Como Ariel yo quiero ser – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Yo quiero ser como Ariel,
yo quiero ser como él,
que escribe, canta, diseña,
y hasta le baila ballet…
Billo’s Caracas Boys

Un sector de la oposición –importante por influyente– pasa buena parte de su tiempo suspirando públicamente por los procesos de liberación democrática que se dan en otros países. Si la Primavera Árabe triunfa porque centenares de miles salen a la calle y derrocan, a punta de muertos y heridos,  al entonces presidente Mubarak, inmediatamente reaccionan: “Ven, esa gente si tiene cojines, hay que seguir su ejemplo”. En Ucrania, surgen las manifestaciones proeuropeas de Euromaidán que terminan con la renuncia del presidente Viktor Yanukóvich, e inmediatamente truena el razonamiento urológico: “Ahí está, es que esa gente si tiene cojines”. Los resultados posteriores de ambos procesos –un régimen militar represivo en Egipto, y la anexión de Crimea por parte del presidente de Rusia, Vladimir Putin– poco importan ante la exhibición de  tanta testosterona.

 

Ahora, nos toca la evocación de las recientes elecciones presidenciales en Ecuador –cada quien ya tiene su interpretación prêt -à -porter – y sin esperar los resultados de la segunda vuelta, ya estamos cantando loas a los cojines de los ecuatorianos que no se dejaron birlar los estrechos resultados electorales. Por lo demás, es una muestra de coraje cívico y democrático que hay celebrar. Pero de allí a extrapolar la situación ecuatoriana a Venezuela –para acomodar el pasado al relato mítico de la calle– hay un trecho largo de falta de decoro intelectual.

 

Lo que subyace es la cicatera vendetta de culpar a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) del fracaso del Referendo Revocatorio (RR) por no haber conducido  las manifestaciones del año pasado hasta las puertas de Miraflores para que de un soplido de muertos y heridos el régimen se desplomara como un castillo de naipes.

 

(Luego de conocerse los controvertidos resultados de las elecciones presidenciales de 2013, quien fuera el  candidato opositor, Enrique Capriles, fue sometido a una intensa campaña de descrédito por tomar la acertada decisión política de no marchar hacia una masacre anunciada para denunciar fraude).

 

Quienes de nuevo anhelan clonar en Venezuela procesos políticos que son producto de condiciones diferentes a las nuestras omiten –mezquinamente en muchos casos­– que la lucha democrática en Venezuela ha tenido éxitos, y por supuesto derrotas, frente a un contendor que no tiene escrúpulos para afianzarse en el poder. Aún así, la oposición democrática sigue siendo una alternativa válida y cierta para recuperar la democracia plena en el país.

 

Los que hoy se encargan de desacreditarla soterradamente al compararla artificiosamente con otros esfuerzos exitosos, son los mismos que cantan sus tropiezos con alboroto y oscurecen sus logros con argumentos especiosos.

 

Corresponde a la dirección democrática de la oposición, a sus líderes principales, reconocer errores, pero también defender los aciertos sin indecisión alguna. Ya estamos a punto de que el gran éxito del 6D/2015 sea considerado un fracaso pues, “¿para qué elecciones si ganamos pero el gobierno sigue allí” según un diletante razonamiento que cabalga entre las redes sociales.

 

Hay que celebrar los éxitos de otros demócratas en la región, sanamente, aprender de ellos, sanamente, sin utilizar sus logros para enlodar los nuestros. Para pegar por mampuesto hay que ser muy hábil, pero también de muy baja índole.

Si yo fuera como Ariel, cuantas cosas iba a tener, hoy por hoy yo no las tengo, porque no soy como él, remataba la Billo’s Caracas Boys.

 

@jeanmaninat

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