Los estadistas, cuando lo son de verdad, no concentran su pensar y actuar en lo individual. Se preocupan y ocupan de lo colectivo, de lo que determina a la sociedad y la encamina por buenos o malos caminos. No pasa de ser un recurso político en el discurso para atraer a las masas el usar ejemplos puntuales que refieren a situaciones de particulares. Los estadistas tienen que ver masas y grupos, números estadísticos, problemas y oportunidades compartidos por mucha gente y buscan soluciones no para individuos sino, antes bien, para la sociedad en su conjunto.
La teoría de la estrella rescatada es hermosa y revela altura moral, pero es inútil a la hora de enfrentar calamidades que afectan a millones. Si una estrella o pocas son salvadas, la resulta puede ser un conmovedor relato que efectivamente llegue a millones de corazones, mas no una sociedad rescatada del desastre. El diseño de políticas públicas no se realiza en la mitad de una plaza o en un apasionado templete. Los verdaderos estadistas trabajan fundamentalmente diseñando soluciones, con la ayuda de expertos en las diferentes materias. Eso ocurre en la frialdad de una oficina. Si la proporción de andar pateando la calle o interminables horas en alocuciones encadenadas es mayor al ejercicio de «estratetigizar», lo que ocurre es un chorro de improvisación, una erupción de soluciones fallidas.
Cuando uno ve a ministros, funcionarios de alto nivel gubernamental y hasta al mismo presidente horas de horas en templetes, lo primero que debe preguntarse es quién está haciendo el aburrido trabajo de oficina. Si todos los oficiales de un barco están reunidos con la tripulación y pasajeros, ¿quién comanda el barco?
No es atractivo el pesado trabajo de pensar y diseñar estrategias y mucho menos el de verificar los resultados de cada acción. Eso no es «sexy». No es épico ni heroico. Las cientos de horas en la mesa de diálogo en Dominicana, en la cual la MUD mostró la fuerte madera de la que está hecha, tienen muchos menos aplausos que el toparse con un dirigente político en una protesta, sudando la gota gorda y, de preferencia, con alguna herida visible. Más felicitaciones recibe la plana mayor de la oposición cuando aparece en los medios y las redes literalmente cayéndose a golpes con los fachos del régimen que cuando tiene el coraje de poner en negro sobre blanco las denuncias de la caótica situación que vivimos por ante la CIDH, la OEA, la ONU, la UPI, la CPI, la UE, ACNUR, UNESCO, FAO, etc. Delsa Solórzano arranca vítores cuando le canta las verdades en su cara a cualquier ministro abusador que por las cientos de horas que dedica a redactar los oficios de denuncia que se cursan por ante organismos judiciales internacionales. Ello con independencia que más ha logrado Delsa haciendo lo segundo que lo primero.
Los grandes forjadores de la derrota del régimen nazi no estuvieron en los campos de batalla. Más bien estaban en oficinas y laboratorios. Pero no es sino recientemente que se han hecho películas y series de televisión sobre ellos. Por años, las producciones presentaban a los héroes de campo, bañados en sangre. Ellos, los «héroes», nos llegan al corazón, nos alborotan las hormonas, nos desatan pasiones. Los «pensadores» nos parecen aburridos.
Pero resulta que aquí estamos, en el medio de este horror, todavía buscando gladiadores, curucuteando en las redes en procura de un caudillo rescatador, un cacique con penacho de plumas que nos salve de esta tragedia y, de paso, nos ofrezca como postre la certeza que quienes nos condujeron a este cataclismo social paguen con sangre lo que nos han hecho. Es una mezcla de pasiones medievales con actuaciones tribales. Como si no hubieran pasado siglos en la historia de la Humanidad.
La MUD se toma su tiempo para tomar una decisión con respecto a lo que va a ocurrir el #22Abril. Entiende que está una encrucijada. No es cuestión de participar o no en esta farsa electoral, sino en lograr que cualquiera sea la decisión lo sea unitariamente. Es o todos o ninguno. Sin crear falsas expectativas. El régimen por su parte necesita que la oposición lance candidato. Para no verse forzado a inventar un fantoche que se se inscriba para simular las formas mínimas que marcan las normas democráticas. No es cierto que participar, aún en las condiciones más abyectas, signifique legitimar el parapeto. Lo que es inaceptable es jugar a que esto es una justa normal. Yo no sé qué decidirá la MUD. Espero que no vean esto como una epopeya sino como una decisión crucial en la que o nos montamos todos o fracasaremos.
En la matriz de opinión pública el escalón siguiente a la confianza es la convicción, una poderosa posición que nos da fuerza. Y el nivel más alto en la matriz es la fe, a saber, el creer sin necesidad de comprobaciones. Cuando Leopoldo habla de «fuerza y fe» y nos las ofrece como consigna no se refiere a una ridícula épica y mucho menos como una tonta frase de campaña.
Curiosamente, por muy lejos sintamos la esperanza y por mucha desesperación que nos ahogue, la fe es la que nos sacará de este desastre. La fe es inmune a la idiotez, a la maldad, a los vientos de derrota. La fe no tiene fecha de vencimiento.
Y nuestros dirigentes, esos a los que tan mal tratan algunos, tienen fe en abundancia.
@solmorillob