Tony Bianchi

Todos en contra de Trump – Tony Bianchi

Por: Tony Bianchi

Desde que los definió como «los más estúpidos de la historia», el Wall Street Journal (WSJ) – que es también el más conservador y menos anti-Trump de los principales periódicos estadounidenses – no se cansa de intentar convencer a Donald Trump, de qué los aranceles, que él particularmente está aplicando a Canadá y México, serán contraproducentes para la economía estadounidense y, sobre todo, para los consumidores estadounidenses.

“Los aranceles son impuestos,” declara el WSJ, “que suman 150 mil millones de dólares al año y que van en contra del crecimiento económico del país.”

Luego se hace eco de las quejas de muchos inversores norteamericanos que se oponen a que Trump aplique una penalidad arancelaria del 25% en contra de Canadá y México.

Tras numerosos ejemplos de efectos indeseados y contraproducentes en la puerta de casa (desde el aumento de los precios de la electricidad, los combustibles y los fertilizantes agrícolas hasta los de la cerveza más vendida en EE.UU. que es la   mexicana), el Journal concluye que “la euforia arancelaria de Trump es el triunfo de la ideología sobre el sentido común y desea que el presidente “pronto entre en razón».

El New York Times, por su parte, ante la pregunta “¿qué es “un auto importado”? cita come ejemplo a un Toyota Rav4 que, aunque importado de Canadá tiene gran parte de los componentes producidos en Estados Unidos., lo que quiere decir que estarán sujetos a impuesto de ambos países.

Mientras que en un Nissan Rogue ensamblado en Estados Unidos prevalecen piezas fabricadas en Japón (afectadas por los nuevos aranceles y por lo tanto también aumentará de precio.

Por otro lado, como señala Sam Fiorani, vicepresidente de la empresa de investigación AutoForecast Solutions, «los vehículos tendrían precios aún menos asequibles si todas las piezas se produjeran en el los Estados Unidos».

En otro editorial, el Journal recordó que Trump «también se opuso cuando se publicó un análisis del Anderson Economic Group, según el cual un arancel del 25% aumentaría el costo de un SUV grande ensamblado en América del Norte en 9.000 dólares y el de una pick-up en 8.000 dólares.

El WSJ se pregunta si es de esta manera que “el nuevo Partido Republicano de Trump” pretende ayudar a los votantes de la clase trabajadora.

Puede ser una coincidencia, pero ayer, 5 de marzo, llegó la noticia de la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, de que Estados Unidos pospone un mes los aranceles a los automóviles de Canadá y México.

El economista Leonardo Becchetti, también argumenta que debido a los cambios en la cadena de suministro y los aumentos de precios “vivimos en un mundo profundamente interdependiente que es obligado a utilizar un gran número de cruces fronterizos de materias primas o de productos semiacabados para asegurarnos producir a precios competitivos.

Con esta nueva realidad, mientras que los automóviles estadounidenses se ensamblan en gran medida en México, y que el petróleo estadounidense se refina en Canadá los nuevos aranceles estadounidenses dañarán a los propios Estados Unidos.

Para los productos de alta calidad consumidos por grupos de ingresos medios-altos (como los quesos y vinos franceses e italianos), la demanda es bastante inelástica y, por lo tanto, los aranceles resultan en un aumento en los precios de los productos que los estadounidenses comprarán de todos modos, por lo tanto, causarán inflación.

El WSJ prevé que sólo a medio plazo, si se mantienen en vigor los derechos, se producirá una reestructuración de las cadenas de suministro, pero estima que, en el caso del impuesto a los automóviles japoneses, similar al aplicado en los años 1980, estos impuestos provocan el surgimiento de «fábricas de destornilladores» europeos para ser utilizados como “aporte europeo” para el ensamblaje de los mismos automóviles chinos, y podrán eludir el máximo arancel aduanal.

Otro efecto a mediano plazo es la recomposición de los flujos comerciales, que fortalece las relaciones entre los países afectados al reducir las exportaciones e importaciones del país que aplica los aranceles.

Por lo tanto, los aranceles son un mal negocio tanto para quienes los imponen como para quienes los sufren: reducen el comercio y aumentan los precios de los productos y el semanal The Economist prevé que el crecimiento económico y la inversión en general  desaceleran.

Sin embargo, dado que, con o sin advertencias de los economistas, Trump está muy decidido a continuar su camino (en resumen, «si vendes tus productos a Estados Unidos te impondré aranceles, pero si vienes a producirlos aquí te reduciré los impuestos», como reiteró varias veces en su discurso ante el Congreso.

¿Cómo reaccionar? Según Cesare Zapperi, presidente de la región del Véneto y uno de los mayores exportadores europeos a los EEUU, habló de los aranceles como un «flagelo», pero advirtió que Trump es capaz de retractarse tal como se lo dijo a Volodymyr Zelensky en la Casa Blanca: «nunca he llegado a un acuerdo sin un compromiso».

Las medidas arancelarias de Trump han sido severamente condenadas tanto de parte del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau y de la presidenta de México, Claudia Scheinbaum que luego de enumerar serias objeciones en su contra han amenazado fuertes medidas de represalia.

Por su parte los países europeos, se están preparando a una revolución que prevé la salida de los Estados Unidos de la OTAN, y una política agresiva de impuestos que afectará el comercio transatlántico y piensan aplicar impuestos iguales a los productos americanos.

El respetado sitio web QUORA va más allá y llega a la conclusión que lo que Trump revela es la cara más descompuesta y reaccionaria de un sistema en decadencia y afirma que su retórica nacionalista no es una muestra de fuerza sino marca el inicio de la caída de una super potencia

 

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