Soledad Morillo Belloso

La tinta sin secar – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Antes, en tiempos de escribir sobre papel, nos cuidábamos mucho que la tinta secara bien antes de poner en manos de otros lo escrito. Cuestión de evitar que unas corridas hicieran que el texto quedara confuso. La nueva tecnología hace que caigamos en la tentación de «entregar» sin imprescindibles revisiones en «redacción y estilo» para evitar imprecisiones, confusiones y errores.

Borrell nos ha entregado el martes un comunicado en el que a pesar de contar con su firma en realidad habla en nombre de la UE, a la que en la segunda mención llama la «Unión». Con argumentos de peso expone, a quien pueda interesar, que la posición del conjunto de países que conforman la «Unión» es diáfana: encuentran que la situación en Venezuela, a la que ya el término «crítico» le queda como alpargata apretada, no se va a solucionar con un proceso electoral al que se le ven las malas costuras a leguas. Y dice que cuenten con ellos para tratar de corregir entuertos pero que así como están cosidas las cosas, la «Unión» no se viste, no viene. Así no.

Argentina es un poco más enredada de leer. Con toques de lunfardo. Pero apunta que tampoco, que no apañan, que así no.

Ya otros países habían dicho lo mismo. El «así no» se dice en varios idiomas.

Pero hablan las sotanas. Lo suyo no es un comunicado. Es, como es de esperarse en hombres de iglesia, un sermón, desde un púlpito. Y como tal tiene reflexiones, regaños, vaguedades para interpretación de cada cual. Podemos pensar que publicaron sin que la tinta estuviere seca (sin corregir problemas de redacción), o, también, podemos entender que la redacción confusa es al mejor estilo de los hombres que reparten regaños a tirios y troyanos, como suelen hacer desde Cristo hasta nuestros tiempos y desde antes también. Que los «libros sagrados» están repletos de un estilo de compleja interpretación y ha dado por los siglos de los siglos espacio a diatribas.

Pero el problema de Venezuela no es de quién dijo qué. Es de qué pasa, qué nos destroza, qué nos mantiene en un estado de hundimiento creciente.

Unas elecciones mal paridas no servirán para sacarnos de las miasmas. Y ya pueden decir misa si hay quien se la oiga. Así no.

 

 

 

Lea también: «‘Cuando yo digo No es No’«, de Soledad Morillo Belloso

 

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