Jean Maninat

Primarias – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Nadie con el suficiente talante democrático puede estar en contra de que una parcela de la sociedad realice elecciones internas para escoger sus representantes, o su máximo representante. Bien sea un grupo de vecinos interesados en la calidad de vida del lugar donde habitan, o un equipo de fútbol a la búsqueda de un líder que le haga subir en la tabla de posiciones o al menos no descender hasta los sótanos de las segundas. Hasta la poderosa Iglesia Católica elige en un cónclave del Colegio Cardenalicio a quien será nada menos que representante de Dios en la tierra. Y una organización juvenil de inspiración militar y actitud infantil como los Boys Scouts realiza elecciones para escoger sus líderes en los diversos consejos nacionales.

Lo que si le rechina los molares democráticos, es la pretensión de que las decisiones tomadas exclusivamente entre parceiros sean válidas y vinculantes para el resto del cuerpo social, so pena de ser acusado de anatema o alguna herejía substantiva. Las primarias organizadas por la CNP son de la estricta incumbencia de sus miembros y quienes la escogieron para organizarlas, y de más nadie. Pero, ahora bien, sus decisiones solo incumben y son vinculantes para quienes la organizaron y las llevaron a cabo. Así de simple.

Por fuera han quedado figuras de la oposición que no se reconocen en la CNP y han manifestado su deseo de postularse a la presidencia de la República. A pesar del folclórico número de candidatas y candidatos, -fuera y dentro de las primarias- y los por venir que aguaitan bajo las piedras, todos están en su derecho constitucional. Y por lo demás cada quien está en libertad de hacer el ridículo como le venga en gana.

(No deja de ser curioso que frente a lo que se describe como una férrea dictadura se presente como alternativa una comparsa dispersa en sus cometidos, cuyos miembros son más duchos en la descalificación mutua que en buscar un mínimo común que les permita enfrentar democráticamente un régimen que se muestra unido, o al menos es capaz de minimizar sus desavenencias internas o resolverlas mediante la defenestración por la vía expresa).

Lejos de mitigar las diferencias opositoras, las primarias las han amplificado y creado nuevas por falta  de acuerdo en la ruta a seguir. Frente a la grieta mayor en la pared del templo, ¿qué hacer con las inhabilitaciones?, la respuesta ha sido navegar en modo de denial, negándoles existencia por  ser inconstitucionales. Gane quien las gane, la inhabilitación seguirá allí, como el dinosaurio de Monterroso. Pero todo parece indicar que nadie quiere ponerle el cascabel en la cola y se hará como si no estuviese en el cuarto, hasta que la cruda realidad política lo materialice en toda su dimensión.

Luego de la comedia de equivocaciones con el CNE (a veces sí, a veces no…) cuyo impacto está todavía por verse, se ha insistido en hacer de un suceso parcial y acotado un evento general y de interés multitudinario, pese al evidente desenganche del país en el éxodo y el interno en la sobrevivencia. Y ha resurgido una ola de integrismo descalificador de la mano de quienes hasta hace nada denostaban la vía electoral y ahora dirigen sus insultos hacia quien se atreva a chistar alguna crítica, o duda, acerca del proceso de las primarias.

Quienes tienen que obrar para salvarle los muebles a las primarias deberían comenzar ya, el paroxismo voluntarista que alimenta el nuevo mantra autosuficiente de hasta el final, para ganar y cobrar, ni cambia Gobierno ni desaparece inhabilitaciones…

 

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