Tristeza al cuadrado me ha dado el Triángulo – Andreina Mujica

Por: Andreina Mujica

Si quiere usted ver gente nadando en su mierda, y todo lo obvio que sabemos de la toxicidad de las redes sociales,​ clasismo, racismo, con excelentes actuaciones y diálogos escasos; pues esta peli no la puedes dejar de ver o sufrir.

Östlund ha crecido, pronto cumplirá 50 años, viene de ganar otro palmarés por este triángulo, que sí, que divide las dos horas y media en tres partes, por caridad, pero también es un triángulo del que sin bótox no sobrevive en un desfile o en la industria, ese ceño fruncido con el que muchos salen de la película.

Esa primera ​parte ​tiene el atractivo del par de guapitos influencers, si los pone más gafos y confundidos se gana otra Palma. Lo siento pero no tiene la genialidad de cine de autor en los diálogos como un Woody Allen (87 años)​,​ que sabe remontar el interés del espectador sorprendiendo con preguntas ontológicas y reflexivas, o Michael Haneke (80 años) profundamente perturbador y critico, el oscuro, depresivo y poético cine de Lars von Trier (66 años) con Dogville o Melancolía, pero es que Ruben aburre al infinito por obvio, uno esperaría un mayor esfuerzo en los diálogos y no solo “diabluras” de un guion atrevido, pero gracias a las señoras que no dejan de hablar en las butacas de la fila de atrás uno sigue despierto.

​De hecho, hubo el momento en que pedí que hablasen mas fuerte, era divertido escucharlas más que a los protagonistas.​

Esta «sátira» del mundo de los ricos, nos hace pensar que ser rico es muy malo, ​lo malo está en ser como ellos, ​así que en la segunda parte ya en el barco con el Capitán ebrio escuchando “La Internacional” (himno del movimiento obrero), y llegando al clímax en la guerra de aforismos con el colega capitalista no sorprende, que los EEUU es un país invasor y con muchos vicios, tampoco, parece más una conversa entre chicos de primaria, aunque hagamos la salvedad, estaban ebrios.

Pero todo puede empeorar.

Quince minutos dedicados a que la gente nade en mierda y vómito, mostrándonos una vez más que todos somos humanos, oh sorpresa, le faltaría un toque a este humor escatológico, ¿el humor tal vez?

A pesar de que salvamos que Östlund tiene osadía y creatividad en sus ideas y buena factura ​en la​ dirección de actores, fotografía, escenario, lo triste de este triángulo de soledad, tristeza y estupidez, no llega a ser merecedora de un galardón en Cannes, pero de premios hace rato no sabemos si son políticos, amistosos, generosos, o simplemente para llevar la contraria al buen cine.

De todas maneras tendremos una esperanza en la tercera y última parte, donde ya uno quiere palomitas con estupefacientes.

La Isla… que vaina con la obsesión del tema ​»​isla​»​ no resuelta en el cine, pocos la logran, “La playa” de Danny Boyle, “El náufrago” de Robert Zemeckis, caso aparte “Mud” de Jeff Nichols con la maestría en la actuación de Matthew McConaughey, entre tantas, pero acá seguiremos con la lucha de clases evidente y demasiado acariciada, los 10 millones de presupuesto no dieron para salvar a Woody Harrelson (uno de los actores mejor pagados en Hollywood), así que llega una suerte de justicia para la clase obrera y trabajadora, cambian los roles, y la verdad, es la mejor de los lados del Triángulo, vuelta de nuevo a un excelente elenco de buenos intérpretes, pero ahora con hambre, que no ayuda.

Algo que resalta es como después de ver este equilátero de la obviedad, The Square (donde la crítica era para aquellos que son parte del mundo del arte) nos va a parecer merecedora de La Palma. Aunque seguro me está faltando​ esa maestría de quienes le aplauden, me parece cien veces mejor que está última obra.

Un aparte es la muerte de Charlbi Dean, demasiada tristeza, con tan solo 32 años, una actriz y mode​l​o sudafricana, solo por eso, ha valido la pena ver la película.

Valoremos el intento necesario y obsesivo de Ruben Östlund​ quien quiere denunciar con humor negro la sociedad actual,​ pero definitivamente de él se espera mucha más profundidad y menos subestimar al espectador, perturba, conmueve a ratos su ingenuidad, pero no convence ni porque dure tres horas.

 

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