¿Hacia dónde marcha la oposición venezolana?- Pedro Pablo Peñaloza

Por: Pedro Pablo Peñaloza

La oposición marcha. Sí, pero hacia dónde. Al igual que sus esbirros, el presidente Nicolás Maduro lanza una bomba de humo rojo que pica. Y mucho. “Yo estoy ansioso que se convoquen las elecciones de gobernadores y alcaldes”, dispara el Jefe de Estado. La embestida sorpresa busca dispersar a los protestantes y, en cierta forma, logra su cometido. De repente, un sector de los manifestantes la emprende contra sus compañeros, ensayando una especie de ataque preventivo. Retroceder, nunca. Rendirse, jamás. Las elecciones de gobernadores y alcaldes no son suficientes, advierten. El objetivo es uno: Miraflores. Entonces, 2017 se convierte en 2016 parte II o, peor aún, en 2014 parte III. Una saga de terror y error. Hace un año, la oposición desestimó los comicios regionales y concentró todo su esfuerzo en defenestrar a Maduro. Allí están los resultados.

¿De qué le serviría a la Unidad ganar gobernaciones y alcaldías? Sencillo: para lo mismo que le sirvió conquistar la mayoría de la Asamblea Nacional. Los diputados encabezan hoy las protestas y gozan del respaldo de las democracias del mundo, que condenan la ruptura del orden constitucional que significa el desconocimiento del Poder Legislativo. Si desde hace meses se contara con un contingente importante de gobernadores en la lucha por la democracia, seguramente se habría robustecido la posición de la Unidad. Otras interrogantes son más complejas. ¿La Unidad tiene la fuerza, la organización y la capacidad de movilización suficientes para imponer una salida que rechaza el Gobierno? ¿Su liderazgo está dispuesto a escalar el conflicto hasta el punto de no retorno? ¿La sociedad venezolana está preparada para asumir el desafío que impone tratar de derrotar a un régimen autoritario en la calle? ¿Hasta dónde debe llegar la presión popular para quebrar la cohesión del chavismo? No hay respuestas fáciles. Ni salidas rápidas.

Las elecciones no son una concesión, son un derecho. Como el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud, a la manifestación pacífica, a la libertad de expresión y a todas las cosas que están negadas en este país. Mientras se sube la empinada cuesta, algunos proponen cargar más piedras en el morral. Respeto a la AN. Liberación de presos políticos. “Canal humanitario”. Reestructuración del Tribunal Supremo de Justicia. Reorganización del Poder Ciudadano. Renovación del Consejo Nacional Electoral. Y si queda tiempo, elecciones. Aunque, obvio, no unas cualquiera. Para evitar frustraciones y desengaños, la Unidad debe marcar una hoja de ruta. El viento sopla y pronto los efectos del humo rojo se disipan. El liderazgo está en la primera línea para recibir los bombazos y, sobre todo, para dirigir y observar con precisión lo que asoma en el horizonte. La oposición debe avanzar en la calle, por supuesto. Pero siempre apuntando hacia un destino claro.

Compartir

Un comentario

  1. Lo sensato, no fácil, que las fuerzas democráticas conjuntamente con la sociedad Civil, definan otra ruta para:
    salir del régimen; GOBIERNO de transición para atender emergencia nacional; pacto de gobernanza y gobernabilidad; y, apoyo a iniciativa popular de convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para superar crisis estructural del sistema político y definir entre todos un nuevo pacto social.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post recientes