El gran discurso de Emmanuel Macron - Laurence Debray

El gran discurso de Emmanuel Macron – Laurence Debray

«Advirtió sobre la nueva realidad que debemos asumir: Estados Unidos ya no es nuestro aliado y tenemos en nuestras fronteras una potencia hostil»

Publicado en: The Objective

Por: Laurence Debray

El presidente de Francia se dirigió a la nación en un discurso solemne el miércoles por la noche, en vísperas de una cumbre europea clave sobre Ucrania y la defensa. ¿Su objetivo? Preparar a los ciudadanos para un «esfuerzo de guerra». Con un mapa de Ucrania e infografías como apoyo visual, el jefe de Estado quiso captar la atención de la opinión pública sobre las consecuencias de «la amenaza rusa» y un «orden mundial trastocado». Advirtió sobre la nueva realidad que debemos asumir: Estados Unidos ya no es nuestro aliado y tenemos en nuestras fronteras una potencia hostil que destina más del 40 % de su presupuesto al gasto militar. La agresividad rusa no tiene límites: Moscú viola el derecho internacional, manipula a la opinión pública y orquesta ataques cibernéticos. ¿Quién puede creer que Rusia se detendrá en Ucrania? Según la última encuesta, el 76 % de los franceses teme que el conflicto se extienda más allá de las fronteras ucranianas y el 64 % incluso cree que podría llegar hasta las fronteras de Francia. ¿Es esto un exceso de pesimismo y angustia de un país que teme el regreso de los días oscuros de la Segunda Guerra Mundial?

Sin mencionar directamente a Trump en ningún momento, Macron advirtió a los franceses, mirándolos a los ojos: «entramos en una nueva era», «nuestra seguridad está amenazada», «nuestra inocencia ha llegado a su fin», «esta situación internacional cambiará nuestras vidas». Los franceses están acostumbrados a los grandes discursos líricos de sus presidentes en tiempos de crisis: el de François Hollande tras los atentados islamistas de 2015 sigue siendo inolvidable. Pero ninguno, en tiempos recientes, ha sido tan sombrío. Macron no interpretó el papel del «superpresidente» que a veces puede rozar la arrogancia o la pedagogía excesiva. Y hay que reconocerlo: le encanta escucharse a sí mismo. Tampoco adoptó un tono tranquilizador. Su discurso tuvo más bien un tono churchilliano, aunque sin la grandilocuencia del primer ministro británico en tiempos de guerra. Fue una intervención directa, breve y eficaz. Claramente dramática, incluso inquietante. Describió un mundo lleno de peligros y pidió la movilización. Para generaciones que nunca han conocido un conflicto armado y que han estado más preocupadas por preservar sus derechos sociales que por cambiar el mundo, el mensaje cayó como un jarro de agua fría. La prosperidad y la seguridad ya no están garantizadas: «ya no recibiremos los dividendos de la paz», anunció con sobriedad. La era de la inocencia ha terminado. Bienvenidos a la era de la guerra.

Macron insistió en la necesidad de que el Viejo Continente refuerce su capacidad militar de forma independiente: «El futuro de Europa no debe decidirse en Washington ni en Moscú». Pero quiso matizar sus declaraciones sobre la disuasión nuclear. Si bien confirmó su intención de «abrir el debate estratégico» sobre la protección de «nuestros aliados del continente europeo», dejó claro que «la decisión ha sido y seguirá siendo competencia exclusiva del presidente». Sin embargo, ¿cómo rearmarse cuando el país está sobreendeudado, sin recurrir a subidas de impuestos? Si el dinero es el nervio de la guerra, ¿podrá Macron cumplir su promesa sin pedir a los franceses que trabajen más? El ejemplo de Dinamarca, que planea retrasar la edad de jubilación a los 70 años para 2040 con el fin de aumentar significativamente su gasto en defensa, resulta inquietante. «La patria los necesita, necesita su compromiso», proclamó, invocando «la fortaleza de espíritu de una nación». Pero, en términos concretos, ¿qué significa esto? ¿Nos resignaremos finalmente a la incautación de los activos rusos congelados en Europa, medida a la que el Gobierno francés aún se opone alegando el respeto al derecho internacional? Quedan muchas incógnitas por despejar, pero lo que es seguro es que los franceses no podrán alegar que no estaban advertidos: se avecinan grandes consecuencias.

Moscú reaccionó de inmediato. Las declaraciones del presidente francés constituyen «una amenaza» para Rusia, afirmó Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores, quien también aseguró que un alto el fuego temporal en Ucrania sería «inaceptable». En resumen, las opciones son la rendición o la guerra. Gracias a la traición de Trump, Europa ha despertado. España, que solo destina el 1,3 % de su PIB a defensa, el porcentaje más bajo de todos los países de la OTAN, ¿asumirá su responsabilidad? Su silencio es ahora mismo ensordecedor. ¿Acaso el hecho de haberse librado de las dos guerras mundiales la hace incapaz de ver la nueva realidad internacional? La situación es grave. La aceleración de la Historia pone a prueba a los verdaderos líderes.

 

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