La voluntad del pueblo

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  Como canallescas definió Chuo Torrealba las acciones que han llevado adelante, contra los firmantes que han acudido a validar sus firmas, desde funcionarios del CNE hasta colectivos chavistas. Sí, acciones canallescas sin duda alguna. Pero quizá sería más exacto definirlas como acciones vandálicas, de malandros. La de inconvenientes que han puesto las autoridades es algo increíble. En algunas zonas de Caracas, por ejemplo, imponen limites a las maquinas. Es decir, hasta cierto número se pueden validar en un día. No más. Esto después de hacer largas colas bajo el acoso de los colectivos que intimidan y roban. Así le ocurrió a compañeros de la radio cuando fueron a validar sus firmas en Macarao.

  En Nueva Esparta la situación ha sido tan fuerte que hasta el Alcalde de Arismendi, Richard Fermín, tuvo que declararse en huelga para presionar al CNE por los retrasos en las validaciones. Sunoticiero.com le cita: “Hemos tomado la decisión de irnos a huelga de hambre para exigirle al CNE que venga alguna autoridad nacional y le ponga coto a Joe Uzcátegui, quien se ha portado como el jefe del PSUV en el Estado, haciendo que a miles de neoespartanos les violaran sus derechos políticos al evitarles validar su firma”.

  Tan vil ha sido la actuación de este Uzcátegui que Henrique Capriles le denunció en un tuit, con foto y demás: “Este es Joe Uzcategui -Director de la Oficina Regional del CNE en Nueva Esparta-. Este personajillo es quien sabotea el derecho del pueblo en nuestra amada Margarita”. Ante esto la rectora Sandra Oblitas reaccionó. En 2001 se lee: “Oblitas afirma que agreden a los trabajadores. Asegura que no permitirán que se ponga en riesgo la integridad del personal. Rechaza que se someta al escarnio público con nombres y apellidos a los jefes de las ORE”. Es demasiado cinismo el de la señora Oblitas. “Denuncian agresiones al personal del CNE”, le citan en La Región, en Los Teques. ¿Pero qué dice usted, Oblitas, de las agresiones al pueblo venezolano? ¿Qué dice de las agresiones a los miles de firmantes que vencen y vencen obstáculos para poder ir a validar?

  En su programa de televisión en VTV, Diosdado Cabello, alta autoridad el partido de gobierno, hizo un remedo burlón de las quejas opositoras: “No, es el gobierno que nos nos deja; que si cortaron un árbol; que estaban arreglando la calle y no me dejaron pasar. Bueno y por qué no caminan, el que quiere puede o mejor dicho que el que quiere besar busca la boca”.

  ¡Por qué no caminan! Señor Cabello, no juegue con la dignidad de los venezolanos.

  Hay una crónica extraordinaria en Efectococuyo.com: “Cinco horas a pie y un río tuvieron que pasar los aragüeños para validar su firma”. Escribe la periodista Mariel Lozada: “Salieron a las 7:20 de la mañana de Villa de Cura con destino a San Sebastián de los Reyes. Habían recorrido unos 20 minutos cuando encontraron el primer obstáculo: un piquete de PoliAragua. No querían dejarlos avanzar con la excusa de que más adelante había una protesta y que el paso estaba trancado. Éramos tantos que llegó una comisión de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), con actitud atropelladora. Nos decían guarimberos, cuando eran ellos los que tenían la calle trancada, dijo Luis Antonio Herrera, uno de los firmantes.

  “Fue ahí cuando tomaron la decisión: pasarían caminando y, cuando estuvieran del otro lado del piquete, intentarían comunicarse con representantes de la MUD del municipio. Desconocían que les esperaban otras trabas en la carretera. Siguieron caminando. Hasta una señora mayor en silla de ruedas se vino con nosotros. Nos daba miedo que le pasara algo, pero ella andaba muy contenta. Decía que no quería morirse sin firmar contra este Gobierno, contó Herrera.

  “El plan era llegar al pueblo cerca de las 8:30 am, pero por todos los obstáculos encontrados no fue hasta pasado el mediodía que vieron la entrada. Llegar ahí no fue la última prueba a superar: el puente de acceso estaba bloqueado por colectivos identificados con el oficialismo que no permitían pasar. Estuvimos media hora ahí parados, hasta que un señor nos dijo que cerca había una finca por la que podíamos pasar. Teníamos que atravesar un río para entrar a una manga de coleo que queda en el pueblo, y lo hicimos.

  “Y al final llegaron por fin a San Sebastián, y allí si los lugareños los ayudaron brindándoles una especie de transporte colectivo.”

  La crónica viene documentada con fotografías de todas las trabas y obstáculos que encontraron en su peregrinar. La última de ellas es estimulante: todos retratados ante la sede del CNE, sonrientres y eufóricos, felices luego de haber validado sus firmas.

  Contra la voluntad de un pueblo no puede nadie. ¡Nadie!

 

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