Amores que se fueron – Paulina Gamus

Publicado en: Efecto Cocuyo

Por: Paulina Gamus

Paulina Gamus

“Amores que se fueron, amores peregrinos, 
Amores que se fueron dejando en tu alma negros torbellinos. 
Igual que a las espumas que lleva el ancho río 
Se van tus ilusiones siendo destrozadas por el remolino”. 

“ESPUMAS,” vieja canción colombiana de Jorge Villamil.
Amores que se fueron - Paulina Gamus
Cortesía: Efecto Cocuyo

1º La Internacional Socialista

Nadie como Carlos Andrés Pérez le puso tanto entusiasmo a la pertenencia de Acción Democrática a esa organización de partidos social- demócratas. AD se hizo muy activa en el seno de la IS. Enviaba sus delegados que presentaban informes exhaustivos  de las deliberaciones y conclusiones. Confieso que me molestaba un poco que Luis Alfaro Ucero, secretario general del partido -no se si como una boutade o por rusticismo mental-  oyera con tono burlón esos informes y dijera siempre: yo no soy social demócrata, yo soy adeco”. Traído de la mano de CAP vino a Caracas en 1982, para reunirse con la Dirección Nacional de AD,  Shimon Peresentonces vicepresidente de la IS.

Llegó Hugo Chávez a la presidencia, Acción Democrática entró en declive por la combinación de sus propios errores y de los ataques inclementes del entonces aclamado golpista-presidente. El MBR, partido que lo encumbró, quiso hacerse miembro de la Internacional Socialista.  Significaba desplazar a AD Eso no ocurrió pero el trato que recibió este último, desde entonces, fue infamante. Fue el del mendigo a la puerta del mercado: sometida a suspensión por no pagar sus cuotas y otros puntapiés por el trasero. Era como si Luis Alfaro hubiese presentido ese trato.

2º El Partido Socialista Obrero Español (PSOE)

En 1981, el Comité Ejecutivo Nacional o CEN de AD fue convocado para un almuerzo en el lugar acostumbrado para encuentros importantes: un reservado en el segundo piso del Restaurante Laserre, en Los Palos Grandes, de Caracas.  El invitado de honor,  también traído de la mano por CAP, era un joven con aspecto de hippie, llamado Felipe González. Su principal anfitrión y por supuesto dueño del escenario -CAP- lo presentó como líder socialdemócrata y casi seguro Presidente del Gobierno español cuando se realizaran elecciones en España al año siguiente. Dicho y hecho.

La próxima vez que vi a Felipe González en Caracas fue ya investido (y vestido) en ese cargo. Vino para la toma de posesión de Jaime Lusinchi en 1984. Felipe fue y ha sido hasta hoy, agradecido de la ayuda invalorable de CAP y de A.D, fiel amigo de la democracia venezolana y crítico permanente primero de Chávez y ahora, con mayor énfasis, de Maduro.

Pero ¿ y el PSOE? ¡Ayyy el PSOE! Cayó en manos de José Luis Rodríguez Zapatero, mejor conocido por el apellido de su madre. El partido comenzó a declinar en medio de escándalos de corrupción que se iniciaron con su manipulación electoral del ataque terrorista en Atocha (marzo 2004) y por la nefasta conducción del gobierno en manos del conocido por el apellido de su madre. Ese gobierno del PSOE de Zapatero  mantuvo  una suerte de luna de miel con el de Hugo Chávez, alimentada por oscuros negociados.


No es necesario agregar un solo adjetivo a los muchos que se han destinado para calificar el papel jugado por Zapatero en  la farsa de negociación entre el gobierno de Maduro y la Oposición.  Su condición de tarifado por el régimen usurpador ha quedado al descubierto.

3º Barack Obama

¡Cuánto me gustaba Obama! Su presencia elegante, su discursos, su vida familiar, su gobierno sin escándalos de corrupción (ni siquiera sexuales) su negritud triunfante por encima de todas las discriminaciones. Por supuesto que mi favorita para sucederlo era Hillary. Me horrorizaba Donald Trump. Por vulgar, chabacano, machista, atrabiliario y varios etcéteras. Pero mientras Obama fue débil, blando con Chávez y con Maduro, e insensible ante la tragedia venezolana, Trump ha decidido ponerle coto a la dictadura de Maduro. Aún no sabemos cómo ni cuándo  será el final de la película, pero es la primera vez desde que tengo memoria, que un presidente de los Estados Unidos, el odiado Imperio, logra un respaldo tan unánime  -de América Latina y de Europa-  en su empeño de rescatar la democracia en Venezuela.

Otros amores perdidos

Quienes somos venezolanos amantes de la democracia sin fronteras, muros, o deportaciones de inmigrantes,  jamás creímos que podríamos simpatizar con Donald Trump y desear que siga gobernando hasta que podamos liberarnos de Maduro y su camarilla.  Pero lo hacemos. Y algo aún peor, simpatizamos con  Jair Bolsonaro, de Brasil. Primero que todo, ex militar,  y por si fuera poco con ideas tan retrógradas  como que “Brasil no le debe nada al Medio Ambiente” y con amenazas de no tener muchas simpatías por los derechos humanos. Pero ¿qué nos pasaba con el delincuente Lula y la sub delincuente Dilma Rouseff? Ambos fueron cómplices de nuestros depredadores y jamás habrían movido un dedo por acabar con esta pesadilla.

Como dice el viejo refrán: el amor y el interés se fueron al campo un día….. Y no existe interés más legítimo que el de millones de venezolanos desesperados por ponerle coto a la destrucción de su país y por el rescate  de sus libertades.

Lea también: «La jauría«, de Paulina Gamus

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