Por: Carlos Raúl Hernández
La fórmula es sencilla: que los dirigentes se dediquen únicamente encarar al gobierno pacíficamente
Si el país no estuviera tan patético, el gobierno paralizado, la oposición vuelta aserrín, y los venezolanos reducidos a parias, la propuesta de convocar «una Constituyente» sería un deleitable chiste aunque más apropiado para el 28 de diciembre que en estas fechas. Alguien decía que era injusto comparar Venezuela con otras naciones en terribles desgracias. Y posiblemente sea injusto para con ellas, porque no abunda eso de un país petrolero con una fortuna de las mil y una noches, que no tiene leche, medicinas ni pasajes de avión. Pero quien se ocupe de seguir la exposición de motivos de los reconstituyentes descubrirá que no asoman humor, sino más bien berrinche, y si a alguien se le ocurre cuestionarla, lo mandan a pasar coleto. La duda es que se trate de una sofisticada burla como a Michael Douglas en El juego y al final todos se carcajearán del sainete, habrá fiesta y hasta romances, como la cita entre Douglas y Debora Kara Hunger, que salía para otra farsa en Australia.
Si no es eso procede preguntar cuál es el noúmeno del asunto, porque si fuera en serio sus estrategas ya deberían estar en los trámites pertinentes ante el CNE (¡…ese CNE!) para instalar sus tarantines en las esquinas e iniciar el proceso, desde la recolección de firmas en adelante. El camarada Aristóteles dijo que los hombres conocían la realidad a través de representaciones que se formaban en su mente que llamó fantasmas porque tenían vida propia, el poder para obsesionar y atormentar. Y los reconstituyentes saben que cada vez que se habla de firmar contra el gobierno, el fantasma torturador que aparece es el diputado Luis Tascón. Si a eso se añade que la mayoría de la Unidad se opone, por no decir que el gobierno, está claro que el asunto tiene demasiados visos de chiste de salón. Una de las herencias del Galáctico es haber convertido la política en repetidas cadenas de malabarismos y embrollos para concluir en monumentales Apocalipsis.
¡Primero muerto!
Son los tan populares trapos rojos o potes de humo, cambalaches para distraer la atención de otros fines. Algunos consideran que la reconstituyente es para entretener mientras barren los platos rotos de la salida, pero eso equivale a escudarse detrás de una caña brava en medio de la balacera. Dicen que el asesor de Boston sugirió actuar como si tal cosa, excusarse educadamente por no haber explicado bien que la salida era por etapas y que, culminada exitosamente la primera, ahora se entra en la siguiente con igual brillantez. Actuar con elegante descuido sin perder el glamour, como aquello de «pasaba por aquí y me paré a saludarte». ¡Primero muerto que bañado en sangre!, sería el santo y seña. Así la gente no se daría cuenta de que el gobierno está ahí todavía y todo el mundo tan contento por haber pasado del bachillerato a la universidad de la salida.
Pero aunque Ud. no lo crea, estas ocurrencias si son un potecito de humo, pequeñito, que distrae a las fuerzas democráticas de hacer política para adultos. Se pierde el tiempo en discutir ñoñadas como las trancas, las guarimbas, los opositrolles, la partida de nacimiento, el filibustero brasileño que se aferra a las cláusulas de su contrato, la renuncia, la constituyente, los partes de guerra que ponen algunos enajenados en tuiter (de Ripley: «quince guardias recibieron chinazos. Una tanqueta quemada. El régimen en su final. Seguiremos informando»). Gran parte de la oposición permanece en estado cataléptico y la mayoría no recibe un mensaje contundente, políticamente eficaz, comprensible. Y no pretendan los reconstituyentes que tienen el monopolio de la mamadera de gallo, pues el martes 15 el gobierno por lo menos los empató.
El amor, el amor…
El país jaqueado a la espera de las medidas y el Presidente lo conforta con un video de su luna de miel colgado en la Web. Una parlamentaria puntofijista tenía por costumbre que cuando algún empleado del Congreso cumplía años le regalaba una foto de ella dedicada. Hay que tener la esperanza que los cancilleres de Unasur estén atareados en sus problemas, que son muchos, y nadie se ocupe de la impresentable Venezuela. Para consuelo un pesimista sarcástico puede decir que Latinoamérica lleva un solo camino: Chile va por el de Brasil, que va por el de Argentina, que va por el de Venezuela que va por el de Cuba. Se puede superar esta coyuntura de entropía opositora y no tiene sentido sumergirse en los despechos ni en las acusaciones.
La fórmula es sencilla: que los dirigentes se dediquen únicamente a encarar al gobierno pacíficamente y decirle lo que ocurrirá si no tuerce el rumbo, hacer uno y muchos llamados a la Unidad, pero principalmente a la acción con un discurso racional y comprensible para todos sobre la situación económica, dirigido a los sectores populares, y brindarles una alternativa. Recordar todos los días que las elecciones de 2015 se ganarán o perderán en los municipios pequeños. Tal como se escribió en febrero de este año, hay una estrategia inquebrantable pacífica, electoral y constitucional, y una dirección política establecida, a la que pertenecen todos los partidos. Y eso no se los regaló nadie, sino que depende de los votos obtenidos. Quien no esté de acuerdo con eso puede seguir su camino, pero sin culpar de su suerte a quienes no lo comparten.
@carlosraulher