Soledad Morillo Belloso

Entre el «menos mal» y el «ojalá» / Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

El rector del CNE Enrique Márquez habló con claridad de condiciones «medianamente transparentes». La frase lo pinta de cuerpo entero, con sus medias chorreadas y su vocación de mediocridad. La gente reaccionó, como era de esperarse, con repelús, con rechazo, con grima. El rector nos mete en el mundo del «menos mal», a saber del «peoresnadismo». No lo puede evitar. Está en su naturaleza. Es el epítome del menos mal.

Pasan los días, semanas, meses. Y seguimos sin plan de vacunación. Algunos, justificadamente aterrados y desesperados, recurren a las palancas, al pana del pana, al compadre del compadre, y se agencian unas vacunas en el mercado negro en dólares. Hay un ojalá. Ojalá  de veras esa inyección  inmunice, ojalá no sea un engaño con certificados tracaleados, ojalá no sea agüita de babandí. Ojalá.

No hay gasolina, no digamos ya de la subsidiada, no hay en cantidad suficiente de la que se paga a precios internacionales. Para poder tener acceso a ella en el interior al menos, hay que tener un «contacto», llegar de madrugada a la cola y rezarle a las ánimas benditas que lo que hay en la bomba alcance. Y luego que se consigue surtirse de unos litros de gasolina de la peor calidad (los motores de los carros tosen como tísicos) inevitablemente viene el escuchar la frase de alguien que nos dice, en tono lastimero, «bueno, menos mal que pudiste». Menos mal.

Todos los días y todo el día estamos pendientes de un anuncio: que las fuerzas de oposición (las de verdad), sentaditos todos sus dirigentes frente a las cámaras, declaren que se unen todos en el Acuerdo de Salvación Nacional. Cuando culmina el día y tal cosa no ha ocurrido, pues a uno se le pinta en la esperanza un «ojalá mañana». Ojalá entiendan, ojalá les entre en la sesera que este juego de cada cual por su lado solo beneficia a los alacranes, a los de la mesita y a los del régimen. Ojalá.

Vamos llegando al final del mes de mayo. Lo que acaparaba la agenda hace unas semanas o días ya desapareció de los titulares en medios y redes. Pasó al cajón del olvido. Porque no tenemos espacio intelectual o emocional para dejar esos dolores vivos. Porque hay en cola  nuevas angustias. Y caemos en un nuevo ojalá que tiene precuela y secuela en un menos mal.

La sociedad, la ciudadanía, la gente, el pueblo, como lo quieran llamar, está harto. Harto de Maduro, de los enchufados, de los sordos que pretenden dirigir la política. Harto de los que creen que se las saben todas pero no solucionan nada. El pueblo nada entre un ojalá y un menos mal.

Pero fabricamos nuevos ojalá. Y nos vamos a la cama todas las noches con el suspiro de los menos mal.

Pero en Miraflores, todo bien. Viendo Netflix.

 

 

 

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