Sin aflicción – Naky Soto Parra

Publicado en: Blog personal

Por: Naky Soto Parra

Tibisay Lucena, quien durante 14 años estuvo al frente del Consejo Nacional Electoral (CNE), falleció este miércoles con apenas 63 años. Padecía cáncer desde 2012. Habida cuenta la etiqueta oficial elegida por el chavismo para honrarla, “Guerrera de luz”, un lugar común con el que se refieren a las pacientes que sufren cáncer, pareciera que fue esa la causa de su muerte. Desde octubre de 2021 ocupó el cargo de ministra de Educación Universitaria, desde el que no reportó logros para la causa de las instituciones educativas ni de su personal.  En la sede de la Cancillería se instaló una capilla ardiente. Las intervenciones televisadas han caracterizado a una funcionaria más cercana a una heroína del universo Marvel que a una operadora política del poder.

Algunos datos

Bajo la presidencia de Lucena (2006-2020), la mayoría de los rectores del CNE eran personas cercanas al chavismo y fueron acusados de fijar condiciones electorales que favorecieron los objetivos políticos del chavismo. Probablemente ninguno obtuvo un alcance tan global como la imposición de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), convocada supuestamente para redactar otra Constitución, pero que sólo suplantó las tareas de la legítima Asamblea Nacional electa en 2015, de mayoría opositora.

En mayo de 2017, con cinco meses de retraso para convocar a las elecciones regionales (esas para las que nos cambiaron de centro electoral, ¿se acuerdan?), Lucena apareció para recibir la convocatoria de Nicolás de una ANC, al margen de la ley (que demanda la previa aprobación y convocatoria del electorado venezolano); al margen de las protestas y de las sistemáticas violaciones a los derechos humanos perpetradas contra manifestantes, que dejaron al menos 163 fallecidos y centenas de heridos y detenidos. La elección se realizó por imposición el 30 de julio de 2017. Luego, en 2018 repetiría el patrón, y con candidatos inhabilitados, con partidos judicializados cuyas tarjetas siguen estando en posesión de aliados del poder, Nicolás se ‘reeligió’ a pesar de no tener nada que justificase tal logro.

Sanciones y denuncias

El 30 de julio de 2017, Tibisay Lucena afirmó que en el proceso electoral “reinó la paz”, a pesar de que ese día el Ministerio Público reportó 10 personas asesinadas en manifestaciones que rechazaban el fraude constituyente. También dijo que la participación fue de 41,53% del padrón electoral, con un total de 8.089.320. Pero el 2 de agosto de 2017, Antonio Mugica, director de Smartmatic, la empresa que desde 2004 proveyó de servicios electorales al CNE, declaró que la diferencia entre la cantidad de votos anunciada por Lucena y la que arrojó el sistema era de al menos 1 millón: “No podemos garantizar resultados de la constituyente, creemos que la data para la elección fue manipulada”, dijo. Por eso en 2017, Estados Unidos sancionó a Lucena junto a otros funcionarios del chavismo, por socavar la democracia. En 2018, la Unión Europea hizo lo propio, acusándola de vulnerar los principios democráticos y los derechos humanos, por lo que la declararon como persona no grata, siendo impedida de ingresar a esos países.

Políticamente (in)correctos

Lejos de la versión del poder, las redes sociales entre venezolanos amanecieron inundadas de manifestaciones diversas (sátiras, memes, etc.), alusivas a la muerte de Lucena, quien hace apenas un año se burló de las mujeres embarazadas bombardeadas en Ucrania por Rusia, alegando que eran modelos y que se trataba de un “fake”. Con su rol en este régimen, era de esperarse las reacciones que se registraron masivamente, sin embargo, una vez más emergió un grupo de elevados que demandó respeto a la difunta y sus deudos. Eso sí, ninguno mencionó las razones por las que la gente reaccionó así, eso se supone es obvio, lo cuestionable es dejar la evidencia. Pero hay que hacer una aclaración crucial: si esas manifestaciones alternas ante la muerte de Lucena no hubiesen sido un ejercicio masivo, cualquier persona en Venezuela que exprese por ejemplo, rencor hacia la funcionaria, puede ser acusada por la Ley del Odio.

Es políticamente correcto prescindir del rencor, pero una circunstancia como la nuestra también demanda meter en la evaluación de quienes se atreven a expresarlo, que hemos sido sometidos a un proceso humillante de domesticación política (vía propaganda, censura y violación sistemática de los derechos humanos), que ha estimulado emociones muy oscuras. De la ira, del rencor y la polarización, se ha aprovechado el poder centenas de veces para acusar a quienes somete, para revictimizar a la ciudadanía.

El miedo nos homologa

No es verdad que no sentir tristeza por quien violó derechos humanos te convierte en “una de ellos”, como leí varias veces. Eso es una manipulación bastante vil. Las emociones tienen explicación, y el primer dato a destacar, es que el propio poder las ha forjado a pulso destruyendo toda posibilidad de justicia y reparación, borrando del imaginario colectivo el derecho a la libertad de expresión, signando la vida de todos con violencia, haciendo del miedo al aparato represivo del poder, la mano que mece la cuna.

A pesar de este cuadro, hay personas que demandaron en redes a la misma ciudadanía que vive con miedo, que sea moralmente elevada, que no se deshumanice aunque no sepa a qué hora le van a poner el agua o a restituir el servicio de luz… todo eso sin contrapesos, sin justicia, sin medios masivos libres para explicar por qué el rencor te deshumaniza, por qué odiar te hace cumplir el rol que el poder diseñó para ti o por qué es más rentable adversar a un ciudadano indignado que al poder, porque en el miedo nos encontramos todos, no importa dónde estemos.

“Con el bien de los justos, se regocija la ciudad,

y cuando perecen los impíos, hay gritos de alegría”

Proverbios 11:10

 

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post recientes