Jean Maninat

Yo candidato – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Decía el gran Chucho Valedón que cuando el Ávila se cubría de Capin Melao y los caraqueños comenzaban a estornudar con los ojos irritados por el imperceptible polen, sucedía a la par otro extraño fenómeno que trastornaba la personalidad de muchos personajes, otrora tranquilos bípedos que iban de su casa a sus asuntos sin mayores aspavientos, o si acaso los mínimos que su oficio requería. Entre tanta alergia y picazón surgían a montones candidatos presidenciales, wannabe´s  de toda laya, dispuestos a todo, prestos a sacrificarse por la patria sirviendo al pueblo desde Miraflores.

La Melinis minutiflora tendría la capacidad de despertar al presidente que lleva in pectore todo venezolano con una mínima buena opinión de sí mismo. Por la mañana se despedía de su familia un diputado de cierto renombre, un comunicador social con ascendiente, el heredero de un medio de comunicación, o un empresario de cierto éxito, y por la noche regresaba congestionado un candidato presidencial a comunicarle a la familia su decisión de escuchar el clamor de la gente que le pedía saltar al ruedo presidencial. Bastaba que cuatro personas los reconocieran en un restaurante para que el corrientazo les despertara el ánimo presidenciable, y en adelante hacerse el nudo de la corbata se convirtiera en un ensayo de cómo llevar la banda presidencial. Desde el espejo auscultaba un presidente.

¡Ah aquellos tiempos de la IV República en que éramos felices y solo unos cuantos necios -pero con poder- no querían saberlo y conspiraban a diario para que no fuera verdad! Iba uno volando a cualquier parte del mundo desde el atestado aeropuerto de Maiquetía, y en el pasillo de la aeronave se topaba con fulano de tal quien efusivamente le ponía una mano en el hombro mientras anunciaba, ¡catire, vamos a echar una vai… cuento contigo no jose! O sonaba el teléfono y al responder se escuchaba una voz familiar que disparaba, ¡hermano, quiero que seas de los primeros en saberlo, el hombre ya tomó la decisión, contamos contigo, vamos p´alante! Y salía uno con cara de idiota ministeriable, gorda a qué no sabes quién me dijo que se lanzaba…

“Venezolanos y venezolanas, en estas horas aciagas que vive la República, cuando el país requiere que entreguemos sin egoísmos lo mejor de cada uno por esta tierra que tanto amamos, quiero comunicarles (¡Atchúuss!) que he tomado la decisión de presentar mi candidatura a la presidencia del país. No me mueven apetencias personales, solo servirle a la patria que me lo demanda. He escuchado el clamor  de la gente (¡Atchúuss!)  que me pide que dé un paso adelante y lo hago de manera humilde, agradecido y honrado por la confianza en mí otorgada, y dispuesto a poner todo mi empeño y voluntad al servicio de esta maravillosa patria que hoy requiere de una mano firme, pero amorosa como la mía, para conducir los destinos de esta gran nación.  (¡Atchúuss!)”.

 

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