Jean Maninat

Instrucciones para un joven periodista progre – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Recuerde, antes de sentarse, pararse, o acuclillarse a escribir su nota periodística, que usted es una persona  liberada, que dejó atrás los prejuicios que siglos de sometimiento al poder del gran capital y sus aliados del pequeño y mísero capital pequeñoburgués, han impuesto al pueblo. Tiene usted, antes que nada, una misión, una labor que cumplir: denunciar a los poderosos, la injusticia social que engendran, allí  donde aparezcan, allí donde asomen la cabeza, fuego tecleado con ellos.

Tenga en cuenta que la realidad no es política y socialmente indeterminada, sin atributos, es una hechura de la cultura dominante, un espejismo para sujetar mejor, para dominar mejor al pueblo y explotarlo sin que se de cuenta y hasta que piense que debe estar agradecido por la “bondad” de quienes dominan. A usted corresponde denunciarlos, indicarlos con la luz perseguidora de su conciencia, con su inflexible teclear para desmontar. He allí un lema: teclear para desmontar la verdad.

Ah, pero tontos no somos, sabemos que la verdad no es neutra, es aparente, y tiene muchas aristas por donde aprehenderla. De manera tal, que no puede ser usted un adorador ingenuo de la verdad, debe deconstruirla, reformularla, reinventarla al servicio del cambio, del proyecto liberador. De ser necesario, habrá que torcerla e inventar una verdad nueva a la vez, que nos haga libres, opuesta a la oficial. Hagamos un ejercicio hipotético: en una isla del Caribe alguien manda a fusilar a cientos de prisioneros de espaldas a un paredón, y es catalogado inmediatamente de asesino. He allí una verdad aparente. Pero la verdad, verdadera es que se trata de un revolucionario, un ser superior, que cumple un mandato superior, y no está sujeto a las leyes de la sociedad burguesa o cualquier fantasía opresora. En realidad se trata de un acto humanitario, incluso sublime. Cierto, se pueden reconocer los errores, pero nunca usarlos para oscurecer la grandeza de la lucha por el pueblo. Matizarlos es la clave.

Tendrá que tomar partido, no es usted un ángel neutral, es un periodista comprometido, no puede enceguecer su juicio con consideraciones blandas, dejarse llevar por el mundanal ruido y no distinguir las notas de futuro que hay en toda confrontación, en toda barricada que cierra una carretera,  en todo incendio de un bien público, en la expropiación express de un cajero bancario, la demolición de una estatua o la quema de una iglesia. ¿Qué hay detrás de ese aparente caos? Una reparación histórica, sí, es un caos, pero reparador, lo demás es querer retratar las cosas como parece que fueran y no como verdaderamente son. Los que pillan no son facinerosos como dice el relato dominante, son ángeles justicieros, el periodista comprometido debe saber distinguirlo, o al menos matizarlo, a la hora de comunicarlo.

En su oficio, hay un poco de magia, de transformación de la realidad. Está en sus manos darle forma a los eventos, transformarlos al servicio de la causa, del proyecto, cambiarle, si se quiere, la naturaleza. Hagamos un ejercicio hipotético: si a nombre de la causa se comete un “error” de juicio y se declara un golpe de Estado, jamás podrá reconocerlo como tal, considérelo un hipo de la historia, un reflujo accidental del progreso, o el producto de fuerzas oscuras capaces de torcer, de ofuscar la capacidad de juicio de una persona buena y bienintencionada. Desaparezca el hecho: un intento apresurado de golpe de Estado,  muéstrelo como el daño colateral menor en una  disputa entre el Ejecutivo y el Congreso, que se torció en el camino. “Miren los miles que ahora piden el cierre del Congreso”, ponga allí el foco y no vuelva a hablar de intento de golpe de Estado. ¿Se da cuenta? Un pase de magia comunicativa.

Siga usted estas instrucciones, y le garantizamos que pronto conseguirá trabajo en un periódico progresista del primer mundo, bien remunerado, y con posibilidades de ascenso rápido, si le pone un poco de picante  de su propia cosecha tercermundista.

¡Dedos a la obra!

 

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