Por: Carlos Raúl Hernández
Los viejos disfraces y los vicios se contagian a los que luchan por la libertad
En seis o siete meses habrá elecciones, una confrontación concreta, real, establecida. No es un invento del Licenciado Vidriera ni una ocurrencia genial de algún iluminado. Cero hazañas heroicas para lograr que se realicen, como tuvieron que hacer los nicaragüenses y los chilenos. Están ahí «en su pesada mismidad, mundeando» diría el odioso maestro Heiddeger. Más bien según los papers de la niñera artillada, aunque algunos revolucionarios exaltados hablan de eliminarlas, el gobierno tiene un plan furioso para «ganarlas y defender las conquistas de la revolución» (dice Cantinflas «no me hagas reír que tengo el labio partido»). No sería fácil suspenderlas porque implica un tour de force que afectaría la relación del gobierno con el mundo. El presidente de la Asamblea dice temer que la disidencia «salga a echar plomo si no gana».
Más le valdría preocuparse de los Kalashnikov del «colec» Movimiento 5 de Marzo, armado hasta donde dice made in China, que envió más de cien tuits contra él con insultos y amenazas tremebundas. Los estudios indican que si al bloque opositor no se le vuelve a caer la pelota, puede ganar una amplia mayoría. Sin embargo en medio de un vendaval de ruidos molestos, aparece una extraña quimera en los arrabales «la constituyente», por mal nombre, tan filibustera, fili embustera, indeseable e imposible, como aquello del empresario que aspiraba prosperar su negocio honradamente con dólares de Cadivi. Una especie de obra de teatro, más bien vaudeville. En mes y medio la cosecha de firmas apenas llega a 70 mil respetables ciudadanos con cuya valiente decisión juegan a conciencia, porque el CNE dijo claramente que no serían válidas. ¿Ese es el liderazgo de la democracia?
¿Qué harán con esas firmas?
Según sofisticados cálculos de la NASA, a este ritmo se requieren cerca de cuatro años y medio para completar las firmas, pero en 2002 bastó un fin de semana. Los sociólogos afirman que hay que buscar la estructura subyacente de la acción social y esta desconcertante iniciativa no puede asentarse en una mera pulsión de surrealismo político sino que debe corresponder a algún sustrato racional aunque sea secreto. Es ligero suponer que mayores de edad hagan algo por mero j… r, aunque lo más seguro es que quién sabe. Sus proponentes deberían pensar en los estragos que causan los caprichos en el objetivo común, que los políticos están obligados a defender. Algunos piensan que se busca valor agregado para los protagonistas con la lógica que ejerce ante la policía quien toma rehenes: «te presiono y actúo irresponsablemente y tú te vas ceder porque sé que estás obligado a hacerlo con responsabilidad».
Distraer esfuerzos en planes ilusorios a nombre de cualquier delirio sobre o bajo el Chimborazo en momentos tan decisivos, pintar paraísos a las almas en pena, arriesga la victoria en la única oportunidad real de 2015. Errores similares entronizaron regímenes de fuerza y derrotaron la esperanza. Las personas mienten varias veces en la cotidianidad y por eso el poder está rodeado por alambradas de ojos que defienden de sus falsedades a la sociedad. Y las revoluciones, nombre épico de un grupo que confisca la propiedad, la libertad y la vida de los ciudadanos, la silencian para crear lo que Lucio Coletti llamó el reino de la mentira. Por desgracia los viejos disfraces y los vicios se contagian a los que luchan por la libertad, junto con el virus de la acción rabiosa, la salida rápida, el rompe y rasga que llevó a la perdición casi en todas partes donde se practicó. Asombroso que la gran idea que conciben fue la que les enseñó el Galáctico.
Velocidad: espacio sobre tiempo
Betancourt analiza cómo el fracaso del primer intento democrático se debió a la aceleración de AD y la sobre-aceleración de los adversarios de AD entre 1945-1948 para lograr objetivos antagónicos. Todos querían llegar rápido a sus hormonas y eso trajo una dictadura de diez años. Siempre hay quienes quieren el tiovivo en movimiento y parece que su inconsciencia no valora lo que implica un Guaire de sangre por toda Venezuela. Alias «la constituyente» es una aberración política imposible sin la voluntad favorable del gobierno. Su sola eventualidad, si ocurriera el sortilegio, sería exasperar el poder de fuego de una sociedad dividida entre los que tienen las armas y los que los enfrentan, una reproducción de la lógica de las guarimbas, trancazos y demás.
Es patético que no entiendan que el cambio es la peligrosísima tarea de desmontar un dispositivo atómico o caminar en un campo minado. El mismo tipo de inspiración de derrocar al gobierno, quebrar las fuerzas armadas y aplastar los colectivos paramilitares lanzando a la calle liceístas armados «más de valor que de acero». Luego de esa tragedia nadie ha tenido el decoro de aceptar su error, aunque sea de la boca para adentro con el propósito de reemprender el camino conjunto. Al contrario, dragonea un desgreñado estilo para mantener el error, la crispación y el ilusorio combate contra quienes los previnieron de esas fantasías. Los jóvenes caídos, los presos, los torturados merecerían ese pequeñísimo gesto de honradez como homenaje, sobre todo ahora que todo el mundo quiere ser diputado. El muerto al hoyo y el vivo a su circuito.
@CarlosRaulH
Un comentario
…y viviremos felices por siempre en democracia. Tibisay forever, yo te aviso chirulí. El auténtico barón de Münchhausen. Einstein: Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados.