Por: Jean Maninat
Si acudiéramos al fácil expediente de la ciencia ficción de sobremesa, jugando a ser un H.G. Wells o Philip K. Dick criollo, ubicaríamos a los tripulantes extraterrestres de una Nave galáctica de observación de especies en transición permanente (NOETP) estacionados inmóviles en el espacio sideral, registrando los cambios observados -en esta su segunda misión- en la parcela terrestre denominada Piccola Venezia, cuyas élites ilustradas se dedican desde hace más de un cuarto de siglo a destriparse mutuamente mientras luchan por liberar la comarca de las garras de una nomenclatura que se alimenta por autocombustión ideológica-arcaica, autoritarismo y los dislates de sus enemigos jurados.
Los imperturbables observadores extraterrestres tomarían nota de la proliferación de una especie local, los llamados alacranes, quienes se habrían apoderado paulatinamente de los cuerpos y las psiquis de otras especies sanas, dedicadas a la lucha en contra de la nomenclatura gobernante. El proceso de transmutación es vigilado por un reducido grupo de veedores químico-orgánicos quienes a la menor señal de cambios taxonómicos en un individuo lo catalogan entre las más de dos mil quinientas especies existentes, lo denuncian, y alientan a la población a eliminarlo con un instrumento primitivo denominado chancleta. “Todos llevamos un alacrán por dentro” -argumentan- “hay que estar atentos”.
Llamarían la atención de sus superiores sobre el desmembramiento público en las redes sociales de uno de sus héroes fundacionales, el mítico “Skinny” quien otrora congregaba multitudes ansiosas de que les lanzara a su paso una de sus gorras mágicas tricolores. O el desguace -público y privado- del gobernante de una rica provincia especialista en voseo y energías fósiles, otrora alabado como paladín y socio de la causa. Ambos condenados al ostracismo por pecar de “fundamentalistas del voto” junto a otros adeptos a las urnas electorales. Anotarían, a pie de página, el surgimiento de sectas neoabsencionistas bajo el lema: “hoy sí voto, mañana tampoco”, a pesar del gran triunfo electoral que se quedó atorado en taquilla.
Habrían asentado con especial interés en la sección Creencias Transcendentes, el desprendimiento del culto a las dos divinas personas, hombre y mujer, padre e hija a la vez, consustanciados en cuerpo y alma en una sola persona. Y en el mismo combo espiritual, la liturgia de no pasar la página como señal de culto y profesión de la nueva fe milenarista, ligada a los movimientos anti Gutenberg opuestos al hojear de los libros sacros.
Anotarían, con el poco asombro que su sabiduría intergaláctica les permite, que pasados veinticinco años de su primera misión a la Piccola Venezia, todo sigue igual, los sectores opositores divididos ferozmente entre ustedes y nosotros (solo cambian los epítetos: los colaboracionistas de ayer son los “normalizadores” de hoy) y el gran debate que los vuelve a dividir es… participar o no en los procesos electorales.
¿Otra vez? Se preguntarían nuestros alienígenas favoritos, antes de retornar fastidiados a casa en su galaxia correspondiente.