Soledad Morillo Belloso

Músculo y movimiento – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Nadie tiene la bolita de cristal. Nadie sabe lo que va a pasar y mucho menos cuándo va a pasar, si acaso pasa lo que puede pasar. Uno no trabaja porque esté seguro de lo que va a pasar. Trabaja porque sabe que si no trabaja en ello, lo que quiere que pase pues no va a pasar.

Es ya irrelevante la discusión sobre si debe haber o no primarias. Los argumentos a favor y en contra hoy sobran… y estorban. Hay una comisión encargada de organizarlas, hay una fecha, hay ya varios que anuncian su participación como candidatos. Hay algo así como una normativa a la que los candidatos deben plegarse y comprometerse con firma en documento a cumplir. Eso es lo que hay.

Aquí y en cualquier parte del mundo, aunque las primarias sean de abierta participación de todos cuantos sean electores inscritos en el registro pertinente, en realidad las primarias son una competencia entre adeptos comprometidos y organizados. Es decir, triunfar o perder tiene todo que ver con la solidez y capacidad de la estructura.

Los partidos políticos en Venezuela tienen hoy en los hechos un número bajo de afiliados. Y es aún más bajo el número

de afiliados activos. Pero la pauta en unas primarias la marcan quienes puedan movilizar más gente, y ello supone tener gente que movilice a esa gente. Eso, en lenguaje coloquial, ¿cómo se llama? Se llama «maquinaria».

A alguien le escuché decir o le leí (creo que fue al padre Ugalde) que para las primarias se necesitan unos 60 mil voluntarios. Pero eso no incluye a los equipos de promoción de cada candidato.

Un candidato X (o candidata, para no herir susceptibilidades a pesar de las normas gramaticales) puede puntear una encuesta. Pero si el día de esa elección primaria no tiene movilizadores  y testigos cuidadores, esa prospección en encuestas se volverá sal y agua.

Se trata de músculo. De gente de carne y hueso. Si en Venezuela se pudiera votar por Internet, entonces tendría sentido creer que la elección se puede ganar con una avalancha de posts en Twitter, Instagram, Facebook, Tik Tok, etc. Pero votar supone un desplazamiento físico. El elector tiene que ir al centro de votación.

Yo camino todos los días al menos una hora. Hasta hoy nadie se ha acercado a mí para intentar seducirme como elector. Y ya estamos en abril. Sí me llegan toneladas de posts, algunos buenos e inteligentes, otros patéticamente de tal cursiambre que producen alergia.

Ciertamente yo soy un «elector convencido», que cree en la  participación. El 22 de octubre iré a votar. Pero si a la enorme cantidad de electores que están en el exterior impedidos de votar (la cifra es espeluznante) sumamos la nada despreciable cifra de electores decepcionados/desilusionados/hartos/incrédulos que viven en Venezuela, el resultado puede ser que el candidato que resulte elegido en esas primarias represente a una minoría. Y con una minoría no se le va a ganar a la mayor minoría política en Venezuela, que es hasta nuevo aviso el rojismo.

Señores candidatos a las primarias: músculo. De eso se trata. De trabajo dinámico y no estático. «El trabajo dinámico permite la locomoción y el posicionamiento de los segmentos corporales en el espacio. El trabajo estático mantiene la postura o la posición del cuerpo…». Eso leo en la página de la Clínica Mayo.

Para ganar una elección -y que ganarla sirva para cambiar el estado de las cosas- hay que moverse y hay que mover gente. Hacerlo en las primarias es clave para enfrentar la elección que se nos viene.

 

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