Un lobo en el que pocos creen

Por: Thays Peñalver

En las elecciones del 14-A, siete meses antes de las elecciones del pasado domingo, la oposición venezolana había obrado un milagro. Ganó en 95 municipios y empató en otros 17. De hecho, tuvo los números suficientes en 136 alcaldías para ganar el 40% de los municipios, de no ser porque la abstención de algunas parroquias opositoras fue injustificadamente alta. Se perdieron municipios por cientos de votos, mientras en las parroquias opositoras miles se quedaron sin votar. En fin, un auténtico contrasentido en un país en el que todos los días se grita: «Ahí viene el lobo».

Es importante entender que en Venezuela no se trata de quien gane más municipios, porque en 160 de los 335 apenas cohabita el 10% del electorado y en la medida en que estos municipios se alejan de las grandes urbes, su dependencia del Estado es mayor. Por este motivo, en 200 municipios remotos se concentra la mayoría de los 1,2 millones de analfabetos, en los que la media del elector apenas sobrepasa el quinto grado de instrucción primaria y cuya expectativa de vida compite con los indicadores del África Subsahariana. Por eso, sería un error denominarlos como municipios chavistas, porque tradicionalmente y desde la primera elección municipal en 1938, han dependido del Gobierno de turno.

Es por este motivo que la oposición había obrado el milagro, porque las elecciones venezolanas se concentran prácticamente en 106 municipios que albergan al 80% de la población y la oposición le había arrebatado al madurismo el 61% de las capitales y el 53% de los municipios con mas de 100.000 habitantes. Paradójicamente, el otrora poderoso chavismo amaneció el 15 de abril prácticamente expulsado de los grandes municipios y relegado a los menores a 30.000 habitantes. De allí la razón de la furia y la violencia revolucionaria durante los últimos meses.

La oposición venezolana, por su parte, solo tenía que ratificar los números del 14 de abril y concentrarse en los 35 municipios que podía añadir, activando a las parroquias opositoras que se habían desmovilizado en las elecciones anteriores. Si bien es cierto que se esperaba una afluencia mucho menor, lógicamente había que concentrarse en mantener la proporción e inclinación de estos votantes por sus candidatos y esto fue lo que falló estrepitosamente.

Si bien es cierto que el Gobierno no subió en votantes y perdió mas de 60 alcaldías mientras la oposición logró ganar unas 20 más (con relación a 2008), en términos generales ganó quien logró movilizar más votantes. La pregunta lógica es: ¿qué le paso a la oposición?. Si bien ésta marchó a votar en condiciones desventajosas, frente a un adversario inescrupuloso y ventajista, pareciera que tuvieron más peso en la derrota los propios errores de cálculo. Una posible respuesta la podemos encontrar en la desmotivación post 14-A, cuando el liderazgo opositor convenció a sus votantes de que le habían robado las elecciones por fraude masivo y, más tarde, no supo cómo desenredar el nudo del ¿para que votar si nos harán trampa? Aunado a la atomización de muchos partidos regionales, cuyos militantes se quedaron en sus casas.

Pero una pregunta cuya respuesta puede ser mas compleja es: ¿cómo es posible que en muchas parroquias opositoras el 40% no saliera a votar, aun cuando su propia existencia está amenazada por una revolución socialista? Todo indica que de tanto gritar el pastorcillo, los aldeanos continuaron sus vidas sin hacer caso, mientras el lobo se come unas cuantas ovejas y se lleva otras para la cena.

 

@thayspenalver

Thays Peñalver. Columnista del diario El Universal

 

 

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3 respuestas

  1. Estas palabras son capitales: «en 200 municipios remotos se concentra la mayoría de los 1,2 millones de analfabetos, en los que la media del elector apenas sobrepasa el quinto grado de instrucción primaria y cuya expectativa de vida compite con los indicadores del África Subsahariana. Por eso, sería un error denominarlos como municipios chavistas, porque tradicionalmente y desde la primera elección municipal en 1938, han dependido del Gobierno de turno.»

  2. Me parece bueno el análisis pero también es verdad que algunas de esas personas que no fueron a votar no están viviendo en el país Sería bueno que se incluyera eso en el análisis y se pudiera cuantificar Aunque es muy cierto que algunos se están acostumbrado a vivir con el lobo feroz Yo no me acostumbro y me aterra el nombramiento del ministro Arreaza

  3. Mi interpretación es que el «Chavismo» es una consecuencia», no una causa de lo que padecemos en este momento. La verdadera causa es que buena parte de nosotros los Venezolanos no hemos asumida un rol protagónico a nivel político, e irresponsablemente asumimos posturas pasivas. Mucho se oye «hace falta un líder», es cierto, pero en el actual momento histórico somos nosotros los que debemos asumir esa cuota de participación, actuar y movilizarnos (a través del voto por ejemplo), lo cual empujará los liderazgo que tengan que surgir de dicha movilización.
    Que la oposición ha sido errática, cierto, pero no menos erráticos hemos sido nosotros (sociedad civil, opositores, pueblo…), no olvidemos que Chavez llegó al poder no porque Caldera lo libero (como muchos dicen), sino por los votos que logró en su primera elección, que en buena parte fue la clase media, quien de manera iiresponsable le firmo un cheque en blanco a un desconocido, para que arreglara el país, asumiendo la misma postura cómoda de que sea otro el que arregle las cosas.
    Como salimos de esto, no se?, pero en la medida que la sociedad civil se ha movilizado con el voto, tal como ocurrió con la gran victoria de la negativa a la reforma constitucional del 2007, las últimas elecciones del al asamblea nacional y las nuevas alcaldías que se ganaron el sábado pasado, indican el gran poder que tenemos pero que todavía no somos capaz de creérnoslo…

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