La ley del odio – Xabier Coscojuela

Publicado en Tal Cual

Si al régimen de Maduro no le interesa o conviene lo que se divulga, el medio que lo difunda habrá «generado» odio o habrá promovido la intolerancia o la violencia

Por: Xabier Coscojuela

Toda dictadura que se precie de reconocerse como tal, y la de Nicolás Maduro lo es, busca siempre mantener bajo control los medios de comunicación. La censura a la información es vital para los gobiernos autoritarios y tener un estricto control es su premisa: desde los tradicionales hasta los electrónicos. No se les va a salvar nadie.

Para concretar dicho objetivo y darle un ropaje «legal», la fraudulenta e ilegal asamblea nacional constituyente va a aprobar una «ley», algo que no puede hacer según la Constitución vigente, pues las constituyentes se convocan para redactar una Constitución. Pero los dictadores y sus subordinados no se paran en delicadezas jurídicas.

El pasado martes, los constituyentes iniciaron las «discusión» de la «ley» contra los delitos de odio, intolerancia y violencia. En realidad dicha «ley» es una buena definición de lo que ha sido el chavismo desde su aparición en la escena política nacional, el 4 de febrero de 1992, hasta el presente. Odio, intolerancia y violencia han sido sus principales banderas.

El «debate» que se produjo en la sesión citada arrojó luces, si es que hacía falta, sobre el verdadero objetivo del instrumento.

Los delitos serán informar lo que ocurra en Venezuela. Si al régimen de Maduro no le interesa o conviene lo que se divulga, el medio que lo difunda habrá «generado» odio o habrá promovido la intolerancia o la violencia. Es una «ley» a la carta de las necesidades de censura que tengan quienes gobiernan.

El padre del odio, la intolerancia y la violencia que existe en el país es el difunto Hugo Chávez. Su manera de actuar desde el primer día fue promover la división entre los venezolanos, exaltando todos los valores negativos que puedan existir. Las descalificaciones contra quienes se le oponían fueron siempre denigrantes.

Sus «hijos» no han hecho sino copiar su ejemplo.

De la intolerancia hay muestras más que suficientes durante estos 18 años. En el último mes hay cientos de funcionarios públicos que comprobaron los efectos de no estar de acuerdo con la constituyente.

Sufrieron persecución y despidos. Hay artistas que no se pueden presentar en locales públicos y diputados que no pueden viajar en líneas del Estado por ser opositores.

Del odio solo basta ver u oír algunos programas de medios públicos. O cualquiera de las alocuciones del propio Nicolás Maduro. Hay suficientes elementos de odio en todas ellas.

Que dos de los corredactores de este adefesio jurídico sean el capitán Diosdado Cabello y Mario Silva da cuenta de la seriedad del mismo y de cuáles son sus reales intenciones.

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