió el este de Caracas.
No ir a las municipales ni a los concejos regionales es una bomba solo mata gente contra la provincia, las bases de sus partidos y cualquier sentido de la política. Recuerda aquella comunidad de 900 norteamericanos radicados en Guyana, cerca de la frontera con Venezuela, que hace mucho tiempo decidieron suicidarse en masa y matar antes a sus niños. En la furia contra Falcón, liquidan a su propio liderazgo medio y ya hay pobladas en partidos que lucen en disolución. Los dirigentes de base colocan la mirada hacia la fuerza ascendente que les abre las planchas, con perspectivas auspiciosas e impredecibles.
Siempre tendremos París
Ante eso no asombra la montaña de acusaciones, groserías, calumnias, insultos, orquestada desde los alrededores del frente, sobre todo grupos tuiteros moralmente lumpen, sin decencia y vidas rabo e cabuya. Tarde comienzan a comprender la trampa en la que se metieron y que les quiebra los huesos. La esperanza de sobrevivir está en un nuevo 23 de enero de 1958, que de un envión voltee la tortilla, una prueba más de que muchos viven en Narnia o en todo caso, en un mundo no probabilístico. Así las FF.AA. restablecerían de un solo swing el orden y todo el mundo contento. Frente sería la Junta Patriótica. Ya se dijo que la historia cuando se repite no es drama sino comedia.
Arreció desde que publicaron la gráfica de tres dirigentes opositores (ya tienen hasta el candidato para representar a Monseñor Arias Blanco), sellando en París un redivivo Pacto de Nueva York de 1957, el de la histórica foto de Betancourt, Caldera y Villalba. Y el No tiene sentido especular sobre si las dos reuniones, con 61 años de diferencia, tendrán significados equivalentes, pero prefigura el esquema que acarician ido Maduro y los que no aparezcan en esa gráfica, Falcón, Ramos, Rosales, irán al basurero de la historia.
Por esa razón decidieron borrar a Falcón de la faz de la tierra con cualquier recurso disponible, e incluso Borges, siempre comedido, dispara a quemarropa contra él. El problema para los autores del nuevo Pacto de Punto Fijo está en que Falcón en caso de perder, quedaría como jefe de la oposición interna, en el terreno, mientras los otros están inhabilitados o en desbandada, sus partidos ilegalizados y además heridos por las acciones de los dos últimos años. Una fuerza interna con millones de votos encabezada por Falcón, ralentiza el papel del exilio.
El comando Gadot
Que se muera, que se lo lleven los extraterrestres, que lo secuestre un comando formado por Gal Gadot, Blake Lively, Scarlett Johansson y Jessica Biel y que no regrese nunca más, que renuncie (se lo piden los angelitos carbonizados del 350) y que se hunda con ellos en el pozo abstencionista, la nada de Fernando Mires. Ahí sería un pececito más entre otros. Los ejércitos norteamericano y soviético corrían a toda máquina a ver quien llegaba primero a Berlín en la derrota alemana. PJ, VP y Soy Venezuela (¿se llama todavía así?) quieren llegar primero que Copei, el MAS y AP, pero el segundo grupo ya está en la Puerta de Brandeburgo.
Pero el cambio de régimen no tiende a parecerse al 23 _E., un pronunciamiento del comando conjunto de las FF.AA. que depone a Pérez Jiménez, tal como ocurrió con Medina y Gallegos. No fue un golpe de Estado tal como se le entiende comúnmente, un cuartelazo y plomo sino una acción militar “seca” y masiva. Al contrario pareciera que el cambio deseable o posible será una larga pulseada dentro del país con los militares y el madurismo plagado de dificultades, lo que obligará a una negociación seria, no la pantomima de R.D. con la oposición interna.
Ello obligaría a un pacto de coexistencia, al respeto por enclaves de poder, la justicia transicional y a una marcha consensuada y cuidadosa diferente a la que prefiguran desde París. Y hay que tener un bagre podrido en vez de sesos para pedir embargo a los barcos venezolanos en el Canal de Panamá, una de las declaraciones más ridículas que se han dado últimamente (o que “luego de la orden de captura contra Maduro, solo falta que se pronuncie la AN”). Incluso si se diera una acción militar victoriosa como la de Larrazábal en 1958, los militares y el madurismo tendrían mil razones para hablar con Falcón y no con los otros.