Vacunas, amores, cochinadas… - Carlos Raúl Hernández

La lucha con el demonio – Carlos Raúl Hernández

Publicado en: El Universal

Por: Carlos Raúl Hernández

Uno de los importantes mitos históricos de occidente narra cuando el joven David le rompió la frente a Goliath, salva a Israel de caer bajo el dominio filisteo (philistinos) y mantiene el rumbo de la civilización monoteísta, al triunfar Yahvé sobre el equipo de dioses formado por Astarté, Baal, Dagón y Asera. Ya comandante, David somete varias tribus que vivían en Canaán, “las tierras de Israel”, amalecitas, moabitas, amonitas, sirios y philistinos. Muchos siglos después Miguel Ángel oyó voces de alguien atrapado en un bloque de mármol de Carrara y laboriosamente con su cincel liberó a David para que resplandeciera hasta el fin de los tiempos. En la construcción de las naciones modernas, los componentes culturales e históricos son apenas referentes, en oposición del sturm un drang alemán, para el que cada cultura, cada pasión, cada sentimiento local o ancestral, debía tener “su país”. Pero las fronteras son convenciones entre políticos y expertos, geopolítica y mapas, para vivir en paz. No hay complejidad particular en la situación del Medio Oriente, salvo que los musulmanes quieren descuartizar cristianos, hindúes y judíos, al mundo civilizado, crear califatos. Israel cuenta apenas 22 mil kms2 entre 12.5 millones de Kms2 de los países musulmanes, pero quieren despanzurrarlo en el desierto, y también en Madrid, París, Viena, Stanford. Los riots globales de la pasada semana negra, son vistobuenos a un nuevo holocausto.

En el remoto Canaán, las “tierras de Israel”, vivió y actuó Abraham, progenitor del judaísmo, el cristianismo y el islam, las tres grandes religiones “del libro”. Un pastor nómada que se casó con su hermana Saray y no tuvieron hijos, para algún sicoanalista castigo al incesto. A los 85 años lo perdonan, procrea, y de sus hijos, Isaac da origen a las doce tribus judías, e Ismael, al pueblo árabe, que Saúl, David y finalmente, Salomón, integran en el Reino Unido de Judea- Israel. La Biblia enseña que el pecado es demasiado humano, próximo, y el portentoso, heroico David, según Samuel 11:1:9, se enamora de Betsabé, casada con un brillante general de su ejército y lo hace matar para quedarse con en ella. Abraham y su prole; David, Goliat, Betsabé y la Torah, hacen que calificar los judíos de “invasores” sea un disparate. Ellos crearon Israel, que luego se dividió en Galilea y Judea, y 1150 años después, extinguidos los filisteos, los romanos usan por primera vez el nombre de Phalestina para denominar la zona, en memoria de aquellos guerreros legendarios, del romántico Sansón, el Hércules de la melena infausta y la malvada Popea. Las Cruzadas conformaron con partes de Jordania, Palestina y el Líbano, el Reino Católico Latino de Jerusalén, no un “Estado palestino”.

En dos mil años de imperios, a Israel le arrebatan el territorio, lo absorben, secuestran a los judíos, los expulsan, esclavizan y convierten en parias de la tierra. En esa historia de desventuras, Moisés los trajo de nuevo al Canaán, después de 40 años de vagar por el desierto, simbolizando la tragedia vivida, y recuperan territorio, pero no la soberanía. El gran imperio babilónico en su momento absorbió toda la costa mediterránea incluidos los espacios de Israel-Judá, hasta Egipto. El imperio persa, el Alejandrino de Alejandro Magno; el Romano, el Seléucida, el Bizantino, el Ayubí. Los judíos se esparcen por diversos países en la diáspora. Sin patria, maltratados, perseguidos, mientras los árabes, musulmanes desde el imperio Omeya, ahora pueblan Palestina, el territorio de Israel. A finales del siglo XIX el movimiento sionista, dirigido por Teodoro Herzl, plantea que Israel se reagrupe para tener un país entre los demás. Pensaba Herzl que podía ser en África, Argentina o regresar a los áridos territorios de su origen. El odio al sionismo desde la izquierda se debe a que propone crear un Estado y el del fundamentalismo hebreo porque rechaza un Estado clerical. La persecución y lo pogromos convencen a las potencias de darles la tierra y sedentarizarlos.

Llegan a los eriales colonos judíos de todos los rincones a trabajar, mientras los árabes mantenían su estilo de vida. Su éxito económico creó una bulla, un masivo regreso, aliyá, compran tierras para producir, apoyados por judíos ricos del mundo. Aparece el resentimiento de los árabes ante la prosperidad de nuevos agricultores y comerciantes. Durante e inmediatamente después de la primera guerra mundial, gran Bretaña se dedica a desvencijar el Imperio Otomano y consagra en esa misión al oficial T. E. Lawrence, inolvidable gracias a la maravillosa superproducción Lawrence de Arabia (David Lane, 1962) clásico protagonizado por Peter O´Toole. Cuando se derrumba, Israel queda dentro de la Gran Siria, bajo la protección del Mandato británico, con sus “municipios” entre ellos Palestina. Entre 1920-1921 comienzan en Jerusalén, Hebrón, Haifa y Tel Aviv las matanzas de judíos; cincuenta víctimas, otras 67 en y 133 más la siguiente semana. En 1933 los nazis emprender la cacería en Alemania y huyen a Israel trabajadores, inversionistas, intelectuales, científicos. En respuesta, en 1935 los árabes llaman a una huelga general contra los judíos, asesinan 300 de ellos, más 200 árabes reprimidos por los ingleses. El Muftí de Jerusalén, la autoridad árabe, se convirtió en espía de Hitler y Eichmann. Al mismo tiempo, 32 países cierran sus fronteras a los refugiados para no crearse problemas con los nazis.

Bajo el influjo del holocausto, en noviembre de 1947 vota la ONU para crear dos estados: Israel y Palestina. Lo promueven los ganadores de la guerra, EE. UU, Gran Bretaña y la Unión Soviética. Necesitaban dos tercios de la asamblea, pero faltaban cuatro votos y llaman esa noche a León Bloom, el expresidente de Francia, jefe del Frente Popular, y lo comprometen a conseguir los que faltaban., El 14 de mayo de 1948, en medio de la guerra civil, Ben Gurión, el líder del movimiento, declara la independencia y comienza la invasión armada de Siria, Transjordania (hoy Jordania), Irak, Líbano, Arabia Saudita, Egipto y Yemen. Los judíos afrontan su guerra de independencia, obtienen una gran victoria y expulsan los ejercitos. En los acuerdos de paz, se reparten Palestina entre Jordania (Jerusalén este y Cisjordania) y Egipto (Franja de Gaza). Es la primera guerra árabe-israelí. Los años posteriores abundan las revoluciones y los golpes militares en el Medio Oriente, surge el “nacionalismo árabe”, movimiento antioccidental y contra Israel, encabezado por el Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto hasta su muerte (1954-1970) y tenido por “hombre fuerte”.

En 1967, Nasser amenaza rudamente y ordena a su ejército concentrarse en el Sinaí, en la frontera con Israel y bloquea sus navíos. Al ministro de defensa, Moshé Dayan, se le ocurre algo sorprendente y envía una flota de bombarderos que volaron a ras del desierto, fuera del radar, tomaron de sorpresa y destruyeron las aviaciones egipcia y jordana. La derrota de Siria, Líbano, Arabia Saudita, Irak Egipto y Jordania, y de todo el panarabismo en la Guerra de los seis días, ridiculizó la aureola de Nasser. Israel recupera Jerusalén este, la Franja de Gaza, Cisjordania, el Sinaí y los Altos del Golán. En 1973 volvió destrozar a seis ejércitos árabes en la Guerra de Yom Kipur y por mediación de Kissinger, en vez de ocupar territorios, devolvió los que controlaba desde 1967.Desde entonces algunos descubrieron que no tenían capacidad militar para enfrentarse a Israel y optaron por la guerra asimétrica, terrorismo y ataques a la población civil, qie no puede defenderse. Hamás no representa a los palestinos. Dio un golpe de Estado en 2006, nunca hubo más elecciones y expulsaron Al Fatah, fundado por Yasir Arafat y dirigido hoy por Mahmoud Abbas, quien gobierna la mayoría palestina de Cisjordania. Fatah acepta que convivan Israel y un Estado Palestino, que no cristaliza porque el terrorismo representado de Hamás y Hezbolá, existen solo con el fin de destruir a Israel y se dedica a bombardearla y cavar túneles para operaciones como el horror del 7 de octubre, reivindicando una nación que nunca existió porque sus líderes solo saben matar.

 

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