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Estamos en tiempos de violencia, y en estos tiempos de angustia, aciagos para el país y para todos los venezolanos, hemos notado que cada día se hace más evidente la relación sumamente estrecha, en esto de la violencia, entre funcionarios del gobierno, dirigentes del PSUV, colectivos armados y guardias nacionales.
Hoy, por ejemplo, en la primera página de El nacional: En las residencias Palaima de Maracaibo motorizados encapuchados quemaron 10 carros, robaron apartamentos y trataron de violar a una mujer. La Guardia Nacional Bolivariana no los contuvo.
No solo asesinan -y como ya hemos comentado, con disparos certeros a la cabeza- sino que producen toda clase de desmanes; son gente del delito, gente del crimen, amparados, por lo visto, y en directa conchupancia con la gente del régimen, incluida, por supuesto, la Guardia Nacional Bolivariana.
Leo en el semanario Quinto Día: “Si la Fuerza Armada Nacional Bolivariana tiene que usar las armas lo hará”. Esta amenaza de guerra y de violencia, en tiempos cuando se está procurando un diálogo, resulta contraproducente. La suelta nada menos que Pedro Carreño, a quien ya conocemos bastante. En el diario El Mundo: “Trabajadores de empresas se pararán firmes” Empleados recibirán formación militar para la creación de las milicias obreras, según dijo Wills Rangel Presidente de la Central Bolivariana de Trabajadores.
En tiempos donde se está pretendiendo un diálogo hay gente en el régimen que sólo se está preparando para la violencia y la guerra.
Tenemos algo que nos llama profundamente la atención. Leo en La Verdad, de Maracaibo, a propósito del ataque criminal contra Palaima: “Guardia Nacional ocupó Residencias Palaima, con ayuda de civiles armados que saquearon, amedrentaron a vecinos, destrozaron y quemaron vehículos, apuñalaron a una joven, hubo otros tres lesionados. En La Trinidad robaron casas y a transeúntes, amenazaron con violar a una mujer tras asaltarle su vivienda. Linchan a uno de los agresores. Y hay una cita: “Terror en la Trinidad: Abrí la puerta o los quemamos vivos”.
El malandro, el delincuente, anda en conchupancia con la autoridad. Insisto en la pregunta: ¿por qué la Guardia Nacional Bolivariana se queda como pasmada?
Y vamos a cerrar el comentario con el caso de Bolívar Giménez, de 37 años, presunto asesino de Adriana Urquiola. En un primer momento se nos dice, recordemos, que el asesinato ocurre en el contexto de una barricada: el asesino era uno de los que trataba de liberar la guarimba. No se ha especificado pero uno puede presumir que el individuo quizá forme parte de algún colectivo. De hecho se nos dijo que trabajaba en un Ministerio, aunque después se declaró que no trabajaba en ninguno. ¿Y qué es lo último que hemos descubierto? Este asesino -que aparentemente ya huyó del país- salió de la cárcel gracias al beneficio de aquel fulano Plan Cayapa de la Ministra Iris Varela. Y entonces ¿qué dice la Ministra? Leo en El Universal: «Andan diciendo que ese tipo es escolta mío, no, no, ningún escolta mío. Pero yo no hablo por razones de ética de los privados de libertad (…) tengo entendido que trabajaba en una empresa de reparación de ascensores y vino a reparar los del edificio Platinium y también vinieron a revisar de Inverunión que se habían dañado«.
Continúa la cita en El Universal: “Extraoficialmente se supo que Bolívar fue sentenciado a pagar una pena de 26 años de cárcel por la presunta comisión del delito de secuestro y que estuvo preso hasta el primer trimestre de 2013 en la cárcel Mínima de Tocuyito. Al parecer, le fue otorgado un beneficio procesal que lo dejó en libertad, pero Varela negó que se tratara del Plan Cayapa.”
No quiero ser suspicaz, ¿pero una Ministra conoce al empleado de una compañía que le repara el ascensor? ¡Caramba que Ministra tan enterada de todo!
Un comentario
No me es extraño este tema. En estos momentos se ha desbordado la delincuencia porque ha sido auspiciada por el gobierno, pero a la par de esto no dejemos a un lado la debilidad en cuanto a la educación moral y espiritual del país que ha venido careciendo en las esuela y hogares. Nadie da lo que no tiene dentro de sí, con esto lo que quiero decir que ninguna persona formada con una moral y ética bien consolidada, jamás agrediría por más que la torva y la euforia colectiva lo incite.