Por: Carlos Raúl Hernández
El comando operativo estaba en Miami y los generales, trazaron una estrategia de guerra…
Deberían intentarse balances rigurosos de lo ocurrido en el campo democrático a partir del llamado 12F. Uno de los propagandistas argumentaba hace pocas semanas, días antes de ese autosuicidio, que había dos tesis. Una, esperar que el descontento social avanzara de abajo arriba y asar el régimen a fuego lento en su propia salsa, sin límite de tiempo. Estos eran los colaboracionistas de la MUDa, crápulas conectados con el gobierno, instigadores del vergonzoso diálogo, sospechosos hasta de untar niños con harina y asarlos vivos para devorarlos. Pero el Ángel tocó la trompeta: un grupo de valientes, honestos, indoblegables, inquebrantables, insobornables, se lanzó a «la salida», la alternativa «no dialogante», frase que resuena aún en los ecos. Incendiarían la pradera y un levantamiento cívico-militar daría de baja al gobierno, sostenido por la pusilanimidad criminosa de esa oposición de derrelictos.
Era la «hipótesis del torero»: lo que se necesitaba eran individuos bizarros de enorme entrepierna para enseñársela a los tendidos de sol y hacerlos rugir durante el paseíllo. Sudor y estremecimientos entre los arrebatadores acordes del Gato montés y el vuelo de las botas de manzanilla. Aquel twit, síntesis de miles, decía «¡estos colaboracionistas pretenden esperar hasta 2019! El pueblo está cansado. ¡La salida es ya!». La pregunta obvia es si por ventura habrá que esperar menos, si está cerca «la salida», pues todavía algunos caídos del trapecio dicen que «ya falta poco». Al parecer la oposición venezolana tiene en común con el antigomecismo la incapacidad para aprender de sus propios errores, por lo que aquella dictadura duró 27 años.
¡No dispare al perro!
Misteriosamente el país retornó al 2002-2003 con el mismo despliegue de jaquetonería, ceguera y un terrible coctail de inocencia y arrogancia. Casi todas las vedettes de aquel lejano momento están en el cementerio de las estrellas fugaces. Sábato confesó que lo avergonzaba mucho de lo que había escrito de joven. Pero hay algunos asesores que sistemáticamente desgracian a sus asesorados, y de tener un poco de ¡por favor!, no podrían releer sin sonrojo lo que escribieron hace apenas unas semanitas. Sugerían entre lenguaradas hábiles la caída apocalíptica del gobierno. Los monjes medievales descubrieron que a toda criatura humana, para incitarla al pecado, la circundaban miles de demonios como murciélagos invisibles. Así cuando en el claustro violaban el ayuno, se dormían leyendo la Biblia, o aparecía alguna incontrolable pulsión erótica, culpaban esos pequeños demonios.
Los Jason Statham, Jet Lee, Stallone, en vez de recoger sus vidrios, tienen un nuevo, inquietante y paradójico trabalenguas: Maduro va al diálogo porque lo obligan los que se alzaron para impedir el diálogo, como el cazador que erró al venado pero mató al perro y se decía a sí mismo «algo es algo» cuando recogía al pobre animalito. Es desopilante pensar que desde las grandes concentraciones proletarias de Plaza Sadel, Plaza Altamira y Chacao se pueda desestabilizar alguien distinto a comensales de churrascos, o los alcaldes Blyde y Muchacho. Lo más seguro es que quién sabe: ¿será que son éstos los verdaderos objetivos militares? Las únicas crisis que originan los molestos invasores de esas zonas pudientes, son de nervios y aparatos respiratorios de los vecinos. Si el gobierno ha doblado el brazo es por el estupor que causó en el mundo el asesinato de 40 personas y no es posible creer que alguien se atribuya «la victoria» por esas víctimas, aunque uno que otro guerrillero de cafetín después de horas de reflexión, concluye que «en toda guerra hay bajas».
Bajan las urbanizaciones
Al fin y al cabo el comando operativo estaba en Miami y los generales, unos retirados, otros milicianos putativos, trazaron una estrategia de guerra de guerrillas urbana, con el detalle que los guerrilleros no tenían armas, salvo sus propios cuerpos y algunas hondas. Así derrotarían las FFAA. Mao dijo una que no le importaba una guerra nuclear porque para su país 300 millones de chinos muertos no era nada y había bastantes más. Pensar que alguno de esos talentos desempeñó posiciones de comando en el ejército venezolano da escalofrío. El Galáctico tuvo millones de personas en las calles todos los días durante mes y medio, cuando la epopeyita del paro petrolero y no hubo ni un rasguñado, y por eso ningún organismo internacional ni nación aliada lo molestaron. Habría que pensar por un momento sobre las clases medias, que en 1989 votaron abrumadoramente por Chávez
¿Lo hubieran hecho si el chavismo decidiera entonces levantamientos e incendios en Catia, Petare y 23 de Enero para aterrar a quienes no lo apoyaban? El gobierno acusa a la oposición de golpista, y desliza que hay un partidito que cobra por organizar guarimbas. También dice de algún empresario que financia esa necedad, lo que más bien hace sospechar que en vez de empresario debe ser un quebrador de empresas ajenas, vista la tamaña falta de sentido común. Ni Microsoft soportaría un capitán tan descocado. Pero no proporciona pruebas, por lo que parece una tentativa más de descrédito. Lo único verdadero es que el 25 de mayo hay que defender en elecciones los dos municipios en cuestión y prepararse para una lucha agónica por la Asamblea Nacional en 2015. El camino es y será constitucional, pacífico, y al gobierno hay que barrerlo con un huracán de votos. No hay de otra.
@carlosraulher