Historia universal de la pureza – Carlos Raúl Hernández

Por Carlos Raúl Hernández

Los puros han sido una grave amenaza para la civilización democrática

La experiencia en todas partes y en todos los tiempos enseña que cuando emergen movimientos regeneradores, cuya bandera esencial es «la lucha contra la corrupción», hay gran riesgo de que se pierda todo. El resultado de su acción termina en los fracasos del pobrediablismo, como Venezuela entre 1993 y 1998, o la destrucción de la vida civilizada por grupos hambrientos de poder brutal, como Venezuela a partir de 1998. La historia universal de «los puros» es siniestra, dolorosa y mete a todos en un callejón sin salida. Ser enemigo de la corrupción es simpático, justo, moralmente encomiable (¿quién podría estar en contra?). El problema nace cuando los puros que llegan al poder no se limitan a modificar lo único sobre lo que tienen competencia, la administración pública, sino que pretenden intervenir la moral y las costumbres de la gente.

Calvino en Ginebra prohibió la música y los colores vistosos, porque «incitaban al pecado» y en la Cambodia socialista fusilaban a quien hablara francés o usara anteojos. Un turiferario actual dice que el gobierno no tiene porqué dar dólares para viajes de placer. Los puros en el poder han pretendido controlar, regular, punir, no los delitos, sino la desviada naturaleza humana y para eso buscan el poder total (siempre contra los demás, mientras ellos practican toda forma de corrupción). Quieren regir los viajes, el bienestar de los sentidos, lo que se come, la ingesta de alcohol, el largo de las faldas, el escorzo de los escotes femeninos, el uso de tintes. Los puros han sido una grave amenaza para la civilización democrática. Roma atacó con saña las diversas sectas judías, entre ellas los cristianos iniciales.

La guerra económica

Insólitos predicadores sin mucho sentido de la realidad, odiaban por corrupta la sociedad romana que cobijó sus exilios, y la amenazaban paradójicamente con un final de sangre y fuego cinematográficos. No entendían sus relajadas costumbres, sus estatuas con mórbidas formas humanas, su erótico politeísmo en el que el vino y el sexo eran nada menos que deidades, Baco y Eros. Con esa prédica frenética despertaron la fiera romana, un furioso y sanguinario exterminio, una ofensiva que casi logró desaparecerlos. Importantes opinión makers del Imperio, Minucio y Cornelio, entre otros, los acusaron de adorar una cabeza de burro y en sus rituales violar niños para luego devorar su sangre y carne, practicar sodomía entre hermanos, padres e hijos, sexo colectivo, maleficios.

Falsearon así el ágape, la comida ceremonial y comunitaria eucarístíca. En campañas feroces se produjo la primera masacre contra cristianos en Lyon 177. Cuando se volteó la tortilla y Teodosio hizo al cristianismo en 380 religión oficial, la Iglesia utilizó las mismas acusaciones, ahora contra los que la señalaban a ella de corrupta. Eso se prolongó hasta después de la Edad Media en la larga etapa de persecución a la herejía y la brujería. En Italia del siglo XVI, el divino Miguel Ángel pertenecía a un grupo de conspiradores criptoluteranos, los Spirituali, antagonistas de la corrupción en la Iglesia, pese a que siempre trabajó para el papado. Esta militancia dejó para la historia de la política y de la cultura varios hechos sorprendentes. A cualquiera le timbra que la virgen luzca más joven que Cristo en la Piedad de El Vaticano y eso había sido un misterio pasado por alto.

Madre joven

Pero en 2006 descubrieron semidestruida en algún rincón la maqueta en arcilla de la obra. En ella, detrás de la figura femenina y el Cristo yacente, aparece Eros ¿Y qué hace la lujuria entre madre e hijo? Algo tan absurdo y discordante hizo que los estudiosos comenzaron a pensar que la juvenil Virgen María podría ser más bien Magdalena. Naturalmente las autoridades eclesiásticas cuestionaron aquel boceto y el maestro tuvo que llevarlo a su forma final, en la que dejó el rostro juvenil como clave. Otro episodio. Varias décadas después, en una de las más grandes cosas hechas por el hombre, el fresco de la Capilla Sixtina, Miguel Ángel plasma un enorme retrato del Papa Medici, Julio II, quién le contrató la obra, pero detrás de él un querubín le hace pícaramente a Su Santidad lo que llamaríamos «la seña del pulpero». Como si fuera poco, en el segmento de la expulsión del Paraíso, a Eva la presenta sorprendida por Dios en intimidad no reproductiva con Adán.

Ganar el papado

Los Spirituali de Miguel Ángel estuvieron a punto de ganar el papado. Su candidato era el cardenal inglés Reginald Pole, pero lo derrotó por un voto la Contrarreforma, Gian Pietro Garaffa, futuro Pablo IV. Como consecuencia varios miembros del grupo huyeron y a Miguel Ángel le quitaron el sueldo. El nuevo Papa quiso devastar el fresco, aunque al final se transó por pintar púdicos velos a los desnudos. En sus últimos momentos de vida, el maestro quemó sus cartas y dibujos, previendo el allanamiento que se produjo. Lo enterraron en secreto en Florencia. Paradójicamente la Contrarreforma es el triunfo del espíritu medieval de Lutero alzado contra el sensualismo de la Iglesia renacentista, que por su efecto vuelve a la represión, la imposición de la pureza. Derrotado el ánimo liberal, ganaron por un tiempo la hoguera, la Inquisición y la muerte.

@CarlosRaulHer

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