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Objetivo militar: gobernar

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  Ayer decía que era el hombre más poderoso, pero creo que me quedé corto: es bastante más. Vladimir Padrino López es, ahora, el verdadero hombre del poder en Venezuela; por encima inclusive de Nicolás Maduro. Algunos analistas en los medios –Pedro Benitez en Konzapata, por ejemplo- hablan del “co-gobierno” de Maduro y Padrino López. Co-gobierno porque Maduro le ha entregado todo el poder en la figura de un parapeto gigantesco, omnipotente y omnipresente, llamado Gran Misión Abastecimiento Seguro y Soberano; en un momento cuando el abastecimiento no es nada seguro y, dada nuestra dependencia del exterior, nada soberano. Así, en lo que debe entenderse como una gran confesión de incapacidad e incompetencia, Maduro ha decidido ponerlo todo en las manos del militar de más alta jerarquía, el General en Jefe Vladimir Padrino López, de paso Ministro de la Defensa.

  Algunos afirman que Maduro tomó la decisión dado que Padrino, supuestamente, goza de un prestigio incuestionable dentro de la Fuerza Armada; y es, además, el que mantiene la unidad, la cohesión dentro de la misma. El hombre, pues, que puede enfrentar y superar la terrible situación que estamos viviendo. Pero es una jugada curiosa, arriesgada por parte de Maduro. ¿La tomó por propia voluntad o fue obligado? La preguntra, por ahora, queda sin respuesta.

  Julio Borges ha dicho: “Maduro prácticamente le entregó el control del gobierno al General Padrino López”. Si esto es así, entonces más de uno se preguntará, tanto dentro como fuera del chavismo, ¿para qué Maduro? ¿Si el que de verdad manda es el militar, el civil entonces es solo un parapeto, una mera formalidad para disimular? Y la situación es aún mucho más delicada porque, tan pronto se anunció su designación, el General Padrino tampoco disimuló su intención.

  El diario 2001 titula hoy de manera lapidaria, contundente: “El objetivo es gobernar”, dice Padrino. Y cuando el general anuncia semejante propósito, lo que está afirmando, a las claras, es que antes, al menos hasta ayer, no se gobernaba. O que, en todo caso, él antes no gobernaba. O que Maduro no gobernaba y tampoco gobierna ahora. Cualquiera de las lecturas es terrible para el presidente. En todas pierde.

 Continúa Padrino López: “Los nuevos mecanismos afectarán positivamente el modelo distributivo para sostener la producción”, cita textual en El Nacional. Pero el detalle, general, es que no hay producción. “A Padrino no le gusta la intervención militar en ámbitos que no son de naturaleza castrense”, acota el diario y luego le cita: “Pero esto es un asunto de seguridad y defensa de la patria; se han roto todas las reglas, unas inducidas otras por propias eficiencias (¿será que se perdió la “d” en algún punto y quiso decir deficiencias?), otras por falta de gobernanza (sic)”. De nuevo alude  Padrino a la falta de gobierno. Ahora sí llegó el Comandante y mandó a parar. Llegó, pues, el militar que va a ponerlo todo en orden, cada cosa en su sitio y a cada uno en su lugar, ¡a mandar se ha dicho!

  ¿Más qué podemos esperar de Padrino? Quizás no mucho. Sus palabras lo delatan en más de un sentido. Reparemos, por ejemplo, en un simple detalle. Hago un sondeo entre los jóvenes con los que me honra trabajar todos los días, y descubro que el promedio de edad oscila en torno a los 30 años. Como bien dijo Luis Carlos Díaz, más de la mitad de su vida ha transcurrido con este gobierno. Estoy hablando de gente adulta, profesionales destacados, y más de la mitad de sus vidas se les ha ido con este gobierno. Un gobierno que, sin embargo, todavía habla como si recién hubiera llegado, como si se estuviera estrenando. Es el caso de Vladimir Padrino López: habla como si antier no hubiese pasado nada, como si él fuese inocente de todo lo que ha ocurrido en el país. Y digo antier porque a partir de ayer es, sin duda, el nuevo hombre fuerte de la republica; o quizá sea más exacto afirmar: el único hombre fuerte de la república.

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