El Seniat al bate – Editorial El Nacional

Editorial de El Nacional

Primer turno

El Seniat al bate

«En Venezuela, el desempeño periodístico se imposibilita porque es casi nulo el acceso a la información en manos del Estado y se criminaliza toda forma de expresión social y política disidente, sea de periodistas, de dirigentes vecinales, estudiantiles o políticos». Estas líneas forman parte del análisis efectuado por la SIP, en marzo pasado, durante su reunión en Panamá.

No es este el único organismo internacional que ha manifestado inquietud por el acoso a medios nacionales, en especial a El Nacional, Tal Cual y La Patilla, ni es el nuestro el único país de América Latina aquejado por codiciosos  afanes oficiales de monopolizar la información, un objetivo para cuyo logro los regímenes de Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua han puesto en marcha sus programas de hegemonía mediática, como lo aconseja la estrategia de dominio noticioso y propagandístico diseñada por los cubanos.

En procura de tal predominio, se penaliza el ejercicio periodístico con la alcahueta complacencia de fiscales y jueces al servicio de  mandamases populistas.

Se supo por Mike Roldan, periodista cubano fallecido en nuestro suelo,  a quien Castro amargó la vida condenándolo a un exilio melancólico y sonámbulo, y que ofició de traductor entre  Fidel y Alexei  Kosygin, en visita que este realizara a La Habana (junio, 1967), que el entonces «premier» soviético habría advertido al cubano acerca de «ese vicio capitalista y burgués» que era la libertad de prensa.

No necesitaba el barbas tal sermón: Castro tenía casi una década cocinando embelecos en su propia sartén informativa y, en su fórmula de exportación de la revolución, someter a la prensa y domeñar periodistas eran ya objetivos principales.

Chávez compró la idea al rompe y se lanzó a expropiar, fundar y adquirir emisoras de radio, estaciones de televisión, panfletos comunitarios, imprentas, empresas de publicidad exterior y hasta remedó, con la Villa del Cine, la industria hindi de «Bollywood» para que las películas venezolanas cinematografiaran la nueva  y  roja realidad.

Fue así como comenzó el presente calvario de nuestra profesión, que ahora, además de la consabida coerción judicial, debe enfrentar la embestida, por otro flanco, de la Administración Aduanera y Tributaria, cuyos muy bien entrenados funcionarios gustan de colocar a las empresas en un laberinto burocrático a fin de prodigar sanciones ya sea cierre temporal, clausura definitiva o imposición de exorbitantes multas.

No para subsanar  irrelevantes erratas contables, sino para presuntamente intimidar a quienes -ya sea en la fabricación,  distribución y venta  de bienes y productos de consumo masivo, la prestación de servicios o el suministro de noticias- compiten en eficiencia  y transparencia con un sistema que pretende controlar todo lo que esté a su alcance.

Esto incluye la vida privada del ciudadano, aunque para ello tengan que violar hasta el cansancio la Constitución que tanto defienden. Así, pues, el Seniat está al bate. Ayer tuvo su primer turno.

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