Tenemos que ser semilla - José Ignacio Rasso

Tenemos que ser semilla – José Ignacio Rasso

No podemos permitir que el engaño constante se deje pasar, que la percepción sea la realidad y nuestro futuro la imagen que desaparece.

Publicado en: La Lista

Por: José Ignacio Rasso

Tenemos que aspirar al cambio que crece cuando la sociedad crece, al cambio que inspira legalmente a no violar la ley, a la transformación que motiva cuando las instituciones se fortalecen y no desaparecen, al cambio que se enorgullece cuando la autonomía del poder judicial crece y no se dinamita, al que reivindica a las mujeres cuando crecen en derechos, al cambio que tranquiliza cuando la seguridad, la salud y la educación crecen, al que se construye de forma racional, pero sobre todo, al cambio que crece en la cotidianidad, en las vivencias del día a día.

Tenemos que sembrar propuestas por todas partes. Sembrar razones, hechos y resiliencia ante la arbitrariedad y la soberbia. Incubar el ADN de la civilidad, el respeto y la legalidad frente a la consolidación de un régimen que solapa, premia y empodera el antivalor.

Tenemos que trabajar parcelas con los fundamentos democráticos que se han borrado, delinear nuevamente las fronteras de la ley y construir invernaderos ciudadanos por todo el territorio nacional para proteger la verdad ante quienes mienten compulsivamente y hacen del cinismo su fruto de orgullo.

No podemos permitir que el engaño constante se deje pasar, que la percepción sea la realidad y nuestro futuro la imagen que desaparece. No podemos acostumbrarnos a que la tragedia y la devastación sean una estadística. Tenemos que ser lluvia frente a la sequía.

No debemos sentirnos cómodos en un país donde los valores parecen estar escritos en arena, donde la opacidad le cierra el acceso a la transparencia, donde los principios son borrados por las plagas, donde las ideas se marchitan y los sueños se diluyen en vientos de poder.

Tenemos que cultivar lo correcto por todas partes, plantar en pequeños frascos la justicia, sembrar la legalidad en camellones, terrazas y montes, conservar el Estado de Derecho en bultos de sal para que no pierda su esencia y repoblar los ríos con cantos de vida.

Debemos desterrar la clase política que se acomoda dándole la espalda a sus electores, cortar de raíz la nueva oligarquía que se abre espacio descontrolada entre coyotes y viejas costumbres.

Tenemos que, urgentemente, labrar el cambio. Llevar una semilla de verdad en las manos, palabras con raíces profundas, fertilizantes contra la peste, palas, picos, datos, tierra fértil.

Debemos publicar el cambio que no le conceda espacio a la mentira, que limite a las fuerzas armadas, que fiscalice las cuentas públicas, que no festeje acuerdos parlamentarios en contra de los Derechos Humanos, que no aplauda a la clase política que se recicla y que siempre defienda la verdad.

Tenemos que ser semilla de cambio en las calles, en las sobremesas, en el trabajo, la denuncia, la pluralidad, el respeto, la empatía y la decencia.

Tenemos que preparar la tierra, tenemos que ponernos manos a la obra cuanto antes, porque tarde o temprano, habrá que cosechar.

 

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