Hijos de un dios díscolo

Por: Sergio Dahbar

La figura del terrorista que actúa como lobo solitario, sin relación con grupos articulados, convertido en  vengador universal, hoy representa una moneda corriente en la vida contemporánea. Ahí están los hermanos Tsarnaev, quienes devastaron a los participantes del Maratón de Boston en abril pasado.

Pero hay más asesinos. Mohamed Merah, el yihadista de Toulouse: 7 muertos en los Pirineos. Anders Behring Breivick: 77 muertos en Noruega. A todos los precede Timothy McVeigh, autor del atentado de Oklahoma en 1995: 168 muertos. No menos letal resultó el israelí Baruch Goldstein: 29 muertos en Hebrón en 1994.

Los especialistas reconocen que el primer terrorista individual, creador de la expresión “lobo solitario”, fue el supremacista blanco Alex Curtis en los años noventa. Miembro del Ku Klux Klan, Curtis proponía la “resistencia sin líder”: “individuos sustituyen a las organizaciones jerarquizadas, estructuradas y detectables por los servicios policiales o de espionaje.

Pero deseo volver sobre uno de los hijos más letales en el tiempo de este dios díscolo que es el odio de las ideologías. El 3 de abril de 1996 a las 11 de la mañana el mundo entero descubrió a Theodore Kaczinski, matemático destacado, con estudios en Harvard, PhD en la Universidad de Michigan y experiencia pedagógica en Berkeley. Diecisiete años más tarde este matemático sigue viviendo en las tinieblas.

Su nombre de guerra fue Unabomber (así bautizado por los investigadores federales por enviar bombas por correo a universitarios y empleados de aerolíneas). A lo largo de 18 años de actividades criminales, Kaczynski mató a tres personas y desfiguró o mutiló a otras 23.

Su padre, un fabricante de salchichas de Chicago, le enseñó a amar los espacios abiertos, la naturaleza y le inculcó cierto respeto por los valores académicos. Su madre, pequeña, fuerte de carácter, tenaz, siempre mantuvo la determinación de que sus hijos estudiaran y alcanzaran altos niveles profesionales.

Kaczynski entró en Harvard a los 16 años. Curiosamente, fue aquí donde este joven esquivo relacionó la meritocracia con la humillación. Sus compañeros de estudio recuerdan su tendencia a la soledad.

Como matemático, se especializó en Análisis Clásico. Obtuvo su postgrado en la Universidad de Michigan, y consiguió trabajo como profesor asistente en Berkeley, en plena efervescencia de la libertad sexual y la contracultura. El mundo parecía que iba a estallar y Kaczynski como si nada. Renunció sin explicación cierto día y literalmente desapareció. Durante 1969/1978 Kaczynski viajó por Estados Unidos y América Latina.

David fue su némesis a lo largo de una vida tortuosa e infeliz. Ambos se fueron de casa para estudiar, ambos escaparon del yugo familiar hacia la libertad de lo desconocido y lo salvaje. David se hizo amigo de un latino solitario que vivía apartado del mundo. Leía a Gandhi, comía sólo verduras. Y regresó a la civilización para casarse con una novia a la que amaba. Se convirtió en trabajador social. Theodore también regresó y comenzó a matar gente.

Hoy cumple su sentencia en la cárcel de máxima seguridad de Florence, Colorado, con algunos vecinos «célebres’’: Ramzi Yousef –quien atentó contra el World Trade Center en 1993– y Richard Reid, el hombre que quería volar un avión con explosivos en sus zapatos.

Está confinado en su celda –de dos metros por dos metros y medio– durante 23 horas al día. No tiene contacto con su madre y hermano desde 1998 y se niega a contestar sus cartas.

David Kaczynski delató a su hermano con la condición de que éste no se enterara. Las autoridades no cumplieron su promesa. En la actualidad es el director ejecutivo de la ONG New Yorkers against the Death Penalty.

El millón de dólares que obtuvo por entregar a su hermano fue utilizado para pagar a sus abogados, y el resto se repartió entre las víctimas de las bombas y sus familias. Aunque sabe que hizo lo correcto, David no siempre duerme en paz. A veces lo visitan los demonios. En ciertas pesadillas siente que está muy cerca de abrir la celda de su hermano para acercarle algo de comida sana. Siempre se despierta antes. Nunca será fácil traicionar a un hermano.

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