La salida-Luis Pedro España

Por: Luis Pedro España

 No hay venezolano que no se pregunte cuál será el final de esta nuevaluispedroespaña jornada de protestas. Frente a un gobierno que lleva 15 años demostrando que su único y real interés es permanecer en el poder a cualquier costo, resulta bastante evidente que aún falta mucho por hacer para que el país encuentre una salida incluyente que procure el bienestar y la libertad.

 Aun cuando las condiciones actuales y el motivo de la molestia son muy distintos de situaciones ya vividas, el gobierno se empecina en repetir el mismo guión con el que salió airoso tras los fatídicos sucesos del 11 de abril de 2002. El paralelismo lo ayuda en dos sentidos. Primero, con ello criminaliza la protesta y calibra con el mismo racero toda crítica, reclamo o justa reivindicación. Para el gobierno todos somos golpistas, con eso pretende deslegitimar a cualquiera que lo adverse.

 Segundo, busca una excusa. Le imputa a los manifestantes y a las expresiones de descontento el origen de los problemas que reclaman. Cada vez con más insistencia declararán que el desabastecimiento, la inflación y la recesión económica es culpa de quienes trancaron las calles o de los que asistieron a las multitudinarias protestas.

 Aun cuando traten de repetir el guión que en el pasado les funcionó, no será el caso en esta ocasión. Tres diferencias son claves para entender que la salida a las protestas de hoy no será la que ocurrió en el pasado. La primera de ellas es que no existe una conspiración. Resulta imposible que la oposición tenga tentáculos en el sector que nos gobierna. Años de purga y vigilancia garantiza que, por fortuna, la salida a la inviabilidad que tenemos será civil y por procedimientos institucionalizados.

La segunda diferencia es más importante. El actual gobierno no va a contar con el milagro que supuso para el anterior el aumento de los precios del petróleo o lo inédito de unas acciones sociales, que, si bien a la postre han demostrado ser un fraude, en palabras y gestos de Chávez fueron todo un renacer de esperanza para el pueblo.

 Finalmente, la tercera diferencia es la clave de todas. La oposición no está dirigida por inexpertos e insensatos agitadores de clubes sociales que no se dieron cuenta de que sus propias acciones terminaron devolviéndose contra el pueblo, lo que a la postre permitió que el chavismo ganara por lo menos la mitad de las elecciones que ha ganado.

 Si, como creemos, el guión de la crisis de 2002 y 2003 no les va a funcionar, el camino a la salida de este conflicto pasa necesariamente por que el gobierno abra un espacio de entendimiento sincero con la oposición. Una suerte de transición política y socio-económica que seguramente será producto de las constataciones diarias del fracaso del modelo propuesto y la necesidad de pasar a otra forma de ordenar la vida económica y la discusión por lo que deberá ser un nuevo modelo político del país.

 Semejante convencimiento no será producto de la autocrítica. En la medida en que sigan cerrados los canales de expresión y demanda, la calle y la innovación en la forma de reclamar serán el camino para obligarlos a negociar.

 Estamos lejos de llegar a esa salida. Quienes pensaron que ella era posible tras algunas semanas de protestas es probable que terminen con la lógica frustración infantil de quienes no conocen de plazos, ni entienden de procesos.

 Las protestas que estamos viviendo son solo el inicio y puede que solo el síntoma de los males que se fueron acumulando en años de pésimas políticas y prácticas antidemocráticas de asfixia. Ahora falta colocar al gobierno en la obligación de responder a demandas concretas y alternativas políticas específicas.

 Libertad a los presos, castigo a los responsables de las muertes, cambios en la política económica y cese del cerco mediático, son los próximos pasos para encontrar la salida.

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