Por: Jean Maninat
La Unidad corre el riesgo de convertirse en un ritornelo vacío, en un exhorto como el de «hay que querer a los niños» repetido con la correa presta en la mano, en una contraseña para hacer precisamente todo lo contrario: actuar por cuenta propia sin consultar a nadie. La oposición democrática se organizó alrededor de la MUD para coordinar sus acciones y gracias a ello tuvo éxito -no todo el que se hubiese querido- para presentar al país una opción sólida y creíble. Los más de siete millones de votos logrados en las últimas presidenciales son más que elocuentes al respecto, como lo son las alcaldías que se mantuvieron y las que se ganaron en las elecciones regionales. Sin embargo, quedó en el aire opositor la sensación de haber fracasado y hubo quienes se encargaron de alimentar con ahínco esa sensación, con el objetivo de debilitar el esfuerzo unitario.
Los dirigentes de la MUD que organizaron La Salida actuaron de buena fe, no cabe la menor duda, pero lo hicieron sin consultar a sus pares del equipo al que pertenecían en una movida fuera de juego cuyas consecuencias finales son suficientemente conocidas. Llama la atención que no han realizado un mínimo balance, una rendición de cuentas, al menos ante sus seguidores por no decir ante el país, que permita valorar en su justa medida la iniciativa que arriesgaron por su cuenta. Sin ese paso previo, los llamados a la Unidad suenan vacíos. Y además se lo deben a quienes arriesgaron su integridad física al seguirlos.
Pero digamos que el regreso a casa, al menos de algunos, es sincero y su voluntad de enmienda genuina. Se entiende, además, que son hijos pródigos con derechos y por tanto el retorno se hace acompañado de la exigencia de que, antes que nada, se acepten las «equivocaciones» cometidas por todos y se discutan sin tapujos. Es decir, nosotros nos extraviamos del rumbo unitario por culpa de ustedes y por tanto el rosario lo rezamos juntos y las indulgencias me las gano yo. La MUD tendrá que dar de nuevo muestras de paciencia, y aceptar estas y otras extravagancias argumentales en aras de la Unidad.
No le vendría mal una discusión abierta y en voz alta con todos sus miembros, especialmente con los inconformes, para que queden claras las diferencias y, una vez limpios de polvo y paja, establecer bajo candado una estrategia común y dedicarse a implementarla sin remilgos ni personalismos fatuos. Eso no implica sacrificar liderazgos, ni ceder los espacios de influencia pública genuinamente conquistados. Por el contrario, sería una manera de revalidarlos mostrándole al país un equipo dirigente capaz de llevar a cabo un proyecto unitario. Convendría, eso sí, declarar una veda temporal de «selfíes» y asumir que la responsabilidad de derrotar democráticamente a la burocracia gobernante es una tarea conjunta de quienes dirigen a la oposición. Nadie por cuenta propia tiene la fuerza suficiente para lograrlo.
Las elecciones parlamentarias se avecinan con la fuerza de una locomotora. Sería criminal distraerse, como en el circo, tratando de mantener todos los platillos girando al mismo tiempo sobre una vara: constituyente, renuncia, revocatorio, corriendo de un lado al otro sin más objetivo que estar en movimiento. Las legislativas pueden ser un espacio para consolidar realmente la Unidad y presentar un conjunto de candidatos capaz de derrotar a un PSUV agrietado y a un gobierno cada día más cuestionado. Ya la sola escogencia de los candidatos, si se hace transparentemente, constituiría una potente plataforma para continuar el esfuerzo de hacer avanzar, más allá de las fronteras de la oposición actual, la necesidad de un cambio.
La MUD debería abrir el proceso de consultas para empezar a determinar desde ya los métodos de escogencia transparentes que le den confianza a quienes quieran postularse en el marco de la oposición. En la práctica, ese sería el único ejercicio unitario creíble y con pegada. Unidad para las legislativas.
@jeanmaninat