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Dice el refrán popular: “La esperanza es lo último que se pierde”. Más de una vez, cuando uno las tiene todas en contra y no ve salida por ningún lado, uno dice; no hombre la esperanza tampoco tiene sentido. Pero si es lo último que se pierde es porque quizá debamos aferrarnos a ella. Una señora se aferró a esa esperanza y luego de 32 años logró coronarla.
¿Cómo se puede querer tanto a alguien sin conocerlo, sin saber qué siente, cuándo ríe, por qué sufre? Trato de imaginarme tu cara. Le pruebo bocas, ojos, gestos. Naciste un 26 de junio de 1978… Hace 32 años que te llamás Guido y yo te extraño».
Esto lo escribió la señora Estela de Carlotto. La escribió para un nieto, que sabía, siempre tuvo la certeza de que existía, y que ella tenía que encontrar. Lo encontró 34 años después. Estela de Carlotto es una de las tantas abuelas de La Plaza de Mayo en la Argentina, de hecho en la actualidad es la presidenta de la asociación. Y ahora, por fin ha encontrado a su nieto, a su nieto Guido.
¿Qué ocurrió en el caso de la señora Estela de Carlotto? Una reseña en El País de Madrid nos dice:
Estela de Carlotto era maestra cuando le mataron a Laura – su hija-. Laura y su compañero pertenecían a la organización guerrillera de Los Montoneros. De Carlotto no sabía que Laura estaba embarazada cuando la secuestraron los agentes del gobierno. «Pero hubo una liberada que tuvo el valor de decirnos que estaba con un embarazo de seis meses, allá en abril del 78. Y que estaba esperando ese bebé, que si era varón le iba a poner el nombre de su abuelo, Guido», eso ha revelado estela de Carlotto. «¿Cómo la van a matar, cómo ese niño no va a venir a mis brazos?», se preguntaba De Carlotto. «¿Qué sabíamos las abuelas entonces de la criminalidad de estos genocidas que hasta se iba a apropiar de estos bebés indefensos”.
Esa es la razón de las madres de la Plaza de Mayo, buscar qué pasó con esos bebes. En realidad abuelas, porque las madres y los padres fueron asesinados por la dictadura Argentina.
Y por fin apareció el nieto. Es músico y vive en la localidad bonaerense de Olvarría. Las pruebas de ADN determinaron que existe un 99% de posibilidades que sea el nieto de Estela de Carlotto. En otras palabras, es el nieto esperado.
La dictadura llevaba dos años de existencia cuando el 26 de junio de 1978 nació Guido en el Hospital Militar de Buenos Aires. A su madre apenas le dejaron estar cinco horas con él. Se encontraba detenida en el centro clandestino La Cacha, en la localidad bonaerense de La Plata. Laura era la mayor de los cuatro hijos de Estela. Y había sido secuestrada junto a su compañero a los 23 años, en noviembre de 1977, cuando cumplía dos meses y medio de embarazo.
A Laura la mataron dos meses después. Y su cuerpo fue entregado a su madre. Pero del nieto nunca se supo hasta este martes en que la jueza María Servini de Cubría, encargada de investigar la causa de varias desapariciones, se lo pudo anunciar a De Carlotto. “Fue muy emocionante”, afirmó Servini de Cubría en el canal CN23. “Nos emocionó no solo a mí, sino a la gente que trabaja conmigo. Estela reaccionó llorando, temblando, contentísima. Porque nunca esperó la noticia que le dábamos. Yo le di la noticia en forma personal. Le dije: ‘Estela, hemos encontrado a un niño más’. Y cuando le dije que era Guido, imagínese cómo se puso”.
Ahora, ¿quién es Guido?
Guido no es Guido, es Ignacio Hurban, el nombre que le dieron sus padres adoptivos, conocidos en el lenguaje de las Abuelas de Mayo, como «apropiadores». Urban se crió en Olavarría, municipio situado a 308 kilómetros al sur de Buenos Aires. De adolescente se marchó a la capital argentina para estudiar música y volvió a Olavarría donde dirige una escuela de música. Toda esa información aparece en su página de Internet www.ignaciohurban.com. Le gusta el jazz y el tango –y si alguna historia da para un tango he la aquí – y llegó a participar en el ciclo Música por la Identidad, que organizan las Abuelas de Plaza de Mayo.
De hecho veía a la señora Estela de Carlotto, la admiraba, que se iba a imaginar él que era el añorado, el desaparecido nieto.
De hecho, compuso una canción que se llama “Para la memoria” su letra dice:
«El ejercicio de no olvidar nos dará la posibilidad de no repetir (…) Cargando en ancas los hombros se van quedando los años, no se han cerrado las puertas ni las heridas de antaño».
Es todo un tango, pero termina bonito.