Trabajo en equipo – Ramón Piñango

Por: Ramón Piñango

La reseña que Alfredo Meza y Ewald Scharfenberg hicieron de la encerrona3 de la MUD exige una seria reflexión sobre la capacidad de la dirigencia opositora para trabajar como equipo.

Lo más decepcionante de la reunión del 28 de julio fue la demostración de incomunicación, irrespeto y desconfianza, evidentes en la desconexión, la falta de interés, el desprecio de otros, la convicción de que había agendas ocultas, incluso muy turbias. No sabemos cuántos de los asistentes contribuyeron a crear el lamentable clima de esa encerrona; probablemente no fueron todos, pero todos perdieron el tiempo en circunstancias en las cuales el país no puede darse el lujo de que la dirigencia opositora pierda el tiempo.

La situación del país es alarmante, agravada por el fanatismo, la incompetencia y la corrupción del régimen. Por eso la conducta de la dirigencia opositora, de toda la dirigencia, debe ser  diametralmente opuesta a la señalada. Con MUD o sin MUD no va a producirse un cambio político significativo, constitucional, sin un mecanismo articulador de la acción de la oposición. Sea cual fuere lo que se acuerde como autonomía de los partidos opositores, alguna línea común deben compartir, y mientras más delgada sea esa línea más debe hacerse para mantenerla.

Aunque la autonomía de la acción política sea amplia, ningún partido opositor tendrá futuro si en la oposición no se dan tres condiciones básicas del trabajo en equipo: respeto, comunicación y confianza. Es así aunque los partidos opositores solo se reúnan de vez en cuando. Mientras mayor sea el esfuerzo de coordinación más profundo deberá ser el alcance de esos tres elementos. El respeto se refiere al reconocimiento del derecho  del otro a tener opinión propia, la comunicación a la comprensión de su pensamiento aunque no se comparta y la confianza a la convicción de no estar lidiando con un enemigo.

Es necio esperar que la figura de un secretario se encargue de que exista respeto, comunicación y confianza entre los partidos opositores. Si éstos no contribuyen a que tales condiciones existan el clima destructor de la encerrona prevalecerá. Que nadie se engañe con el argumento de que la política lo que cuenta es el interés de personas o grupos para ganar en el juego de poder. Tal argumento, supuestamente realista, no es más que una burda racionalización que conduce al desastre del país aunque un partido o una persona se beneficien. Si alguien se cree capaz de gobernar en esta compleja circunstancia que lo demuestre logrando que la oposición dé lo mejor de sí, no lo peor ¿Quién se atreve a asumir este reto?

 

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