Publicado en: El Nacional
Por: Alicia Freilich
“Por los caminos del misterio que unen un espejo a otro espejo, llegaron (o estaban allí antes) y se miraron desde la puerta del espejo”.
“La noche porteña se desgarró en relámpagos, en fogonazos. Voces de miedo y de pasión alzaron su llama hacia las estrellas.”
”La noche del encuentro con los tres marinos (si es que fueron tres los marineros) apareció el que decía discursos. Era un hombre raro.”
“Durante muchos años vivió dentro de aquel monstruo, que fue fortaleza, almacén, prostíbulo.”
“Tu mano dice cuándo un castillo frente al mar cambia su destino y se hace casa de mercaderes, cuando, entre las paredes de una fortaleza defensiva, se confunde el metal de las armas con el de las monedas.”
“Ahora, los elementos minerales que forman el muro regresan en lento desmoronamiento hacia sus formas primitivas: un camino de historias que se enrolla sobre sí mismo y hace círculos como una serpiente que se muerde la cola.”

Líneas de una pieza fundamental en la vasta obra del escritor venezolano Guillermo Meneses (Caracas 1911-78). Su cuento La mano junto al muro (1951) resume hasta qué punto fue el renovador de la narrativa nacional desde modernas técnicas literarias europeas de la época. Su escepticismo hondamente reflexivo supo desenmascarar la hipócrita pacatería rutinaria y toda falsedad política oponiendo caras contra caretas, verdad contra simulacros, realidad vs apariencia, burdel frente a iglesias y cuarteles.
El muro que margina, la pared que divide, el cuchitril donde los poderosos humillan a los necesitados como el macho castigador, para expulsar allí -por vía sexual o mediante la tortura sistemática- sus traumas no resueltos.
Este pequeño gran relato concebido hace más de setenta años revive desde una original publicación de Editorial La Carraca (Lima, Perú, diciembre de 2024, con mínimo y certero prólogo de Yeremy Meléndez). De corto diseño, casi para el bolsillo, como si fuera un amuleto y a la vez un grito de alarma, merece su reparto clandestino dentro del país que retrata, de población mayormente aislada a juro pero con muchos reprimidos voluntarios, donde el verdadero símbolo que borra medallas, himnos, banderas y escudos, es el Helicoide con sus numerosas sucursales amuralladas.