Roselena Tejeda: la mujer que todos los días baila la conga

Publicado en complotmagazine.com

Por: Ana Khan

Fotos: Alejandro Olivares

Roselena Tejada
Roselena Tejeda

 

A finales de septiembre de este año el periodista venezolano César Miguel Rondón contó la historia de sus padres en una potente misiva a Conatel. En ella narraba la historia de su mamá, Rosa Elena Tejada una mujer que soñó y luchó por la democracia en Venezuela. Una mujer de 93 años que continua celebrando la vida pero también pensando un país que a veces no entiende. Un vida que inspira, un trayectoria para recordar un día como hoy.

En las mañanas baila. Está sola ¿quién le va a recriminar el volumen si pone un poco de conga? “La vida es cuestión de actitud, para todo, si yo estoy con vieja ¿Qué voy a hacer? ¿Rezar el rosario?” A Rosa Elena la vida nunca la tomó por sorpresa porque ella siempre esta dispuesta a sacarle el jugo. Ayer 6 de diciembre de 2015 posiblemente sus rutinas cambiaron. Como todos los días, al mediodía, seguramente se tomo un whiskey antes del almuerzo. Pero, ¿ La conga? El domingo, si bailó, seguro fue en la noche. Para celebrar. Pero, en la mañana, como mujer formada en la vocación democrática de la primera mitad del siglo XX venezolano su primera misión del día era votar. Rosa Elena Tejera la novia en bicicleta del preso político César Alberto Rondón Lovera, la mamá del periodista, la mujer que quería ser artista está convencida que las viejitas se están poniendo de moda. “En esta época, ¿qué van a contar los jóvenes? ”. Ella en cambio, tiene mucho qué decir. 

¿Quién es Rosa Elena hoy en día?

Hoy en día es una persona feliz, muy feliz. He vivido mucho, pero he vivido gozando. He gozado muchísimo, he llegado a esta edad con todos mis hijos unidos y es bastante, con unas familias muy bonitas, llenas todas de ilusiones.

¿Cómo conociste a César Rondón Lovera? ¿Cómo te enamoraste?

La primera vez que lo vi fue en una reunión de la Asociación Juvenil Venezolana (AJV), eran los jóvenes de Acción Democrática. Tendría como 18 años, mi hermano Nicolás era fundador, aún no se llamaba AD, yo soy de La Victoria y ahí se formaban las tertulias, en las que por supuesto, estaban mandando los hombres. Aún así mi padre era muy conservador, mi madre de la época, también conservadora como mi padre, pero los hijos fuimos muy diferentes a nuestros padres porque la vida cambió. Es imposible que yo sea igual a mi mamá. Yo estaba jovencita y me enamoré terriblemente. Yo me enamoraba sola, era otra vida. Era diferente, nos divertíamos con pequeñas cosas, de noche jugábamos. Todos los vecinos a la casa venían. A las nueve de la noche salían mis abuelos, mis padres, porque antes de esa hora sonaban las campanas de la Iglesia y eso asustaba a las ánimas. Todos los viejos de entonces corrían porque pensaban que estaban levantadas las ánimas

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¿Por qué entraste a ser militante de la juventud venezolana? ¿Qué te llamó la atención?

Yo a los 18 años ya militaba en AD. Bueno mija, AD se funda mucho después de nuestro junte. Era la AJV que se fundaba primero, después vino el partido que pasaba como AD, pero estaba feliz. Era otra Venezuela, no vamos a decir Venezuela, era otro mundo. Pienso que éramos felices y no lo sabíamos. Ahora es que es diferente, no habían tiros, hasta hace poquito era otra Venezuela, pero todo llega su fin.

Hubo una convención nacional de la AJV en Valencia, para allá llegué como a las ocho de la noche. Se armó un escándalo y me dijeron que estaba llegando el presidente de la AJV, que era el papá de César, jovencito. Bueno todos éramos unosbabies. Allí comenzó la cosa. Pero, yo no me enamoré de César allí, me enamoré después. Me llamó la atención cuando estaba de diputado en la constituyente y yo estaba siempre en el palco de periodistas. Ahí me llamó la atención ese señor que llevaba unos zapatos en dos tonos, blanco y marrón, que era la moda supongo. Me lo presentaron, y lo conocí. Por supuesto, no me gustó ese señor gordito con esos zapatos de dos tonos. Poco a poco sin saber cómo nos enamoramos. Porque el amor llega así, sin saber cuando, de alguna manera. Como diría Simón Díaz, “uno no se da ni cuenta”. Nos casamos, mucho tiempo después de eso, porque él tenía como otra novia, que eso a mi no me importaba, eso era problema de él, lo tenía que resolver él, no yo.

Llega un momento que uno se va enredando y para cualquier cosa me llamaba a mí, así yo también lo llamaba a él. Muchos años pasaron, nos casamos en el año 52 y estuvimos juntos hasta que el se murió en 1987. Bastante.

 Aunque Cesar Miguel, tu hijo ya contó la historia quisiera que me tu me dieras tú versión de la historia de tu matrimonio

Mi matrimonio fue muy bonito, pCésar estaba detenido en la penitenciaría de San Juan de los Morros y se regaba la voz de que iban a salir 25 personas. Entonces, yo no me quería quedar en Venezuela, porque ya éramos novios, el preso y yo casi presa, porque tenía casi la “ciudad por cárcel” como dicen ahora, no podía salir. Estaba preparando mi matrimonio y busqué un vestido blanco de mi hermana Eloísa, que lo había usado ella en una fiesta de 15 años, lo agarré, lo lavé, y mi mamá no se dio cuenta de nada.

Yo calladita, había visto la película de Romeo y Julieta, y me gustó el tocado de Julieta, me compré una cinta, me compré el metro de tul, y nadie se daba cuenta en mi casa. De noche cosía, para hacer el velo. Estaba en la Universidad, estudiando, la juventud siempre es igual, así como ahora. Me hice mi vestidito y se apareció un hombre en la Universidad a decirme que si no estaba a las cuatro de la tarde en mi casa no me casaba. Me fui corriendo, y detrás de mi se vinieron todos los del cortejo, y mi profesor que fue mi padrino. Cuando llegué a mi casa estaba mi mamá sentada con una de las batolas de antes, se asustó cuando me vio y le dije que me iba a casar, y que al novio lo iban a conocer ese día.

Mi mamá se puso a llorar porque pensaba que me iba a casar con el chaperón de la policía y entonces, trajeron a César. No tenía bouquety agarré las rosas blancas del altar de mi mamá que estaban chorreando de agua para casarme. Tuve un matrimonio muy concurrido, estaba el Gobierno y todo.

Cuando me dijeron que estaba linda, alguien también me dijeron que no tenía marcha nupcial. Salí corriendo a decirle a mi hermanito que me pusiera un disco que había comprado hace tiempo que la tenía.

 

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¿Cuántas ganas tenías de casarte?

Por supuesto que yo quería casarme. Siempre pensé en casarme. Luego el Jefe civil nos casó. La gente que estaba celebrando con nosotros era desconocida, porque eran de la Seguridad Nacional, y cuando dimos el sí, ahí mismo montaron a César y se fue ese montón de gente con él. Yo me quedé en mi casita, gozando un puyero con todos mis amigos. Agarré la bicicleta y me fui por la zona para que todo el mundo me viera, es que la gente era muy lengua larga. Detrás de mi, iban mis vecinos también en bicicleta, o sea que eso fue una caravana de bicicletas. Fue un matrimonio muy diferente, fue divertido. Estuve como hasta las nueve, antes que salieran las ánimas

Fuiste una gran luchadora por la democracia ¿Qué crees tú que pasó con la democracia venezolana en los últimos años?

Han pasado muchas cosas. Parece que no hay ideales, todo es un materialismo y eso no existía antes, nosotros teníamos un ideal, luchábamos por una Venezuela libre para los venezolanos, por eso era la lucha, todo el mundo está en lo mismo, defendiendo  su posición.

Hablemos un poco de la partida a México

Al otro día yo me presente en la oficina donde trabajaba, vestida de novia me fui en al autobús, gocé un puyero. Me fui con mi traje completo para que en la oficina vieran que me había casado, de ahí me fui para la universidad y de ahí para mi casita, porque a los tres o cinco días salíamos.

¿Cómo fueron esos años en el exilio?

Estábamos en México y por allá pasaba todo el mundo. México, La Habana y Costa Rica era a donde los exiliados llegaban, porque a nosotros nos sacaron, nos dieron el pasaporte. Yo no vi a César más. Solo el día que nos casamos y cuando nos encontramos en el autobús que nos llevaba para el aeropuerto. A mí me tomaron la foto y cuando llegamos a México todos estábamos iguales, nadie tenía divisiones, eran panas de todos no era como ahora. Teníamos un ideal.

¿Cómo era ese país con el que ustedes soñaban?

Muy distinto. Por eso gozábamos, porque salíamos de noche y tomábamos autobús, nadie tenía carro, no era una necesidad como ahora. A mí no me cuesta trabajo, yo tengo muchas amigas, pero ellas no salen porque no están acostumbradas a eso. La vida avanza no retrocede, ¿cuál es mi angustia? Yo me llevo muy bien con mis nietos, con mis hijos, con ellos hablo de la vida, como pana chica, todo me lo cuentan, es que uno tiene que conversar con los jóvenes y con quien sea. Con los viejos no sé, todo es una quejadera y eso me hace daño.

Era un país diferente, sin divisiones, el que era adeco, era adeco, el que era copeyano, era copeyano y así, éramos amigos, nos respetábamos, nos queríamos, bailábamos juntos, era distinto. Las fiestas eran en común, no sabías de donde venían, no importaba, era un país unido. Hoy en día nadie está unido. Lo que estamos viviendo no se cree.

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¿Quiénes pasaron por tu casa?

Ay chica, todo el mundo. Andrés Eloy Blanco, era mi pana. Rómulo Gallegos, era muy callado y después que se murió su esposa estaba más callado todavía, porque era un amor de toda la vida, un amor inmenso por su mujer. Cuando muere Andrés Eloy, el choque sucede en la esquina de nuestra casa. Él había venido de Cuernavaca porque eran los padrinos de César Miguel a quien íbamos a bautizar al otro día. Yo estaba en la casa preparando los pasapalitos para la fiesta cuando me dieron la noticia. Gallegos también estaba en mi casa y los dos muchachitos de Andrés Eloy pequeños, pero ellos no se dan cuenta de lo que pasó con su papá, ni que su mamá estaba hospitalizada. Me acuerdo que la fui a ver enseguida, se le veía todo.

 ¿Qué hacías en México?

En México tuve tres hijos, César, Venezla y Andrés Eloy, me vine en estado de Gabriela que nació aquí. Estuvimos casi nueve años allá. Sabíamos que la cosa estaba mala en Venezuela por un amigo de nosotros, estábamos pendientes de todo movimiento, recibíamos cartas todo el tiempo, llegaban las noticias, hablábamos entre todos, no había twitter, era puro boca-oído y todo se sabía, fue un movimiento muy bello. Estábamos acostados en la cama con César Miguel que tenía miedo a la oscuridad, cuando vino Justo Camargo que vivía con nosotros, oyó la noticia que lo llamaron de La Habana y nos dijo “Cayó Pérez Jiménez”, inmediatamente salieron los venezolanos, hubo un avión que salió casi el mismo día.

No teníamos nada cuando volvimos y me ofrecieron un arbolito de Navidad para celebrar, yo iba por ahí con mi arbolito arrastrado.

¿Pensaste que César Miguel se convertiría en el periodista que ahora es?

Siempre nos dió muchas sorpresas. Cuando era muchacho, como su padre era escritor, hizo un periodiquito en la familia que salía semanalmente, costaba un medio leerlo. Así empezó. Me acuerdo que Josefina Rondón se iba a casar y él lo sacó en su primera plana, era un solo número y cobraba si lo querías leer. Era periodista desde que nació. Sacaba el periódico en la máquina de escribir de su papá con un dedito. Se demoraba muchos días sacándolo.

¿ La palabra Venezuela qué significa para ti?

Todo. Es la tierra en donde nací y aquí me va a ver morir, aunque uno no sabe donde te agarra.

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