Por: Pedro Pablo Peñaloza
Dirigentes y candidatos que participaron en primarias que contaron con el apoyo del Consejo Nacional Electoral, hoy rechazan tajantemente esa posibilidad. ¿El CNE de Tibisay Lucena era más confiable que el actual? Ensayo respuesta: No, es el mismo brazo electoral del chavismo. ¿Entonces?
Los que abogan por solicitar el apoyo del CNE recuerdan que esto ya se hizo en 2010, 12 y 15, la era Lucena. Que esto permitiría desplegar más centros de votación, bajar los costos del proceso y hacer más rápida la totalización de los resultados.
¿Qué dicen quienes se niegan? Básicamente, que si te metes al agua, puedes ahogarte. Las mismas razones que se dieron en el pasado: que el CNE puede extralimitarse y tomar el «control»; del proceso, la amenaza de otra lista Tascón, que su presencia espanta al votante opositor. Pero, ¿cómo se evitó eso en 2012?
El doctor Ramón Guillermo Aveledo recordaba en un foro la negociación que rodeó a las primarias de 2012. Hablando con el CNE, lograron que se respetarán las condiciones de la comisión electoral de la MUD en temas como la eliminación de los cuadernos y el no uso de la tinta indeleble.
Claro, se trata del CNE revolucionario. Aveledo solicitó a Lucena que la Milicia no participara en el Plan República. Y, obviamente, lo que más hubo en el Plan República fue Milicia. No obstante, las primarias transcurrieron sin inconvenientes, con votación récord y resultados avalados por todos.
Partiendo de esa experiencia, quienes más se oponen a la participación del CNE deberían ser los primeros en solicitar su apoyo. ¿Para qué? Para meterle presión al organismo, tan preocupado por lavarse su cara, y medir su verdadera disposición a facilitar el ejercicio del voto.
Acudir al CNE abre un camino de negociación. Si el CNE impone condiciones «incumplibles», exigiendo revisar los cuadernos, poner la tinta indeleble, fijar centros de votación en zonas hostiles, etc, pues esto dará la razón a quienes rechazan su participación en las primarias.
Como ese escenario es muy probable, la oposición debería tener su plan B. Pero primero debería agotar el A y, especialmente, buscar convertirlo en una «papa caliente»; para el CNE y su jefe, Nicolás Maduro, y no en un nuevo foco de conflicto dentro de la propia oposición.
Mientras el PSUV esté en el poder, el CNE será la oficina electoral del chavismo. Lo es hoy, así como lo fue ayer. Y por ese aro se ha pasado y se tendrá que pasar. Por otro lado, es iluso creer que al chavismo le hace falta «invitación»; para meterse en la vida de la oposición.
El chavismo -como es «natural»- hará todo lo posible por boicotear la escogencia del candidato. Ya lo hace con las inhabilitaciones. Los rojos también aprendieron de 2012 y no querrán regalarle un triunfo similar a sus rivales. Por eso el plan B, manejar distintos escenarios.
Pero la oposición tampoco puede autoinfligirse una derrota abriendo una pelea que apunta a sabotear la elección del candidato. La idea no es escoger al nuevo perdedor para que luzca orgulloso su medalla de plata, sino al futuro Presidente de la República.