Leonardo me hizo palpitar – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Da envidia, sana, pero mucha envidia. Y gusto, de ese que no se gasta ni se deshilacha.

Cuando usted ve una serie, una película, una obra de teatro, quizás no se pasea por un hecho: todo comenzó con un escritor, aterrado, frente a un espacio en blanco. Da igual si es una hoja de papel o la pantalla de un computador. El miedo va desde el corazón hasta las puntas de los dedos. Uno teme lo que puede pasar. Y teme mucho más que transcurran minutos y nada pase.

Las musas debieron estar de muy buen modo y ánimo ese día, esa tarde o esa noche en que Leonardo Padrón se plantó, con ese coraje para enfrentarse al miedo que solo sienten los valientes, y empezó a escribir «Pálpito».

No voy a hacer «spoiler» y no voy a gastar ni una letra en revelar la compleja trama. No quiero arruinarle a usted que me lee ni un solo minuto del placer de ver una serie que engalana la pantalla y pone de bulto, a quienes aún puedan andar por ahí con los errores confundidos, que la televisión no es una caja boba.

Me limito a agradecer a Leonardo por darnos una obra narrativa extraordinariamente escrita. Es un lujo su manejo del lenguaje audiovisual. Que está muy bien producida, pues claro. Pero no es posible hacer una buena serie, o película, u obra de teatro sin un buen escritor.

Todo comienza con la palabra. Con el sujeto, verbo y predicado. Leonardo nos hace palpitar.

Aplausos, de pie, maestro.

 

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