Por: Floralicia Anzola
Mientras el ex-presidente Donald Trump se enfrenta en Washington a cuatro cargos que se basan en tres estatutos penales: un cargo de conspiración para defraudar al gobierno, otro de conspiración para privar de sus derechos a los votantes y dos cargos relacionados con la obstrucción corrupta de un procedimiento del Congreso. Su excompañero de fórmula, el vicepresidente Mike Pence, rival con baja popularidad en la lucha por la nominación republicana, ha hecho de una frase pronunciada por Trump un producto o herramienta de venta política. «Eres demasiado honesto», le dijo Trump a Pence cuando el vicepresidente rechazó su intento de anular los resultados de las elecciones de 2020.
Esta simple frase resalta una compleja dinámica en la política actual: la honestidad en la toma de decisiones y su impacto en la carrera política de una persona. Refleja el enfrentamiento entre aquellos que buscan el poder y están dispuestos a ceder a cualquier compromiso con tal de alcanzarlo, y aquellos que, como Pence, se aferran a sus principios, incluso si eso significa enfrentar la ira de sus aliados.
El paralelo con la literatura es innegable. Como menciona Scott Simon en su artículo en NPR, recuerda el momento en “Macbeth de Shakespeare cuando Lady Macbeth advierte que la naturaleza de Macbeth está»demasiado llena de la leche de la bondad humana».
El dilema moral de ceder a los instintos oscuros en busca del poder es tan antiguo como la propia literatura. Se trata de la eterna lucha entre el bien y el mal, y cómo las personas pueden justificar sus fechorías en nombre de lo que consideran una causa mayor.
Históricamente, este tema ha sido explorado en obras como «Todos los hombres del rey» de Robert Penn Warren, que retrata a un gobernador populista,Willie Stark, que, a pesar de sus esfuerzos aparentemente benevolentes, se corrompe y destruye vidas por el bien del pueblo.
También encontramos un ejemplo en la obra de teatro «The Best man» de Gore Vidal, donde un anciano expresidente insta a su candidato favorito a difamar a un oponente con rumores falsos, en nombre de un supuesto bien mayor”.
La acusación de Trump hacia Pence nos obliga a reflexionar sobre la naturaleza humana y el significado de la honestidad en la política. Pence ha sido elogiado por muchos por mantenerse fiel a sus principios, incluso cuando eso significó desafiar al entonces presidente. Sin embargo, esta postura lo ha llevado a enfrentar la enemistad de Trump y de aquellos que lo apoyan. Quizás por eso su bajísimo porcentaje en las preferencias de los republicanos.
Estas palabras, no del todo inocentes en el momento en que fueron pronunciadas, son ahora una herramienta política.
La campaña presidencial de Mike Pence ha adoptado la frase «Demasiado honesto» como su lema, convirtiéndose en un símbolo de resistencia ante la presión política y la manipulación de la verdad.
Y algo de impacto tendrá su uso para que el expresidente Trump haya reaccionado a ellas con explosividad en su red Truth Social, le cito:“¡GUAU, finalmente sucedió! Liddle’ Mike Pence, un hombre que estaba a punto de ser destituido como gobernador de Indiana hasta que llegué y lo nombré vicepresidente, se pasó al lado oscuro… Nunca le dije a un recién envalentonado Pence (¡no basado en sus números de encuesta del 2%!) que me pusiera por encima de la Constitución, o que Mike era demasiado honesto…Está delirando, y ahora quiere demostrar que es un tipo duro”.
¿Qué es un “tipo duro” para el señor Trump es algo diferente a ser “demasiado honesto”? ¿Se puede ser “demasiado honesto” cuando se protege lo que establece la constitución y los poderes atribuidos al vicepresidente? ¿Es ser demasiado honesto respetar y proteger la voluntad de los ciudadanos?