Por: Sergio Dahbar
Uno nunca se imagina dónde se esconde la inteligencia. En estos días vi una de las conferencias motivacionales de TED, que se encuentran en Youtube, y que fue escogida por Bill Gates como una de sus trece favoritas.
Fue dictada por la abogada Susan Cain y se llama «El poder de los introvertidos». Recomiendo revisarla varias veces.
Sobre todo aquellos padres y maestros que suelen acosar a hijos y alumnos para que trabajen en equipo y se reúnan con otros niños, como sinónimo de normalidad y crecimiento sano.
Susan Cain cuenta allí que cuando tenía 9 años fue a un campamento con niñas de su edad y su madre le preparó un bolso lleno de libros. Para su familia era tan natural leer como respirar y habían aprendido que la magia de los viajes y las emociones se escondían entre las hojas de papel.
Cuando ella sacó su primer libro en el cuarto con sus amigas, rápidamente la coordinadora del grupo le explicó que ese campamento era para divertirse, para encontrarse en el grupo y pasarla muy bien. Entendió el mensaje y dejó el libro en su cama, algo avergonzada.
La segunda vez ocurrió lo mismo, quizás con más énfasis, entonces se dio cuenta de que su actitud no encajaba correctamente con el grupo e inmediatamente escondió el bolso bajo la cama y no lo volvió a sacar en todo el verano.
La experiencia en ese campamento no fue la única vez en la que Susan Cain sintió que cometía un error al querer leer en vez de socializar con amigas. Por eso cambió de actitud y cuando creció fue a bares ruidosos en vez de hacer lo que le gustaba: cenar tranquilamente con pocos amigos.
Más tarde, en vez de dedicarse a escribir, que era su verdadera pasión, estudió Derecho, porque sentía que esa carrera era la correcta para olvidarse de su tendencia sosegada, que prefería la introversión al ruido social.
Pero en algún momento de su vida retomó su impulso original y empezó a trabajar en la idea de defender eso que tanta gente se había empeñado en combatir. Esto la llevó a trabajar en numerosas investigaciones, que derivaron en la conferencia «El poder de los introvertidos» y en un libro que ya se encuentra en español, Tranquilo. El poder de los introvertidos en un mundo que no puede callarse, RBA, 2012, 464 páginas.
Hoy Susan Cain aboga por los introvertidos, para que puedan hacer lo que saben hacer, no sólo porque es más sano para cerca del 30% de la población mundial (estadística de introvertidos en el planeta).
Los extrovertidos necesitan estimulación social. Los introvertidos requieren de tranquilidad para hacer lo que desean, leer o trabajar. El problema es que todo está diseñado para los extrovertidos.
Desde la escuela primaria, hasta el lugar de trabajo en la vida adulta. Susan Cain relata los estudios realizados por el psicólogo de la Universidad Florida State, K. Anders Ericcson.
Investigaron a un grupo de violinistas, pero también a ajedrecistas, atletas y universitarios.
«Lo que lleva a la maestría es la `práctica deliberada’, esa que se logra en solitario, siguiendo los propios ritmos y tratando de superar, reflexivamente, los propios errores».
Esta actitud sosegada hace que los introvertidos afronten mejor las crisis: no llaman la atención con las soluciones que plantean.
Y, al ser más sosegados, generalmente tienen más tiempo para reflexionar en cada situación. No es todo. Aseguran que son mejores jefes.
Ser líder implica relacionarse con mucha gente, tener carácter y defender la opinión propia con sentido común. Siempre se ha dicho que los extrovertidos son jefes ideales. Así, los introvertidos quedaban en segundo lugar. Esto puede ser verdad, pero no para todas las ocasiones, y a veces se necesita a alguien de más bajo perfil.
Cain lo subraya: «Los introvertidos son más abiertos a las opiniones de los demás. Y comparten el crédito de un acierto sin problemas, algo que puede funcionar muy bien con equipos de trabajo que se caracterizan por su proactividad».
En su conferencia Susan Cain cierra su defensa de los introvertidos con el recuerdo de su abuelo, un rabino respetuoso que hilaba tapices memoriosos con parábolas milenarias y respetaba a sus interlocutores, fueran elocuentes o silenciosos. Esa es la explicación por la que hoy ella defiende lo que es: una introvertida que se salvó del acoso social.
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