Pedro Pablo Peñaloza

México y el (des)acuerdo por el liderazgo de la oposición – Pedro Pablo Peñaloza

Por: Pedro Pablo Peñaloza

Disparan contra la negociación en México, pero su objetivo es otro. Detrás de no pocas de las críticas contra el acuerdo social suscrito hace una semana, se esconde la intención de debilitar (aún más) a la delegación de la oposición. No es lo que se firma, sino quién lo firma.

No son tanto los 3 mil millones de dólares, la participación de la ONU, la revisión de las sanciones o la licencia a Chevron. El tema es que el avance de la negociación le levanta el perfil a la Plataforma Unitaria. Eso inquieta a Nicolás Maduro, pero también a radicales, moderados y moderadísimos.

En dos platos: cuestionan México porque no son ellos los que están sentados allí. Sectores radicales fustigan el proceso y afirman que todo sería distinto si ellos estuvieran al frente. Dicen tener la fórmula -obviamente secreta- para lograr la rendición del régimen.

Moderados y moderadísimos exigían negociar con Maduro por el bien del pueblo. Y ahora que la Plataforma lo hace y suscribe un acuerdo social, la atacan porque no lo hizo antes, disminuyen lo alcanzado y denuncian indignados que la Plataforma pretende liderar a la oposición.

Y en ese último punto se resume todo: se lanzan contra la negociación porque con ella la Plataforma retoma protagonismo. La preocupación es compartida por Maduro, quien subraya permanentemente la existencia de “oposiciones” y ya anuncia gustoso que conversará con todas.

Para minar la credibilidad de la delegación opositora, señalan -por ejemplo- que el acuerdo firmado olvidó a los presos políticos. Crítica mal intencionada, pues se sabía que la reactivación del proceso pasaría por un acuerdo social que no es el fin sino el punto de partida para retomar el diálogo.

Igualmente, le cargaron la mano a la oposición por la inclusión de la señora Saab en la delegación roja. Claro que puede tomarse como una “provocación”, pero debe recordarse que la obsesión por la composición de las delegaciones es un tema del chavismo.

Esa es una excusa que ha usado Maduro para obstaculizar el proceso. Maduro fue quien habló de “reformateo”, de incluir a otras personas en la delegación opositora, etc. Para la oposición el tema relevante es la agenda, que busca la transición, no quiénes debatirán la agenda.

Además, los miembros de la delegación del chavismo no tienen poder de decisión. Allí quien tiene la palabra es Maduro y sus más cercanos en el cogollo. Si se firma o no un acuerdo satisfactorio para el país que quiere democracia y prosperidad, no será por la señora Saab.

Tras invertir tanto para dividir y aniquilar a sus adversarios, Maduro es el primer interesado en montar tantas mesas como sea posible. No obstante, ninguna otra le dará 3 mil millones, ni abrirá el camino para elecciones “libres de sanciones” o conseguir el reconocimiento internacional.

Esto, por cierto, no responde a la “fuerza” de la Plataforma. El desbalance de la negociación es total. Pero México cuenta con el respaldo de la comunidad internacional, que avala ese proceso así sea para “notariar” los acuerdos a los que lleguen con el régimen.

Advertir está situación no se traduce en aplaudir todas las ejecutorias de la delegación de la oposición o darle un “cheque en blanco”. Por ello se exige transparencia y está planteada la creación de una instancia para atender las observaciones y sugerencias de la sociedad civil.

Muchos de los que censuran la representatividad de la delegación opositora, solo se representan a ellos mismos. Al margen de eso, la delegación roja también es cuestionada por no representar a todo el chavismo. Con humildad y amplitud, debe instalarse ese espacio para consultas.

Ahora, una cosa es mantener una visión crítica, desarrollar la contraloría sobre la negociación, demandar que respondan a los intereses de Venezuela y reclamar el fiel cumplimiento de la agenda, y otra el juego mezquino para debilitar un proceso ya bastante limitado y amenazado.

México no es la panacea, pero podría contribuir a la construcción de acuerdos para avanzar en temas sociales y políticos. Apostar por el fracaso de la misión opositora, pensando que eso hundirá a la Plataforma, es golpear la posibilidad de una salida negociada a esta tragedia.

 

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