Soledad Morillo Belloso

¿Por qué nos urge la democracia? – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Venezuela ha visto épocas de gloria y momentos de profunda adversidad. Pero en el corazón de esta crisis que vivimos, emerge un clamor que resuena con fuerza: el grito por democracia.

No como un lujo, ni como un ideal abstracto, sino como una necesidad vital. Porque sin ella, somos una nación sin rumbo, un barco a la deriva.

La democracia no es simplemente votar (cuando nos dejan hacerlo sin manipulaciones). Es un pacto social donde todas las voces, grandes y pequeñas, encuentran eco. En ella, el respeto a las diferencias no sólo se tolera, se celebra. Pero en Venezuela, esa esencia democrática ha sido desdibujada por años de autoritarismo, corrupción y desconfianza.

¿Por qué necesitamos democracia? Porque es el único camino hacia una sociedad justa y equitativa. Sin democracia no hay verdadera justicia, sólo apariencias. No hay economía próspera, sólo parches temporales. No hay libertad plena, sólo barrotes invisibles.

La democracia no es perfecta; es frágil y requiere cuidado constante. Pero es un sistema que permite corregir, evolucionar, cambiar. En ella, los errores no son condenas perpetuas, sino lecciones que fortalecen.

Los venezolanos necesitamos democracia para restaurar el tejido social, para sanar las heridas del pasado y, sobre todo, para ofrecerle un futuro real a las generaciones por venir. No podemos conformarnos con menos, porque merecemos más. Merecemos dignidad, justicia y libertad.

En este laberinto, la salida no es fácil, pero está ahí. Y requiere la unión, la conciencia y la lucha por recuperar aquello que nunca debimos perder: la democracia.

Pero si alguien piensa que lo que escribo es pura palabrería bonita, bueno, pues sepa que la democracia no sólo es un imperativo político y social, sino una herramienta esencial para la reconstrucción económica de Venezuela. Yo no soy economista, así que escribo con el lenguaje del ciudadano no experto, con léxico de mercado y arepera.

A ver… Los inversionistas buscan estabilidad jurídica, transparencia y respeto a la propiedad privada, características intrínsecas a una democracia funcional. Sin estas garantías, los capitales se desvían hacia mercados más seguros, dejando a Venezuela sin acceso a los recursos necesarios para reactivar su economía.

Un gobierno democrático fomenta la competencia justa, incentiva el emprendimiento y permite el desarrollo de sectores más allá del petróleo. Con un sistema democrático, Venezuela puede explorar y explotar su riqueza en recursos naturales y sus potencialidades agrícola, turística y tecnológica, diversificando así su matriz económica y reduciendo la dependencia de un único recurso.

La democracia fortalece las instituciones económicas, generando confianza tanto en actores nacionales como internacionales. Esto se traduce en acceso a créditos internacionales, tratados comerciales y apoyo de organismos financieros como el Banco Mundial o el FMI, elementos clave para la reestructuración económica.

En una democracia verdadera, los sistemas de contraloría y transparencia frenan los desvíos de recursos públicos, garantizando que el dinero se utilice para el desarrollo y no para los intereses de unos pocos. Un país con menos corrupción es un país más eficiente y competitivo.

La democracia impulsa políticas públicas para mejorar la educación, la salud y el empleo, creando una fuerza laboral más calificada y competitiva. El desarrollo de capital humano es un pilar fundamental para construir una economía sólida y sostenible.

Con una administración transparente y con visión a largo plazo, la democracia permite planificar y ejecutar proyectos de infraestructura esenciales para el crecimiento económico, desde el transporte hasta el acceso a la energía y las telecomunicaciones.

Un sistema democrático facilita la reintegración de Venezuela en el comercio global, eliminando sanciones y barreras que actualmente limitan las exportaciones. Además, promueve tratados de comercio justo que benefician a todos los sectores de la sociedad.

Pero no eludo las razones políticas, porque se concatenan con las económicas. La democracia no es apenas una aspiración política, sino la base sobre la cual puede edificarse una economía robusta, diversificada y orientada al bienestar de todos los ciudadanos. Venezuela no puede prosperar económicamente sin un sistema político serio, sin instituciones fuertes, respeto al estado de derecho y políticas públicas enfocadas en el desarrollo.

Venezuela necesita democracia porque es el único sistema que garantiza la soberanía popular y el equilibrio de poderes. En un país donde las instituciones han sido mancilladas y la voz del pueblo ha sido silenciada, la democracia no es tan sólo un ideal, es una urgencia.

La democracia permite que los ciudadanos elijan a sus líderes de manera libre y transparente, asegurando que el poder no se concentre en manos de unos pocos y que haya alternancia. En Venezuela, la falta de democracia ha llevado a una crisis económica, social, política y de derechos humanos sin precedentes. Sin un sistema democrático, no hay rendición de cuentas, y sin rendición de cuentas, la corrupción y el abuso de poder se convierten en la norma.

Además, la democracia es esencial para restablecer la confianza internacional. Los países que respetan los principios democráticos son vistos como socios confiables en el escenario global, lo que abre puertas a inversiones, cooperación y desarrollo. Venezuela necesita recuperar su lugar en el mundo, y eso sólo será posible con un gobierno legítimo y democrático.

Que quede claro: la democracia no es un lujo, es un derecho. Es el único camino para garantizar justicia, igualdad y oportunidades para todos los venezolanos. Y es nuestra responsabilidad, como nación, luchar por ella, protegerla y nunca darnos por vencidos. Nos urge la democracia.

 

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