La victoria de Nicolás - Carlos Raúl Hernández

Dialéctica de la cretinización – Carlos Raúl Hernández

Publicado en: El Universal

Por: Carlos Raúl Hernández

1. Así como Dialéctica del Iluminismo de Teodoro Adorno y Max Horkheimer, un libro mal recomendado y malcogido del estante, de fatuos enrevesamientos y rebusques para explicar que la razón, pilastra del mundo civilizado, conduce al fascismo (Descartes sería, curiosamente, el tatarabuelo de Hitler). Es una dialéctica de la cretinización inducida malévolamente, según ellos, por las actividades normales de la sociedad podrida. En el período galáctico culpaban a la gente por vivir en una zona residencial, no tener bastante melanina, Dialéctica de la cretinización ni ser suficientemente pobre, haber estudiado, tener un negocio, en una persecución implacable contra las clases medias, con insultos cotidianos, ocupación de viviendas, empresas y fincas kapitalistas. Lo mismo, pero con piquete al revés, para unos es inmoral, casi criminal, asistir a un concierto, partido de fútbol o beisbol, al cine, restaurante, playa, juego de yoyo, o cualquier otro divertimento, hasta tanto el último madurista sea ahorcado con las tripas de último chavista y haya desaparecido el vestigio final de “el réeeegimen”. Mientras tanto, luto activo. Dos versiones de la misma lógica: nadie tiene derecho a ser feliz mientras exista alguien que no lo sea y los micro-calvinos cuestionaron los conciertos de Giordano en Chacao (11/02) y Luis Miguel (12/02). Esa es una forma de protoislamismo laico propios de las dos ramas antagónicas, que también cuestionan “explotar comercialmente” el cuerpo femenino los escotes o faldas cortas. Feminazis ya han saboteado concursos de bellezas, promueven el “feísmo” y la obesidad, claro, en lucha contra arquetipos burgueses.

2. Al moralismo revolucionario podría ocurrírsele de nuevo que ellas se vistan púdicamente con batolas, chador y no salgan solas ni beban alcohol. Para que los trabajadores se sintieran confiados de sus parejas en el período especial de la zafra cubana, la consigna era “Trabaja duro. A tu mujer la cuida la revolución”, el espionaje masivo de los CDR dedicado a sapear cuernos. El gobierno de Calvino en Ginebra prohibía bailar, oír música, beber, los colores brillantes, comidas que no fueran sencillas y las expresiones públicas que turbaran la sobriedad. La persecución llevó a Miguel Servet, el descubridor de la circulación de la sangre, a un calabozo inmundo sin agua ni letrina donde dormía sobre sus propias heces y clamaba por agua, hasta que lo quemaron vivo. Superados tales horrores, la sociedad abierta defiende el derecho a que la gente se vista y acuda a los espectáculos cómo y cuando le dé la gana, sin interferencias de gobiernos atorrantes, ni opositarios locales u off-shore. El perroflautismo neocalvinista, guevariano, marxistoide o derechista, parecían extinguirse, pero reaparecen. Para Marcuse y los mencionados Adorno y Horkheimer de Fráncfort, la abominación era “integrarse al sistema”, ir a la radio, televisión, ir al teatro, afiliarse a partidos burgueses, vivir una vida normal.

3. Intelectuales y artistas hacían arcadas a medios kapitalistas, sindicatos, instituciones o elecciones en la época de la contracultura, “el gran rechazo” marcusiano, que terminó absorbido por el orden. La misma comedia hoy desde “la derecha” hoy día quien va a medios de comunicación “del réeegimen”, a la Asamblea Nacional, a conciertos, es un “colaboracionista” o un “enchufado”. Para la dialéctica marcusiano-cretina, los medios enajenan a “las masas”, aunque que difunden lo que dicen los opinion makers y ciertamente, los escogen. Pero cada medio es un mundo y sus intereses no tienen que coincidir con los de otro, porque compiten. Además, en la era de las redes, por muchos intentos de censura, el pluralismo se impone. Hoy la hegemonía woke, bisexual y pedófila, se desarma en el primer mundo por la corrosión social que comporta. Lo que se lee de quienes “militan” en las redes, hater, bots, resentidos, laboratorios, fauna que, por no tener nada en la cabeza ni algo mejor que hacer, ni idea remota de política, opinan deportivamente con gran pompa y circunstancia y una ridícula y barata indignación. Por ejemplo, tratando de dar un primer paso a lo que puede ocurrir electoralmente, planteé en un humilde tuit que surgían tres candidatos opositores, según mi opinión.

4. De inmediato salió una cofradía de bachilleres ilustrados y licenciados vidriera, analfabetas disfuncionales pero “doctos”, a corregir un barrunto sin pretensiones. El crimen, excluir a quien “tiene fuerza popular e incluir a quienes no la tienen”, como si un simple ciudadano tuviera la facultad de autorizar o no la inscripción en el CNE. Además, para no irnos por las ramas, cosa de pájaros o iguanas, solo se intuye quienes pueden ser candidatos, pero se sabe a ciencia cierta quien no puede. Respuestas tan primitivas, reflejan ideas de los cabecillas que “hacen opinión”. Si eres un ciudadano medio y oyes a un adulto que luce respetable decir que “no habrá elecciones si x no participa” o “la inhabilitación no existe”, es normal haya quien lo crea y repita, porque piensa que sabe lo que dice, que es responsable. Ortega y Gasset o uno de los dos (tampoco sabemos quién canta, si Gualberto o Barreto, dice el lugar común) llama hombre-masa al caja de resonancia que opina sin saber de qué habla, como sectores de las clases medias ilustradas. Cuando entré al bachillerato, había en cuarto año un muchacho que los profesores, estudiantes y bedeles querían, brillante alumno, bien parecido y de excelente humor, al que las niñas amaban y los varones aspiraban emular. Se llamaba Jairo y un mal día se cayó de un caballo y allí quedó. Adolorido fui al velorio y al lado de la urna estaba su madre, con una extraña serenidad.

5. Pero al que le daba el pésame, le decía que Jairo estaba dormido y más tarde se despertaría para atender a los visitantes. Esa conducta desconcertaba a los presentes, hasta que se derrumbó en un colapso nervioso y entre lágrimas gritaba que los presentes querían convencerla de que Jairo estaba muerto “porque le tenían envidia”. Eso se comprende en una madre desgarrada, pero hace temer cuando se trata de personas que aspiran dirigir el país. Décadas más tarde, un poco después de despegar de Maiquetía, explotó una turbina del avión en el que iba a San Cristóbal. Ante la inminente catástrofe y los gritos desesperados de los pasajeros, mi mente decidió que eso “no podía estar pasando”, que simplemente no era cierto. Por fortuna los tripulantes no tuvieron el mismo inward y maniobraron febrilmente para regresar al aeropuerto en un agónico aterrizaje y evitaron la muerte de 74 personas. El secreto fue que los pilotos y las aeromozas no se asieron a una negación, ni a esperar que ocurriera “algo”, sino actuaron decidida y enérgicamente tenían plena conciencia de lo que pasaba y capitanearon salidas. En estos días leí un texto producido por lo que llaman un “fablistán” que etimológicamente viene de “fablar” y equivale a “hablador”.

6. En lógica política de peluquería, su planteamiento era que quienes hacían críticas a la candidatura que él admira pero no apoya, lo hacen porque “no le tienen paciencia”, diría el Chapulín, ni la llevan en el corazón, tal cuál ve los fenómenos políticos el personaje de Ortega o Gasset. Lo cierto es que volvemos al ambiente destructivo de 2019, que si recrudecen las sanciones se pondrá más rudo, con reveses económicos para las mayorías, retaliaciones para quienes las impulsen y en medio de presiones de nicaraguización, de las que prevengo desde hace un año. El mensaje viene grabado en detenciones sorprendentes. Fablistanes y otros aficionados que “le meten al análisis político” deberían saber que este solo sirve para algo si parte de los resultados de los actores para prevenir contingencias. Lo otro son conversaciones de taxi. No hay ceguera analítica mayor que atribuir el balance objetivo de las acciones a mala o buena leche de los demás, en el sentido que dicen los españoles. En otro micro texto afirmé que el gobierno no tenía nada que ganar en el conflicto de Medio Oriente y más bien debía ocuparse del Arco Minero. La sabiduría del populacho de clase media respondió: A) El autor, por turbias razones, “pretendía desconocer que Farc y ELN eran lo mismo que el gobierno venezolano” se “se favorecía con su presencia”. B) Mi propósito, también turbio, es que Venezuela desconozca las “horribles acciones del imperialismo y el sionismo”. Muere la esperanza, el cretinismo avanza.

 

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