Jean Maninat

Un tal González – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

El lugar común dicta que Felipe González es el político español democrático que más ha influido en la construcción de una España moderna, europea y por tanto abierta y democrática. Fue una hazaña inconmensurable, en una sociedad que recién salía de una dictadura producto de una terrible confrontación civil, que dejó víctimas y victimarios de lado y lado. Que un grupo de jóvenes se propusiera -y lo lograra- extraer del largo bostezo franquista una sociedad nueva, y a lomos de un viejo y aparcado partido socialista, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), es una de las historias más fascinantes de la política en el siglo pasado, y que todavía reverbera en versión descolorida y apparátchik en el siglo que corre endemoniadamente.

Es esa transición de la dictadura a la democracia la que cuenta el escritor español Sergio del Molino, en su más reciente libro, Un tal González, (Alfaguara). No encontrará un análisis sociopolítico, ni un estudio henchido de cifras y porcentajes económicos, se trata básicamente de echar el cuento de cómo se dio la transición, quienes fueron sus principales actores, cómo se urdió la sepultura de un régimen que moría lentamente en el cuerpo agonizante de su progenitor, el generalísimo Francisco Franco, y cómo fue la cesárea que abrió camino a una balbuceante democracia. Todo visto a través del prisma de ese gran seductor político que aún sigue ejerciendo el oficio: Felipe González.

La trayectoria es harto conocida: un grupo de jóvenes sevillanos con picazón política se da por tarea hacerse con el cascarón del PSOE, un noble partido socialista cuya dirección política en el exilio rumiaba su derrota en Toulouse (Tolosa en buen español), realizando cansinos rituales, bostezando viejas consignas, repartiéndose entre ellos volantes, aislados de España y los españoles, pero, eso sí, guardianes irredentos de la fe. Los jóvenes turcos, con González y Alfonso Guerra a la cabeza, organizarían en el “interior” el partido del que pocos sabían de su existencia, para arrebatarle a los del “exilio” las siglas y la  conducción de la nave. Sería en el mítico Congreso de Suresnes celebrado entre el 11 y 13 de octubre de 1974, al Norte de París, donde sería electo el compañero Isidoro, alias de González, como Secretario General, una vez que el líder sindical histórico, Nicolás Redondo, le diera el pase definitivo al renunciar él al cargo. Esa renuncia, podría decirse, cambiaría el curso de España y abriría el cauce a la democracia. (Nicolás Redondo falleció el martes en Madrid a los 95 años).

Felipe, como pasó a ser conocido, fumigó las cucarachas ideológicas de la clandestinidad, abrió el partido a la sociedad aún sin estar legalizado, apeó la definición marxista de los estatutos del partido, participó en las primeras elecciones generales realizadas por los herederos del franquismo (sí, ya sabemos, era algo tontín por creer que dictadura podía salir con elecciones), perdió, insistió y en octubre de 1982 ganó con mayoría absoluta de diputados y fue elegido presidente del Gobierno español, repetiría en 1986, 1989, 1993. Y España ya no sería la misma, para bien de los españoles.

El libro de Sergio del Molino está -gracias al Señor- relleno de anécdotas, y sobre todo nos muestra el rostro privado de un dirigente político nato, fuera de serie, pero con las contradicciones habituales en los fuera de serie. Entre ellas, una debilidad por los dictadores latinoamericanos de izquierda, “hombres fuertes” y folclóricos  como Omar Torrijos o Fidel Castro, con quienes compartía su afición por los puros cubanos y la verbosidad caribeña.

Pero sobre todo, es un manual político novelado, una lección amena de cómo se hace la gran política, cómo se ganan mayorías -y se pierden también- sorteando los precipicios de la banalidad, la aridez intelectual disfrazada de pragmatismo, la supuesta superioridad moral que solo esconde la arrogancia de los mentecatos. Es un antídoto en contra de la estulticia política.

Advertencia, mientras se lee el libro no es aconsejable pensar en el acontecer político de “Venezziola”, es altamente depresivo, puede causar terribles períodos de angustia e insomnio y los editores no se hacen responsables por cualquier efecto en su salud mental.

 

 

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